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Ciudadanos con trabajo y sin trabajo
Se debe revaluar la vieja clasificación entre ricos y pobres, que se ha considerado como un lugar común inmodificable.
Domingo, 18 de Septiembre de 2022

La proliferación de teorías surgidas con la llegada del Presidente Petro nos obliga a exponer algunas ideas para tratar de entender esta nueva etapa de la vida nacional y lo que puede significar para los ciudadanos.

Se debe revaluar la vieja clasificación entre ricos y pobres, que se ha considerado como un lugar común inmodificable, porque buena parte de las teorías económicas y los programas gubernamentales se basan en ella con resultados mediocres.

La categorización que debe adoptarse es la de ciudadanos con trabajo y ciudadanos sin trabajo, para no seguir considerando a la pobreza como una condición permanente de la sociedad para aliviarla con auxilios insuficientes y acciones de buena voluntad que nunca lograrán erradicarla.

El esquema de ricos y pobres se viene utilizando inveteradamente y es el que más se presta para la demagogia: hay que ayudar a los pobres; hay que dar a los pobres lo que tienen los ricos; hay que dolerse de la pobreza, y “pobreteando” a una sociedad inconforme se consigue que ella se sienta inútil y amansada.

Si se comprende que los ciudadanos necesitan trabajar para obtener un mejor modo de vida y aumentar su dignidad y autoestima, los esfuerzos para superar las desigualdades son más claros y eficientes. Hay que tratar que todos los ciudadanos tengan trabajo, que no es lo mismo que tener un empleo.

Algunos ejemplos nos pueden ayudar a dilucidar el asunto: Los vendedores informales son personas que tienen trabajo, pero sus condiciones son, generalmente, inapropiadas. El camino no es “formalizarlos” en el sentido de buscarles empleos ordinarios en los que seguramente ganan menos que en su actividad actual, sino otorgarles condiciones que los favorezcan, como vincularlos a todos a la seguridad social (Sisbén); asignarles legalmente los lugares donde ejercen su trabajo para sustraerlos del control de las mafias que se apropian de las calles; establecer mecanismos para que las grandes empresas productoras de alimentos empacados que tienen en ellos canales gratuitos de distribución, les reconozcan descuentos y comisiones por sus servicios, etc.

Algo similar se puede hacer con los que prestan el servicio de transporte en bicicletas; cuidan los vehículos en las calles; cargan bultos en los comercios; arreglan jardines como independientes etc.

En el sector rural también se pueden mejorar las condiciones de vida de los pequeños productores abaratando los insumos, como lo propone el Presidente Petro; ampliar la cobertura de la seguridad social; mejorar los subsidios de alimentación y transporte para los escolares etc.

Todo, sin olvidar que la inversión privada genera empleos formales en la agroindustria; el comercio; la construcción; los desarrollos tecnológicos; la economía naranja y otros sectores productivos. Esa inversión hay que estimularla porque lo fundamental para el progreso de un país no es que el gobierno se enriquezca para regalar el dinero, sino que sea un motor de la economía creando un entorno productivo para la empresa privada y, también, distribuya adecuadamente los recursos para atender las necesidades de segmentos de la población que por sus limitaciones de edad y salud no pueden trabajar. 

ramirezperez2000@yahoo.com.mx

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