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Un pelo en la biblia
Mi amigo, el que me transmitió el cuento, dice que haciéndose el toche, como que sí y como que no, fue a la biblia también encontró su pelo.
Jueves, 14 de Marzo de 2024

Estamos en plena Cuaresma, tiempo de oración, ayuno y penitencia. Ya se viene la Semana Santa y debemos aprovechar esos días no tanto para ir a la playa, sino para reconciliarnos con nosotros mismos, con la vida y con el próximo.

Es tiempo para las buenas lecturas, y nada mejor que la Biblia, el libro por excelencia para recordar la vida de Jesús, la de los patriarcas y una cantidad de viejitos que aparecen en el Antiguo Testamento.

Será tan buena la Biblia, que en tiempos de pandemia resultaron con el cuento de que  estaba haciendo milagros. Que quien se encontrara un pelo en la biblia, quedaba vacunado contra la Covid 19. Yo en realidad no entendí qué relación podía tener un pelo con la pandemia, por más que estuviera santificado por la sagrada biblia. Sin embargo, el hecho me causó honda impresión, y escribí un artículo, que ahora reproduzco con el deseo de colaborar con los curas carmelitas de mi parroquia, en su labor de evangelización. El artículo hace parte de mi libro Y todo por un murciélago, de amplia difusión y público reconocimiento. Dice así:

“Uno puede encontrarse un pelo y no saber de dónde es. O encontrarse un pelo en la sopa y no saber de quién es. Pero encontrarse un pelo en la Biblia y que digan que es un pelo milagroso, eso sí es algo insólito, “algo traído de los cabellos”, literalmente.

El cuento es éste. Dicen que la noticia apareció en un periódico (de los que se están acabando por la pandemia). Yo no lo leí, pero me lo contó alguien dicharachero, mentiroso y digno de poca credibilidad. Y aquí empieza lo misterioso del asunto. Que a pesar de yo no creerle, el cuento me fascinó como para escribir este artículo, diciéndome que tan pronto lo terminara, correría a mi biblia (de lujo, empastado de cuero, letras góticas e imágenes full color) a comprobar lo que les voy a contar.

Sucedió que en época de la cuarentena, en algún lugar del mundo, a una señora se le apareció un niño rubio, ojiverde el condenillo, que con voz preciosa le dijo:

-Id a la biblia y encontraréis una señal del cielo que le servirá a toda la humanidad, para protegerse contra el virus exterminador.

La señora, renqueando y como pudo, se fue a toda mecha hacia la biblia que tenía dentro de los libros viejos, destinados al olvido. Pasó y pasó hojas del Antiguo, del Nuevo, releyó el Génesis, el Deuteronomio y, cansada de ojos y dedos, se detuvo en los Salmos, donde encontró una pestaña grande. La señora no sabía qué señal buscaba, y al hallar el pelo cayó de rodillas en acción de gracias al cielo. Había encontrado la señal, un pelo. Y por un pelo el mundo se salvaría. Tal vez por eso es que algunos dicen: “Encontré un pelito que me salvó la noche”.

La noticia se regó como pólvora, las redes sociales se saturaron y cada quien le añadió algo de su propia cosecha. Que había que buscar pelos en la biblia, sin importar el tamaño, forma, color, olor u otros signos. Había que encontrar un pelo y eso bastaba.

Mi amigo, el que me transmitió el cuento, dice que haciéndose el toche, como que sí y como que no, fue a la biblia también encontró su pelo. A estas alturas, ya la gente decía que para la sanación o la prevención, el pelo hallado debía hervirse con tres ramas de yerbabuena, unas gotas de limón y unos tubérculos de jengibre. Santo remedio”.

Continuará...


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