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La otra independencia
La libertad ha sido inspiración constante: para héroes, o incógnitos, no interesa, siempre y cuando refleje las condiciones de autonomía, y de idealismo.
Domingo, 19 de Julio de 2015

La libertad ha sido inspiración constante: para héroes, o incógnitos, no interesa, siempre y cuando refleje las condiciones de autonomía, y de idealismo, necesarias para que un ser humano se valore como universal. 

La gran ventaja es que su tiempo es invisible, e infinito, está en la esencia de cada uno de nosotros, como faro y luz de lo que debe ser la vida.

Es múltiple, como sus escenarios, está sembrada en el espacio de cada quien, como persona, o como nación y, ahora, como mundo global. 

No sé para cuál de ellos el problema sea mayor: en las naciones, sus principios rebotan en las redes de los intereses parcializados, en esas mañas viejas de la política, en la apariencia de solidaridad social, en las falacias de la justicia y de la paz. (Eso es todo falso: pero no es mi tema, porque tengo un rechazo patológico y emocional a la política).  

Me importa, eso sí, la libertad como una suprema bandera de lucha individual, interior, madura, para traslucir el cristal del destino y hallarle sentido a la existencia, para creer que vale la pena y que, de suyo, importa más que nada. 

El destino se encarga, además, de aportar lo suyo, si uno lo deja, y lo acepta, con la humildad del gorrito frigio del escudo, que marca la distancia entre dios y los hombres, porque les recuerda que siempre hay alguien por encima.

Tiene uno que llenarse de sabiduría para asumir esa verdad, para dejar las cosas mundanas con la hidalguía del estudio, para ascender con libertad a la libertad, para no llegar tarde a la cita que tiene uno con su propio tiempo, con las alforjas repletas de esperanza.

La otra faceta de la libertad, insisto, la de la historia y las revoluciones, está contagiada de la condición humana, de gente pensando en su propio beneficio haciendo pensar a los demás que es por ellos por quienes luchan. 

En el mejor de los casos pienso que se trata de una mentira piadosa.

De manera que si uno se esfuerza en la educación de sí mismo en lecciones de libertad, superará esa malicia y la aparente viveza de triunfo que tienen los que hablan en nombre de la libertad: su realidad magnánima espera al otro lado del camino, en cada instante de la emoción espiritual.

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