Al final de la entonces llamada Gran Guerra, que después se llamó Primera Guerra Mundial, con buenas intenciones, se creó una Sociedad de Naciones con el objetivo de evitar nuevas guerras. Duró de 1919 a 1946, dos décadas y media, cuando los burócratas del nuevo organismo multilateral apoyaron a los apaciguadores de Hitler, encabezados por el entonces primer ministro del Reino Unido, Neville Chamberlain, quien aceptó en aras de la “paz total” pagarle por no matar, regalándole vergonzosamente Checoslovaquia. Chamberlain ganó el Nobel de Paz por la “paz” con Hitler, que terminó en 60 millones de muertos; Obama ganó el Nobel por la paz palestino-israelí, hoy en guerra total; Santos ganó por la paz en Colombia, que nunca ha parado. Debería llamarse Nobel de intenciones de paz; no de paz. Y cuando Hitler un año después decidió tomarse Polonia con la ayuda de la Unión Soviética, la Sociedad de Naciones era ya un cadáver ambulante. Los burócratas multinacionales se afiliaron a la política dominante de la época: el apaciguamiento.
Buscando superar eso se creó en 1946 la Organización de Naciones Unidas que rápidamente fue cayendo en el mismo problema de la Sociedad de Naciones, sus nuevos burócratas se adscribieron a la visión política dominante: el progresismo izquierdista. Y la Internacional Socialista fijo su agenda en el Globalismo, el poder supranacional que tanto arguyen los defensores del socialismo en Colombia, para imponer la visión progresista.
La revista Foreign Affairs publicó para sus suscriptores un ensayo sobre Naciones Unidas en el conflicto del Medio Oriente, pero lo más importante es su presentación. “Esta semana, el papel que desempeñan las Naciones Unidas en la Franja de Gaza fue objeto de intenso escrutinio. Al menos 16 países, incluido Estados Unidos, suspendieron su financiación a la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos, conocida como UNRWA. La decisión se produjo después de que Israel acusara a 13 miembros del personal de la UNRWA en Gaza de participar en el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre ... Tras las acusaciones, la UNRWA rescindió los contratos de los empleados sospechosos y abrió una investigación sobre los cargos”, sostiene Foreign Affairs. Corroborando que esto no eran casos aislados de una organización neutral, se encontró debajo del edificio de la UNRWA un túnel de Hamas donde se escondían armas, rehenes y pertrechos de terroristas.
La ayuda humanitaria se convirtió en financiamiento directo al terrorismo. En Colombia, en su momento, miembros de la ONU fueron captados en fiestas con la guerrilla; ellos también fueron despedidos y nunca supimos de la “investigación exhaustiva”. Y hay muchos más ejemplos; se hacen parte del conflicto, no de su solución.
La ONU nació con el gen del cáncer antidemocrático, porque vencer el nazismo implicó la participación de las antidemocráticas Unión Soviética y China y debió aceptar sentar en la misma mesa los futuros enemigos. La opción que encontraron para que funcionara fue el Consejo de Seguridad, fue el poder de veto de cualquiera de los cinco vencedores de la Segunda Guerra Mundial: China, URSS (hoy Federación Rusa), Reino Unido, Francia y Estados Unidos. Es decir, la ONU nació eunuca. Y como en varios momentos los estados con autocracias han sido mayoría en la ONU, caló el mensaje progresista de la Internacional Socialista.
Una organización basada en activistas radicales de izquierda, financiada por las democracias occidentales, su enemigo “histórico”, es intolerable. Es hora de ir pensando en liquidar la ONU y que Occidente no siga pagando por una burocracia que se encarga de socavar la democracia liberal en aras de la democracia popular. El globalismo es una estrategia del socialismo para reventar la democracia liberal y Naciones Unidas es su mascaron de proa. Una nueva sociedad de naciones debe reconocer a estados con la misma visión, por lo que naturalmente deberá ser de acceso restringido; una sociedad que agrupe todas las naciones del mundo ha tenido dos fracasos en cien años.
