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En el barrio Cundinamarca, jóvenes líderes trabajan por recuperar el tejido social del barrio
Ante el crecimiento de la inseguridad y el detrimento sufrido a través de los años, con apuestas desde el arte y la cultura esperan transformar y unir a los habitantes de esta zona de Cúcuta.
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Ronaldo Medina
Ronaldo Medina
Miércoles, 2 de Junio de 2021

Cundinamarca, como muchos otros barrios de la historia cucuteña, inició como un asentamiento en las inmediaciones de la Comuna 9. Cuenta la tradición que, entre 1920 a 1930, ‘Ramal Fosforito’ fue el primer nombre que recibió este lugar, en honor al apodo de uno de los fundadores, el señor Marcos Durán, que era torero.

Cuando llegó el momento de legalizarlo para poder contratar el servicio de energía, fue el mismo Marcos quien luego tomó la determinación de nombrarlo Cundinamarca, y aunque se desconocen los motivos, la decisión fue aceptada por tratarse de uno de los líderes más queridos.

En un lote donde antes funcionó un teatro de películas mexicanas, la comunidad, que antes debía asistir a la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro (en el Contento), inició la construcción de la capilla Santísima Trinidad, hoy convertida en parroquia, gracias a colectas comunitarias y gestiones con la Diócesis de Cúcuta.

“Es considerada una de las iglesias más bonitas. Un dato curioso es que la calle frente a ella era la principal, pero hubo una disputa para que no fuera por ahí, así que los párrocos decidieron que la principal sería sobre la avenida, porque era peligroso”, relató Franyer David Hernández, edil de la comuna que reside en Cundinamarca.

Antes de la iglesia, enfrente del lote funcionó hace años un mercado tradicional, que fue desplazado con el paso de las décadas por el aspecto que daba a la parroquia.

A partir de Cundinamarca, otros barrios como San Miguel, Gaitán y Galán también se fueron desprendiendo.

Con el auge urbano y comercial, para los líderes de la época fue indispensable pensar en un lugar en el que sus hijos pudieran formarse, fue así como nació el Instituto Técnico Alejandro Gutiérrez Calderón, donde primero funcionó un comedor infantil.

Antes de ser convertido en colegio, en este espacio primero funcionó un  comedor infantil.

La nueva realidad

A pesar del desarrollo de Cundinamarca, es innegable para los habitantes reconocer el detrimento del barrio conforme pasaron los años.

“Las calles se están acabando, no hay líderes, llegan recursos y no hay Junta de Acción Comunal, un vacío grandísimo para un barrio popular que se construyó durante muchas décadas con tanto sacrificio como para llegar a una era en la que no hay buen área común”, dijo el edil.

Carecen de parques, porque fueron pensados como pequeñas intersecciones triangulares, y no para ser espacios amplios en los que se pudiera fomentar la cultura y el esparcimiento social, sin atracciones ni biosaludables.

Las calles, casi en su totalidad, presentan problemas. Precisaron que están priorizados dentro del plan de bacheo y parcheo que ejecuta la Secretaría de Infraestructura en algunas zonas de la ciudad, pero aún en Cundinamarca siguen sin iniciar.

Hoy lo que más los enorgullece, es el crecimiento comercial en las calles principales.

La mayoría de vías del barrio presentan problemas.

Salón comunal, en deterioro

De acuerdo con Hernández, desde hace años que la casa comunal del barrio, ubicada en la calle 12 con avenida 19, se encuentra en un estado lamentable al que, si se le implementara una buena gestión, funcionaría para un mejor fin.

“Las paredes están carcomidas porque son de ladrillo viejo, se robaron los portones, los sanitarios y la maleza está demasiado alta. Hace 5 años la manteníamos decente con fondos recolectados por un grupo de actividad física con mujeres cabeza de familia, pero la misma JAC de entonces no lo permitió”, manifestó Hernández.

Esperanzados a la ley mediante la cual se destina una parte de los impuestos al mantenimiento de las casas comunales, el líder comunal adelantó que se pasó un proyecto a la Alcaldía de Cúcuta que esperan que prospere.

Recuperar el tejido social, la prioridad

Por la misma ruptura que se ha presentado desde hace algunos periodos, hoy una de las necesidades más urgentes para los habitantes es recuperar el tejido social del barrio, volver a la unión que los caracterizaba antes.

Están en marcha algunas propuestas como un interbarrios de danzas en la Comuna 9, en la que los 24 barrios que la conforman puedan participar a través de la promoción del arte.

Soy del barrio Cundinamarca

Una de las maneras en la que los jóvenes visionarios del lugar han encontrado una forma de darlo a conocer, es a través de las herramientas que brinda la tecnología moderna.

Un pequeño grupo administra y alimenta una página de Facebook llamada ‘Soy del barrio Cundinamarca’, en la que dan a conocer actividades y cápsulas informativas con curiosidades y datos de interés sobre el barrio.

Las vías se caracterizan por iniciar en espacios reducidos para luego extenderse como intersecciones entre calles y avenidas.

Antiguos líderes, jóvenes en espíritu

Alcides Páez y Jesús ‘Chucho’ Muñeca, también conocidos por haber sido parte de los diez ‘Caballeros de la Iglesia’, son recordados por su gran contribución desde la Junta de Acción Comunal (JAC), hace muchos años, para el fortalecimiento del barrio.

Y ahora, cuando Cundinamarca más lo necesita, su edad avanzada no ha sido obstáculo para ‘ponerse la camiseta’ por el barrio que tomaron por hogar.

En una actividad reciente, Chucho Muñeca salió con micrófono en mano y su bastón en otra para invitar a los habitantes a participar de una colecta, tal como lo hacía en sus tiempos de juventud.

Ese sentimiento de nostalgia movió a una buena parte de habitantes, gracias a quienes se logró acumular un pequeño monto de 300 mil pesos que esperan destinar a alguna de las tantas necesidades de este barrio.

Panorama de inseguridad

La cancha de tableta, por un hueco que presenta, es usada por consumidores de sustancias psicoactivas, lo que aumenta la sensación de inseguridad que los viene acechando desde hace años.

Aseguran que la delincuencia se ha tomado las calles, incluso a plena luz del día, y el CAI que los atiende, ubicado en Belén, no da abasto para tantos reportes en toda la Comuna 9.

Tiempo atrás, contaban con una casa de CAI fijo frente al colegio, pero hoy la estructura está deshabilitada porque, para motivos desconocidos de la comunidad, fue ocupada por una familia para fines residenciales.

Manifiestan que reactivando el lugar y con presencia permanente del cuerpo policial, tantos casos podrían evitarse.

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