A finales del mes de junio conocimos la crisis vivida en Rusia y Ucrania con la ‘rebelión’ del Grupo Wagner, un verdadero ejército privado controlado por un oligarca ruso, Yevgeni Prigozhin, que finalmente se resolvió, por lo menos parcialmente, con la intervención mediadora del Presidente de Bielorusia y aliado de Vladimir Putin y por supuesto compartiendo mucho, ‘los Wagner’ de su ideología nacionalista y de reconstrucción de la vieja ‘Gran Rusia’. Pero más allá de los incidentes del caso lo que deseo es proponer unas reflexiones acerca de su significado.
Se ha considerado que una dimensión que el Estado capitalista no ha estado dispuesto a ceder es el monopolio de la coerción física o si se quiere el control de la capacidad coercitiva de la cual se derivan los monopolios clásicos del Estado moderno.
Sin embargo, el caso mencionado del Grupo Wagner, así como lo hizo Estados Unidos en la segunda guerra de Irak –donde el segundo ejército más importante después del norteamericano era el de las compañías privadas-, fue acudir de manera creciente a modalidades que podemos denominar de ‘privatización de la guerra y en esa medida, por lo menos comenzar a ‘ceder’ en ese campo estratégico del Estado.
Porque así como sabemos que el Grupo Wagner fue fundamental para apuntalar las acciones rusas en la ‘recuperación’ de Crimea en 2014 y en la guerra de Siria –en apoyo del Presidente Assad- y en conflictos varios en Africa, entre ellos el de Libia y por supuesto en la ‘operación especial’ rusa en Ucrania, con énfasis en la región pro-rusa del Dombás.
No hay duda que existe una tendencia creciente en las guerras contemporáneas a acudir a este mecanismo de ‘ejércitos privados’ que los vimos, además de los conflictos mencionados, en los de Serbia, y en general Balcanes, en los últimos conflictos africanos, para no dejar de mencionar los casos de Haití –con todas las barbaridades que de allí se han derivado, incluido el asesinato del Presidente- en Latinoamérica y el caso colombiano donde buena parte de la cooperación militar norteamericana en el marco del llamado Plan Colombia estaba condicionado a la presencia de compañías privadas, ejecutando parte de los mismos.
Y por supuesto las modalidades de privatización de nuestro conflicto interno armado con la presencia de los grupos paramilitares, de lo cual estamos conociendo hoy muchos detalles con la acción de la JEP.
Sin duda este caso de Rusia, junto con todo lo anterior, deben ser motivo de reflexión académica para valorar si estamos entrando en un período en que la presencia monopólica de los ‘Ejércitos Nacionales’ comienza a diluirse y estamos ad portas de una nueva fase en la cual los Estados comienzan a privatizar aspectos cada vez más relevantes de la seguridad y la defensa, retornando a nuevas modalidades de ‘ejércitos mercenarios’ –en el campo de la seguridad ciudadana sabemos que el rol privatizador ya ha avanzado bastante y seguramente se seguirá profundizando-.
Esto no es algo de menor cuantía y debemos seguirle la pista, porque podemos estar presenciando transformaciones más profundas del rol del clásico y conocido Estado-Nación.
