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Faras: son perseguidos por su aspecto y asesinados
Durante el día estos animales descansan entre los árboles o en madrigueras subterráneas.
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Eduardo Rozo
Sábado, 26 de Agosto de 2017

Hey… miren al fara, viene a comerse las gallinas. Traigan una linterna para encandilarla y alisten la escopeta que no se nos escapa’. La escena, propia de los campos colombianos, se vive en la región y con el paso de los años se ha trasladado a las urbes.

Las causas son la deforestación, la ocupación de bosques por complejos de viviendas y principalmente, el conflicto con campesinos que las matan para evitar que se coman los animales de cría en fincas.

Los faras y chuchas, nombres comunes en Colombia para referirse a las zarigüeyas, o rabipelados en Venezuela o tlacuaches en México; generalmente son comparados con ratas enormes y por su aspecto generan temor.

Sin embargo, son mamíferos pertenecientes al grupo de los marsupiales y están emparentados con los carismáticos canguros o koalas australianos, caracterizados porque parte de su gestación se desarrolla en una bolsa de piel que tienen las hembras en su vientre.

“Son un grupo antiguo con casi 65 millones de años sobre la Tierra, lo cual los convierte en verdaderas reliquias evolutivas”, dijo el biólogo al servicio de la Universidad de Pamplona, Carlos Cáceres Martínez, integrante del Grupo de Ecología y Conservación de Fauna Silvestre de la Universidad Nacional de Colombia.

Para él, en el país se está lejos de que los faras reciban la admiración de los parientes australianos y enfrentan amenazas como la destrucción del hábitat, la caza y llevan prejuicios de peste invasora.

“En el imaginario colectivo son animales desagradables, un estorbo, usados como tiro al blanco o despedazados sin contemplación por perros y gatos en las zonas rurales con el consentimiento de las personas. Además, mueren atropellados a diario en las autopistas del país”, dijo Cáceres.

Cuando son cazados, como todos los seres vivos se defienden por instinto, abren la boca para enseñar los dientes y emiten sonidos similares a un siseo, acompañado de un olor desagradable proveniente de la orina. Si esto no funciona huyen subiéndose a un árbol o entrando en agujeros.

“Que crimen están pagando estas especies que hacen parte de la biodiversidad, de la cual nos ufanamos pero poco comprendemos. Son más los beneficios que los daños que generan y debería haber más curiosidad que repudio hacia ellas”, argumentó Cáceres.

El periodo de cría de los faras comienza en los primeros meses del año y se extiende hasta agosto.

Beneficios de la especie

En el mundo hay registradas 95 especies de faras y de la cifra, 38 se han reportado en Colombia. Para el caso de Norte de Santander y de acuerdo con Cáceres, hay seis especies reportadas.

“Habitan en todas las altitudes y cumplen funciones como la dispersión de semillas que a largo plazo se traduce en reforestación. Controlan biológicamente plagas que pueden resultar dañinas como roedores e insectos y sirven de alimentos para animales carnívoros y aves rapaces como parte de la cadena alimenticia”.

“Los faras de la región tienen el tamaño de un ratón hasta un gato pequeño. Hay pocos estudios de la especie, a diferencia de departamentos como Antioquia donde se han gestado campañas de acercamiento con la comunidad”, dijo Cáceres.

Para el académico e investigador, a los faras hay que apreciarlos y darles una oportunidad. “Son tímidos y calmados, ocupados en sus labores y si detallan, tal vez vean a una dedicada madre con numerosas crías en su espalda”.

La especie, de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), solo es cazada cuando otras especies escasean. Sin embargo, el conflicto con campesinos y las creencias culturales son una alerta para la permanencia de la especie.

Valor biológico

Los faras, de acuerdo con Cáceres, son animales interesantes desde el punto de vista biológico, por tanto presentan adaptaciones como tener una cola prensil que le permite sujetarse a las ramas con destreza y cinco dedos en cada pata con fuertes garras, que le ayudan a trepar.

La especie posee un sistema inmunológico resistente a infecciones y virus como la rabia o el parvovirus, así como al veneno de algunas serpientes. Esto es debido a la predación y por ello los faras serían un modelo de estudio en campos como la biomedicina, la veterinaria y la fisiología.

Los faras son diversos y los hay desde especialistas en los árboles hasta nadadores activos. Son de costumbres solitarias y dieta omnívora, alimentándose de una variedad de recursos como frutas, néctar, pequeños vertebrados e invertebrados.

La especie está distribuida desde Centroamérica hasta Argentina y en Colombia se registra en la mayor parte del país, entre los 0 y 2000 metros sobre el nivel del mar. Por encima de la altitud hay un fara de pelaje blancuzco y grisáceo con tamaño similar al de un gato.

Las hembras generalmente son más pequeñas que los machos y se caracterizan por la presencia de una bolsa en la cual hay 13 pezones en forma de círculo, donde protegen y alimentan a sus crías.

Es un animal de hábitos terrestres y arborícolas. A pesar de ser considerada una especie común, abundante y ampliamente distribuida en el país, poco se conoce sobre su ecología e historia natural y este es el reto para poder diseñar planes y programas que faciliten su conservación.

Labor académica

Hace cinco años el biólogo Carlos  Cáceres Martínez, del Grupo de Investigación en Ecología y Biogeografía de la Universidad de Pamplona, junto con el estudiante de biología Camilo Ernesto Angarita y José González Maya, del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México, han desarrollado investigaciones que apuntan a conocer el estado actual de las especies de mamíferos y sus poblaciones en el departamento.

Producto de ello publicarán el artículo: ‘Estado actual y nuevos aportes de la clase Mammalia (grupo faunístico donde se encuentran los mamíferos) en Norte de Santander’.

El trabajo reúne nuevos registros, áreas de distribución y hace un llamado para mejorar su manejo y ver la representatividad de los mamíferos dentro de las áreas protegidas y bosques del departamento.

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