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Capital, ahorro, industria y el papel de la universidad
Pienso que nuestras universidades públicas y privadas en Norte de Santander no han estado verdaderamente involucradas con la industria por razones de tradición y cultura. Pero nunca es tarde.
Sábado, 14 de Agosto de 2021

Son muchos los entes que se han creado en los últimos años para buscar una integración necesaria entre el Estado, que debe establecer las condiciones regulatorias y aportar recursos básicos; la Universidad, que debe aportar el conocimiento y la industria que debe aprovechar las condiciones favorables que creen los dos primeros.

Pero es frecuente que en estas reuniones ignoremos la historia y desaprovechemos sus lecciones, ya que es una gran maestra.  Conocer la manera como se industrializó el país, sus éxitos y sus fracasos, es fundamental si queremos entender la cultura industrial colombiana. En este empeño tenemos a nuestra disposición el excelente libro “Empresas y empresarios de Colombia siglo XIX” que nos compartió la Academia de Historia de Norte de Santander.

De obligada lectura es el texto de Pierre Raymond “De la utopía a la agonía: Historia del fracaso de una inversión industrial pionera en Santander (1907-1980)”. Raymond, investigador de la Universidad Javeriana, relata la manera como la ilusión de un soñador, el general Lucas Calderón, quien fuera miembro de la delegación colombiana que se reunió en el buque norteamericano Mayflower con la delegación panameña con el objeto de tratar de devolver Panamá a Colombia logró engañarse a sí mismo y a inversionistas franceses y belgas para invertir en un sueño. En efecto, quiso construir en su Hacienda San José, en la vieja carretera que conduce de Barbosa a Oiba, una fábrica de hilados y tejidos, otra de chocolate y un molino de trigo. Pero no tenía ahorros y tuvo que conseguir capital de trabajo a través de préstamos que nunca pudo pagar y que convirtieron su hacienda en un pueblo de propiedad absoluta, manejado extraterritorialmente por la Sociedad Industrial Franco Belga hasta terminar la primera mitad del siglo XX.

El caso de Antioquia es bien diferente. Dice María Claudia Saavedra en el capítulo  del libro en mención, “El caso de la producción textil en Antioquia” que “la economía de la región antioqueña, a comienzos del siglo XIX, giraba en torno a la minería y al comercio. Con el desarrollo de estas actividades se fortaleció el proceso de acumulación de capital que jugaría un decisivo papel en la diversificación de la inversión en Antioquia.” 

Aunque podríamos abundar sobre el tema, esta cita lo dice todo: el éxito de la industrialización antioqueña se basó en el ahorro de los réditos de las actividades económicas propias de la región que resultó en la acumulación de capital necesaria para el sostenimiento de cualquier empresa. Pero también hay que tener en cuenta que el desarrollo de la minería no fue una actividad empírica, como es frecuente encontrar en regiones como la nuestra.  Por el contrario, en 1886 se creó por ley la Escuela de Minas de Medellín, hoy, parte de la Universidad Nacional.  De esta manera, Antioquia entendió el papel fundamental de la Universidad en la formación del talento humano necesario para su sostenibilidad y progreso.

Ya en el siglo XX se crearían las Universidades Industriales de Santander y del Valle, la primera con el objeto de formar ingenieros de petróleos y la segunda, agroindustriales. El Valle suprimió el nombre y la orientación de industrial con la creación de su Facultad de Medicina en 1952.  No lo hizo así la UIS que, aun convirtiéndose en una de las mejores universidades del país, mantiene vigente su orientación. 

Pienso que nuestras universidades públicas y privadas en Norte de Santander no han estado verdaderamente involucradas con la industria por razones de tradición y cultura. Pero nunca es tarde. Cuando comenzamos a hablar de nuevo de megaproyectos en medio de los problemas reales de la frontera tenemos que reorientar la educación universitaria para que, manteniendo su calidad, se dirija más a trabajar con la industria y con el Estado, proveyéndolos de los profesionales que necesitarán en el futuro cuando el departamento se adentre en la conquista del futuro.

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