Es difícil hacer una evaluación imparcial del gobierno del presidente Petro porque entre arengas, viajes, twitts, declaraciones contradictorias, amenazas, rectificaciones y peleas no se alcanza a apreciar cuál es el rumbo que tiene la administración nacional.

No se ve que se estuviera dando verdadera solución a los problemas más graves del país, mencionados desde la campaña electoral y, en cambio, el presidente emprende acciones que más parecen estrategias distractoras de la aspiración de los ciudadanos. 

No se alcanza a enumerar todas esas acciones, pero varios ejemplos ilustran esta apreciación: Una de las primeras, que a mi entender es un exabrupto, es la discusión sobre la construcción del metro de Bogotá porque el presidente afirmó que debe ser subterráneo y, en consecuencia, deberían modificarse el diseño, la financiación y desarrollo del contrato en curso. ¿Por qué el presidente, que tiene la enorme tarea de conducir al país en medio de grandes dificultades, desvía la atención hacia un asunto de competencia de la Alcaldía, ya definido?

Otra, por cierto, baladí es el enfrentamiento con el presidente Nayib Bukele de la república de El Salvador por la forma de gobernar de cada mandatario. Puede estarse o no de acuerdo con el centroamericano, pero eso no debería ser motivo de una controversia internacional que no conduce a nada.

La discusión sobre los beneficios que el gobierno quiere otorgar a los integrantes de la llamada Primera Línea ha generado todo tipo de pronunciamientos de uno y otro lado, cuando esto debería ventilarse como un procedimiento judicial de común ocurrencia.

Y, recientemente, el enfrentamiento entre el Presidente de la República y el Fiscal General de la Nación, que suscitó los más agrios comentarios y hasta la actuación de las Altas Cortes, tiene un trasfondo equívoco. Hay periodistas que afirman que se trató de una estrategia para descalificar a la Fiscalía General en lo referente a las investigaciones que adelanta al hijo y al hermano del presidente Petro por actuaciones presuntamente dolosas.

Mas, lo que importa realmente al país es el mejoramiento de las condiciones de vida de la población vulnerable; la seguridad ciudadana; la disminución del costo de vida; la generación de empleo productivo; el impulso a la economía…

Y, entonces, cabe la pregunta: ¿La promesa de la Paz Total se está logrando? ¿El desarrollo del turismo como alternativa de la producción petrolera tiene avances? ¿Ya se iniciaron obras para la construcción y mejoramiento de vías terciarias que favorecen a los productores del campo? ¿El control de la corrupción oficial ya ha dado algunos resultados?

Es obvio que en, apenas, 9 meses de gobierno sólo se puede hacer un balance muy parcial de su desempeño. Pero, lo preocupante es que no se ve a un gobierno cohesionado creando los fundamentos de la acción gubernamental para abocar la solución de los grandes problemas nacionales. 

En otras palabras, hay el temor de que el presidente, hábil en poner el foco de la atención en determinados asuntos, esté actuando como un ilusionista que embelesa al público mientras lo engaña con las artimañas de su magia.

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