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Zona verde
Bombardean a Cúcuta con semillas
Un novedoso proyecto de la UFPS para repoblar las zonas deforestadas.
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Eduardo Rozo
Sábado, 7 de Marzo de 2020

Las bombas de semillas tienen sus orígenes en Japón, donde el biólogo Masanobu Fukuoka las ideó para hacer más productivos los campos. También se tienen antecedentes en Uganda, Kenia, Etiopía, México y Argentina.

Desde antaño Cúcuta ha sido conocida como la ciudad verde de Colombia. Sin embargo, con el paso de los años la vegetación nativa se fue disminuyendo, reemplazándose por especies invasoras como el nim, el oití, el ficus y recientemente por palmas.

Ahora, la capital de Norte de Santander es solo una ciudad con árboles y para devolverle el verde que le mereció tal denominación, se le dio vía libre a un proyecto para repoblar zonas deforestadas con árboles nativos como leucaena, chiminango y chirlobirlo, especie caracterizada por sus frondosas flores amarillas.

La iniciativa liderada por el docente del programa de ingeniería agronómica de la Universidad Francisco de Paula Santander (UFPS), Evaristo Alberto Carvajal Valderrama, consiste en la elaboración de bombas de semillas en los laboratorios de biología de la institución, para luego ser lanzadas en terrenos estratégicos donde la capa vegetal ha desaparecido.

Carvajal, quien durante 41 años ha estado vinculado a la UFPS, ha investigado la flora de Cúcuta y conoce las especies ideales para cada espacio urbano, pues no se trata solo de plantar, sino de tener en cuenta aspectos de los árboles como la altura, la sombra, el crecimiento de la raíz y la copa.

En el estudio ‘Cúcuta verde y exuberante’, elaborado por Carvajal, se consigna que en la ciudad hay 121 especies de árboles, algunos propios de los bosques secos tropicales que rodean a la ciudad y otros introducidos, como los descritos en líneas anteriores.

A fabricar las bombas

El académico Carvajal vinculó a sus estudiantes de ingeniería agronómica al proyecto y junto con ellos elabora las bombas el agrólogo cucuteño Carlos Arturo Fernández Uribe.

Él referenció que si bien en la frontera la técnica es novedosa, sus orígenes están en Japón, donde el biólogo Masanobu Fukuoka la ideó para hacer más productivos los campos del país asiático.

De las bombas de semillas también se tienen antecedentes en Uganda, Kenia, Etiopía, México y Argentina.

Una vez referencian la teoría, docentes y estudiantes ingresan al laboratorio y allí, vestidos de blanco y con guantes, fijan papel a planchones y sobre ellos ponen los materiales para elaborar las bombas: arcilla, arena, abono y ceniza.

Por un micrófono portátil Carvajal va dando las indicaciones, su voz es pausada y sabe que así debe ser para que sus estudiantes elaboren las bombas a la perfección. 

En los detalles está el secreto para que una vez elaboradas, las semillas germinen y brote la vida del interior de la cápsula.

Formando cadenas humanas los jóvenes se distribuyen los materiales para elaborar tres tipos de bombas. La primera es una masa formada por cinco vasos de arcilla y dos de arena, mezcladas con agua. 

Cuando se tiene la mezcla en forma de arepa, se le ponen pizcas de abono y de ceniza y sobre ellas van dos semillas pregerminadas.

El segundo tipo de bomba no mezcla los materiales por partes, sino todos a la vez y se hace de esta manera para probar el método más efectivo de germinación.

Una bomba adicional incluye el papel periódico humedecido y sobre este se ponen los sustratos y las semillas, envolviéndose circularmente hasta tener una pelota del tamaño de una de ping pong.

Terminadas las bombas van a la nevera y pasados varios días están listas para lanzarse en campo abierto. Los sitios a donde se llevarán son la ribera del río Pamplonita, lotes baldíos en el barrio aeropuerto y los cerros que rodean las comunas de Cúcuta. El académico Carvajal con sus estudiantes harán monitoreos permanentes para verificar el porcentaje de germinación.

Interacción con el campo

Los árboles son fundamentales en los entornos urbanos porque ayudan a mitigar la contaminación y a purificar el aire, máxime cuando el transporte público contribuye a la acumulación de gases en la atmósfera.

Con estas palabras el estudiante de tercer semestre de ingeniería agronómica, Julián Camilo Carrero, se refirió a la importancia de mantener viva la vegetación en Cúcuta.

Él, al igual que sus compañeros, disfruta del trabajo en laboratorio, donde miden las cantidades de arcilla y de arena que se necesitan. “El profesor nos da la teoría pero es en la práctica donde asimilamos mejor los conceptos para la interacción con el campo”.

Carrero señaló que las bombas también se lanzarán en terrenos aledaños al anillo vial, donde predominan los bosques secos tropicales.

“El desarrollo debe hacerse en términos de sostenibilidad y desde la academia hacemos un aporte valioso al proponer una estrategia para combatir la deforestación. En los recorridos también identificamos especies y los caracterizamos para saber si son nativos o no”.

Como él también está Libni Mateus, de 23 años y quien vive en la ciudadela La Libertad. Ella, sonriente, intercambia experiencias con sus futuros colegas e idean estrategias para que la cultura ambiental haga parte del día a día en la capital nortesantandereana.

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