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Cabeza fría
No se puede insistir en las mismas soluciones o seguiremos repitiendo la historia sin fin de esta región que nos tocó por terruño.
Sábado, 29 de Agosto de 2015

La actual crisis devela finalmente los problemas profundos que han sido la causa final del cierre indefinido de la frontera de parte del régimen de Maduro, hecho que sin desconocer ni disculpar su actuación repudiable y autoritaria contra población inocente, venía gestándose de a poco en su particular forma de entender el problema y sus causas.

Su visión miope y sus decisiones unilaterales y abusivas, son el resultado de culpar exclusivamente a Colombia y los malos ciudadanos colombianos que delinquen en la frontera común. Porque, no nos digamos más mentiras y empecemos también a asumir nuestra cuota de responsabilidad, la existencia inocultable de mafias del contrabando de hidrocarburos, alimentos y tráfico de estupefacientes, tiene dos caras de la moneda. Por un lado las bandas criminales, reductos de paramilitares colombianos que siguieron en su accionar criminal obteniendo fabulosas ganancias por extorsionar, traficar y contrabandear; y por otro lado las mafias propias de las autoridades venezolanas, especialmente de la Guardia Nacional, proclives a dejarse sobornar sin ningún pudor de estos grupos, convirtiéndose en cómplices directos de sus delitos, perpetuando el problema y tornándolo un círculo vicioso de criminalidad y chantaje.

Adicionalmente, nosotros los habitantes de esta tierra, conscientes, y muchas veces presionados por el factor económico, de manera directa hemos contribuido a sostener este mercado ilícito acudiendo de manera irresponsable a tanquear en pimpinas, a comprar productos de origen venezolano subsidiados, a permitir la informalidad como empleo de muchos, alimentando ese tráfico de productos que se convirtió para estos delincuentes en un negocio redondo.

No podemos desconocer, el caos cambiario que rige esta frontera, por el irresponsable manejo económico y cambiario del régimen chavista con respecto a la divisa, propiciando otro rubro de negocios y ganancias para los ciudadanos de aquí y de allá, sin mover un músculo, lo que ha creado una generación de jóvenes que ya no quieren trabajar, si no, simplemente esperara ganar con una simple transacción cambiaria. Perversión esta, de absoluta responsabilidad del gobierno venezolano, en su errático y folclórico manejo de la economía.

De las crisis y los problemas, debe quedar algo bueno, y prevalecer la cabeza fría, no se puede insistir en las mismas soluciones o seguiremos repitiendo la historia sin fin de esta región que nos tocó por terruño. Adicionalmente el país total, debe entender que esta relación con Venezuela se debe acabar, se debe iniciar una nueva etapa de relaciones planteadas de manera diferente. Debemos empezar desde aquí, por nosotros mismos, Venezuela se terminó para los colombianos como su tierra prometida. Ya no va más, Cúcuta y el departamento deben asumir que esta codependencia llegó a su fin. Por supuesto que las relaciones de fraternidad, cooperación, resolución común de sus conflictos deben seguir adelante. Pero debemos entender que por el momento manejamos dos visiones políticas y económicas totalmente opuestas en su concepción. Por nuestra parte somos una democracia plural, una economía de mercado, de libre cambio y con reglas que debemos respetar. Por el lado venezolano, es una dictadura autoritaria disfrazada de democracia, con una economía y concepción política encaminada al comunismo, pero que adicionalmente se encuentra postrada por la caída masiva de los precios del petróleo. Ellos verán como resuelven sus problemas.

Por parte de nosotros debemos reorganizar nuestras costumbres, debemos comprar de lo nuestro, debe exigirse un compromiso inaplazable de parte del gobierno central para que ayude de una vez por todas a ésta región olvidada de sus planes, en concretar proyectos autónomos de inversión, de economía propia con miras a mercados lejanos, en atracción para inversión foránea. Y por supuesto, todos los ciudadanos desplazados y deportados, deben ser reubicados de la manera más expedita posible, a sus regiones de origen, con verdadera ayuda para reorganizar sus fuentes de trabajo y su futuro.</

 

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