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Niños de los santanderes se unen para proteger el Páramo Santurbán
Los 5.413 estudiantes de Santander y Norte de Santander firmaron el pacto en defensa del páramo de Santurbán. (Fotos: Roberto Ospino/La Opinión).
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Roberto Ospino
Domingo, 19 de Diciembre de 2021

El sentir el intenso frío, el silbido del aire al estrellarse contra las montañas rocosas, el color azul del agua y el estar a casi a 4.000 metros más cerca de las estrellas, fueron las primeras impresiones del grupo de niños ganadores del Concurso “Coloreando por Santurbán”.

Después de una hora caminando desde la carretera que conduce al municipio de Vetas (Santander), por un sendero de 1.500 metros de largo los niños, padres, organizadores y demás acompañantes llegaron a las Lagunas Negras, que hacen parte de la vereda Ortegón.

A lo largo del recorrido se divisan campos de frailejones endémicos, árboles de romero; colchones que parecen mantos tejidos con flores, extensos territorios con hierva de páramo y aguas cristalinas que corren entre riscos y peñascos.


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No muy lejos se escuchaba el trinar de las aves. Desde la parte más alta de la montaña despegaron dos águilas que surcaron los cielos, emitiendo chillidos que se fueron disolviendo en la lejanía del territorio andino.

Esa es la percepción que se siente al arribar a una de las lagunas que conforman el complejo rocoso o “Nudo de Santurbán”, en territorio de Santander, llegando por el corregimiento de Berlín.

Son más de tres horas, partiendo en vehículo desde Pamplona para llegar al desvío que va hacía el municipio de Vetas, en donde los “paramunos” hacen defensa al ecosistema y se oponen a la explotación de los minerales, entre ellos el codiciado oro.

Si esto llegara a ocurrir se cortarían los acuíferos o fuentes subterráneas de agua, que al brotar forman las nacientes, quebradas y ríos que surten las lagunas de donde depende la supervivencia de millones de personas de Norte de Santander y Santander.  Es por eso que los estudiantes, en el terreno, ratificaron el compromiso por la defensa de la infancia, la vida y el agua.


Protagonistas 

 

Los niños que fueron seleccionados al presentar dibujos que merecieron los premios, y como estímulo, los llevaron a conocer esa franja de terreno del macizo montañoso.

Ellos hacen parte de los tres primeros puestos de las categorías de 6 a 9 años, de 10 a 13 años y de 14 a 16 años, de las instituciones educativas de Norte de Santander y Santander.

En total participaron en el concurso 5.413 estudiantes y se escogieron 5 por cada categoría, quienes recibieron aparatos tecnológicos.


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La niña Sara Valentina Rueda Morales, de la institución educativa Pablo Correa León, sede María Auxiliadora (Cúcuta), bien protegida del frío, quien ocupó el primer puesto en la categoría de 6 a 9 años, se mostró satisfecha porque se le cumplió en sueño al constar de donde sale el agua que consumen en su hogar. 

“Pinté dibujos sobre cómo proteger nuestro páramo con la temática de no a la minería, no a la tala de los frailejones y bosques, porque nos vamos a quedar sin riqueza natural”, enfatizó.

Del municipio de Puente Nacional (Santander), estuvo, Kristhián Camilo Mogollón Guzmán, que se inspiró en los elementos de la naturaleza y el mensaje que dejó es que todas las personas deben venir conocer el páramo que es donde se produce el agua, para que de esta manera tomen conciencia del cuidado del medio ambiente.

Freinner Daniel Rodríguez, del CER de San Gil (Las Mercedes-Sardinata), les pidió a los niños que se conviertan en guardianes de la naturaleza y de los páramos que producen vida.

Y en representación de la institución educativa Santa María Goreti (Bucaramanga), estuvo la niña María Angélica Quitian Rodríguez, quien considera que existe la necesidad de conservar el páramo y no tener indiferencia por el ecosistema, sino protegerlo en todos los sentidos. 

“Dibujé el oso de anteojos, porque está en vía de extinción y da tristeza que desaparezca. Así es que también tenemos que cuidar el páramo”, afirmó, Duván Díaz Contreras, del Colegio San Miguel Arcángel (Chinácota).

El mensaje general es que los niños van a ser los fieles guardianes de los páramos, porque quieren en el futuro seguir viviendo a la par con las demás generaciones.


Lea aquí: Con germinador de frailejones le apuntan a restauración del páramo Santurbán

El ambientalista y diputado pamplonés Jhon Edisson Ortega, quien gestó el proyecto educativo-pedagógico, afirmó que esta es una de las partes centrales del proceso y que se ratifica con la traída de los niños ganadores a una de las fuentes hídricas del complejo de Santurbán.

“Estamos muy orgullosos y satisfecho por todo lo trabajado por tantos niños en pueblos, veredas, zonas y ciudades de los Santanderes”, indicó.

El líder comunal explicó que ese clamor de los niños se convirtió en un mandato de una generación que rechaza cualquier intervención minera en contra del páramo por parte del Gobierno Nacional

“Estas acciones de la niñez se va a dar a conocer, no solo en nuestro país, sino en instancias internacional para que respeten los ecosistemas que producen el agua a millones de ciudadanos en los dos departamentos”, afirmó Ortega.

El concurso cuenta con el apoyo del dirigente ambiental y diputado de Santander, Giovanny Leal, Ciudadanos Azules Internacional, Santander por Naturaleza, Corponor, Coomultrup, la Gobernación de Norte de Santander y el equipo de trabajo que sacó adelante el concurso “Coloreando por Santurbán”.

Creencia ancestral

Ante de ingresar al área de las Lagunas Negras, el visitante se encuentra con una tabla descriptiva en donde se marca la altitud (3.783), las coordenadas y tiene la siguiente descripción:

“La leyenda cuenta que en años anteriores los indios Chitareros, al ver que no llovía en la zona, se acercaban a la laguna para lanzarles rocas y ella por defenderse comenzaba a llover; era así como los indios garantizaban no entrar en sequía por grandes periodos”.

De esta manera se recuerda que eso territorio es sagrados, por lo que quienes lo frecuentan deben guardarle respeto a la naturaleza, no afectarla porque las lagunas, la fauna, la fauna y demás elementos ecosistémicos, son bienes contemplativos.

También los lugareños y visitantes van marcando las rutas, colocando  montículos de piedras de diferentes tamaños.

Para algunos tiene significado religioso y cultural, que proceden de los antepasados indígenas.
Otros para dejar un recuerdo que estuvieron allí. De esta manera le agradecen a la naturaleza y por las bendiciones recibidas de los dioses de las montañas. 

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