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Inmigración: política y doble moral
El problema de la migración se presenta como una peste de incalculables dimensiones que pretende quitar el empleo a los nacionales y apoderarse de todos los beneficios.
Jueves, 23 de Mayo de 2019

El tema de la inmigración en el mundo ha sido tomado por los politiqueros, que a falta de propuestas válidas para un mejor gobierno y unas mejores oportunidades para los electores, acuden a temas sensibles para tergiversarlos y sembrar miedos, de tal manera que sea posible obtener votos por esa vía.

Aquí es cuando aparecen las extremas anunciando toda clase de desgracias sin que sea posible analizar el problema con cifras reales y sobre todo con base en las verdaderas incidencias. El problema de la migración se presenta como una peste de incalculables dimensiones que pretende quitar el empleo a los nacionales y apoderarse de todos los beneficios.

Eso definitivamente no es así. En la Unión Europea solo el 7% de la población es inmigrante, de una población total de 500 millones de habitantes. Pero allí los políticos oportunistas no dicen que ese Continente está en grave crisis de natalidad y que muchos países son considerados como de viejos, pues los nacimientos disminuyen cada día ante la indiferencia de las nuevas generaciones para procrear. 

El diario El País de Madrid, analiza el tema y dice que en el caso italiano, precisamente donde existe en estos momentos una enorme presión contra los inmigrantes, debido al régimen de extrema derecha que gobierna, se espera que para el 2025 existan 1.800.000 personas menos que hoy, que de no propiciar una política de inmigración, para esa fecha el país se verá en serios aprietos para atender su capacidad productiva.

Y el tema puede ser mas grave en países como Alemania, Francia y aquellos llamados Nórdicos, en donde definitivamente la natalidad está por el piso.

Tal vez lo único para destacar es el caso canadiense, en donde sí existe una real conciencia sobre el tema y allí se han diseñado políticas de Estado para propiciar la inmigración, y poder estar en capacidad de contar con capital humano para atender sus necesidades.

El temor por un país lleno de viejos debe asustar a cualquiera, no porque ellos causen un daño específico, sino porque no hay quien produzca para poderlos sostener; el esfuerzo entregado por ellos a la sociedad, no tiene relevo para asegurar una continuidad, y eso en sí, produce una enorme injusticia.  

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