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Nuestra ‘franjota’ de Gaza
En una columna anterior expresé que quienes plantean guerras de exterminio, como los militaristas japoneses en la Segunda Guerra Mundial obligan a actuaciones definitivas.
Sábado, 2 de Diciembre de 2023

Nuestra zona fronteriza colombo-venezolana del Catatumbo, en su zona más dedicada a la “paz total” tiene unos dos mil kilómetros cuadrados, algo así como cinco veces y media la franja de Gaza, hoy centro de la atención mundial por la respuesta de las Fuerzas de Defensa Israelí al ataque terrorista del pasado 7 de octubre.

La respuesta militar israelí, radical como debe ser, los ha llevado hasta el centro de la franja de Gaza donde han encontrado hospitales y escuelas con doble uso, el que aparenta y como centros terroristas, automóviles civiles escondiendo misiles, casas de ciudadanos comunes con niños con explosivos y demás perlas que muestran que el concepto de civiles en la franja de Gaza lo eliminó Hamas. Hoy los habitantes de la franja son combatientes que bien lo hacen por manejo conductista, pues desde niños a los palestinos en Gaza se les enseña que deben eliminar a Israel, tal como hizo el regimen nazi en Alemania que enseñaba la infrahumanidad de los judíos que llevó hasta el holocausto con la anuencia de gran parte de la población alemana nazificada, sea porque los mismos palestinos son rehenes de Hamas y eso se ha visto en que no le ha importado a Hamas lanzar misiles errados que caen sobre la misma franja, o simplemente por desesperanza como en otros regímenes policiacos.

Si se deja que radicales se posesionen de un territorio “aislado”, eso equivale a entregarles rehenes civiles a esos radicales. Los fundamentalistas y radicales no respetan los derechos humanos ni mucho menos el derecho internacional humanitario, pero si lo utilizan para sus fines; la famosa consigan de todas las formas de lucha. Y lo grave de esto es que hay muchos en el mundo Occidental que actúan como idiotas útiles o quintacolumnistas, sean periodistas, burócratas internacionales, ONGs con agenda, usuarios de redes influenciables, bodegas y otras especies que dan apoyo a los radicales actuando como caja de resonancia de los terroristas, quienes atacan y se esconden detrás de civiles y cuando son repelidos gritan “nos están matando” y lo replican su ejército de comunicadores quienes sostienen que se está violando el Derecho Internacional Humanitario ignorando el derecho a la legítima defensa ante el terrorista, quienes usan escudos humanos que significan muertes “civiles” y “mártires” a explotar. Es el uso de avances sociales que ha tenido Occidente en el tema de derechos humanos, para destruir a Occidente. Mientras los palestinos solo quieran ser héroes o mártires, por educación y cultura, el futuro pinta trágico.

Igual pasa con los grupos guerrilleros colombianos que emboscan al ejército y después se refugian en sus campamentos con niños y mujeres y cuando son bombardeados, los quintacolumnistas gritan “violación del DIH”. Basta oír a Gustavo Petro, defensor abierto de Hamas, diciendo que no se puede elegir otra vez a los que “vuelan niños”. 

En una columna anterior expresé que quienes plantean guerras de exterminio, como los militaristas japoneses en la Segunda Guerra Mundial obligan a actuaciones definitivas. Dos bombas atómicas y 130 mil civiles japoneses caídos evitaron la muerte de tres millones de jóvenes occidentales y pusieron fin al militarismo japonés.

Nuestro Catatumbo, degradado desde hace muchas décadas por el abandono centralista, con la llegada del oleoducto, la coca y el chavismo, arropados en la “paz Nobel” y ahora de la “ paz total”, se convirtió en nuestra “franjota” de Gaza. Es un estado dentro del estado colombiano con su propio gobierno radical. ¿Cuándo los  narco-radicales colombo-venezolanos con conexiones con terroristas como Hamas, Hezbollah y la Guardia Revolucionaria Iraní decidirán tomarse Cúcuta y eliminar sus “enemigos de clase”? Como el terremoto futuro, no es cuestión de saber si sucederá, sino cuando. Israel tiene fuerzas de defensa, nosotros no, y Naciones Unidas velara por los derechos humanos de los terroristas, como ahora hacen en Gaza.

Occidente debe rectificar y no permitir que sus logros sean usados contra ella misma como hoy sucede con las elecciones.