Muy lamentable el caso ocurrido en el campus de la Universidad de Santander (UDES), el sábado 27 de enero en horas del mediodía, cuando una jovencita de 21 años estudiante de cuarto semestre de medicina, según hipótesis preliminar, se lanzó al vacío desde un octavo piso de una de las torres del centro universitario, como lo informaron las redes sociales y confirmado por este medio informativo.
Es preocupante la ola de suicidios que se están registrando en nuestro país, como lo señalara la Procuraduría General de la Nación en un documento a finales del año pasado, donde reseñó que la tasa de suicidios entre enero y julio del 2023 se incrementó en un 15.73% con relación al mismo periodo del 2022, pasando de 1.564 a 1810 casos, de estos aproximadamente el 40% fueron de jóvenes y adolescentes y los intentos sumaron un total de 30.021 según cifras del Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública.
En los adultos principalmente, influyen en la toma de estas decisiones desesperadas, la situación económica, una ruptura amorosa, la adicción a las drogas y al alcohol, una enfermedad, la soledad, la depresión, el maltrato físico, psicológico y sexual, el acoso laboral etc.
En los jóvenes y adolescentes, el maltrato físico, psicológico y sexual, el matoneo, el bullying, el acoso sexual y escolar, la presión escolar, la invasión de la privacidad, el abuso de sustancias ilícitas y el alcohol, el ciberacoso, el abuso sexual, la depresión, pérdida de seres queridos, el divorcio de sus padres, trastornos mentales, falta de amor y compañía de los padres, familias disfuncionales y las decepciones amorosas, son los más representativos.
Se debe por parte del Estado, reforzar un programa agresivo de salud pública, que incluya profesionales de la salud mental en escuelas, colegios y universidades que traten preventivamente los casos donde se produzcan señales entre los estudiantes propensos al suicidio. Que, dentro del pénsum se dicten conferencias y se exhiban películas relacionadas con los detonantes que impulsan a miles de jóvenes y adolescentes a pensar como escape en el suicidio.
En este caso en particular, del presunto suicidio de esta joven, se debe adelantar con rigurosidad una investigación para determinar con exactitud sobre las verdaderas causas que llevaron a esta estudiante a tomar tan fatal decisión. Los padres, familiares y amigos están en la obligación moral de colaborar con la misma, que sirva de ejemplo y de escarmiento, de hallarse culpables, que seguramente los hay, para que respondan penal o socialmente.
Es una de las formas de eliminar o disminuir algunos de los motivos en los que se encuentran en forma cotidiana nuestros hijos que los llevan a estos desafortunados desenlaces.
A los padres y familiares de la joven, les expreso solidaridad y mis sentidas condolencias.
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