La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
Los “ismos” en política
Es decir, acabar con los personalismos - como el macrismo - y que el único partido político supérstite sea el justicialismo - peronismo -, el mismo que tiene a Argentina en un desastre económico enorme.
Martes, 28 de Noviembre de 2023

Recientemente, con ocasión del triunfo arrollador y refrescante de Javier Milei en Argentina, escuché unas declaraciones del presidente en ejercicio Alberto Fernández, que ya había dicho lo mismo meses atrás, en el sentido que los personalismos políticos deben acabarse en su país. A renglón seguido, después de clamar por radio y televisión que se eliminen los “ismos”, ratifica que “tenemos que renovar el peronismo y terminar con los personalismos”. Es decir, acabar con los personalismos - como el macrismo - y que el único partido político supérstite sea el justicialismo - peronismo -, el mismo que tiene a Argentina en un desastre económico enorme. Si el nuevo gobierno emprende la tarea espero que sea únicamente con “sudor y lágrimas”. Y pensar que es la misma receta demagógica que quieren replicar en Colombia. 

En nuestro caso, en Colombia, no hemos estado exentos de personalismos políticos. Si arrancamos desde los inicios del siglo XX, en plena Hegemonía conservadora, cuando, se entiende, existían dos partidos políticos, el Liberal y el Conservador, no todo era color de rosa porque no estaban compactos. Existían diferencias que desembocaban en disidencias políticas, en personalismos. Por ejemplo, el Quinquenio de Reyes fue más personalista que la formación política que representaba. Digamos, el reyismo. Desde la República Liberal, tuvimos Lopismo (L. Pumarejo), Laureanismo, Alzatismo, Turbayismo, Gaitanismo, Ospinismo, Santismo (Eduardo Santos), Llerismo (Alberto y Carlos), Pastranismo (M. P. Borrero), Alvarismo, Galanismo, otra vez Lopismo (L. Michelsen), Gavirismo, Samperismo, otra vez Pastranismo (Andrés Pastrana Arango), otra vez Santismo (Juan Manuel Santos), Uribismo, y, finalmente el Petrismo, entre los más representativos. Son corrientes políticas que se formaron dentro de las colectividades políticas o se abrieron de las mismas por divergencias doctrinarias, como el Movimiento Revolucionario Liberal - M. R. L. -, o por disgustos u odios entre correligionarios para frenar aspiraciones legítimas o reeleccionistas, como el Galanismo. Pues todos ellos tuvieron la administración del país durante buena parte del siglo XX y dos décadas del corriente XXI, cuidando la economía y todos contentos. 

La mayoría de los inspiradores de esos personalismos conquistaron el poder político. Unos lo disfrutaron plenamente, como López Pumarejo, López Michelsen, César Gaviria Trujillo y el mismo Julio César Turbay Ayala; otros, fueron defenestrados a mitad de camino, como el señor Laureano Gómez Castro, objeto de un golpe de Estado el 13 de junio de 1953, o Golpe de opinión, como lo denominó Darío Echandía; otro, por error de cálculo, no fue presidente de la República, como Gilberto Alzate Avendaño, y cuando sus huestes le preguntaron qué había pasado, él contesto: “Es más fácil ser historiador que profeta”. Otro fue atajado violentamente en Soacha el 18 de agosto de 1989, como Luis Carlos Galán Sarmiento, buen lector de Pierre Teilhard de Chardin, que en cierta forma fue el fundamento de su teoría política, como se lo comunicó a Fernando González Pacheco en célebre entrevista. Otro llegó a la primera magistratura del país con acusaciones de haber recibido dineros “calientes”, y le hicieron la vida imposible, como Ernesto Samper Pizano. Estos personalismos en política son inevitables, en cualquier parte del mundo, el asunto es determinar cómo ejercerán como gobernantes.  


Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en  https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion

Temas del Día