Los gordas de Botero ubicadas en la plaza con el mismo nombre, no son las únicas que exhiben  su cuerpo casi al desnudo en el centro de Medellín, a unas pocas cuadras, en la calle Veracruz, otras mujeres con vestidos brillantes, faldas cortas y  maquillaje exagerado, esperan igual que las gordas a los turistas, en espacial hombres, para que inviertan su dinero en ellas y satisfacer su deseo sexual. 

Este trabajo no es legal en Colombia, pero es regulado bajo la sentencia T-629 de 2010 y aunque no existe una cifra determinada de cuántas mujeres se dedican a esta profesión, se estima que son 27.000 mujeres que ejercen este oficio en el país.

Las guerreras

Todo nació gracias a la artista, Nadia Granados, cuando propuso un performance tipo cabaret en el Museo de Antioquia,  donde  por medio del teatro y  trabajos  audiovisuales, ocho mujeres podrían demostrar a través del arte el significado de estar ejerciendo el trabajo sexual en las calles.

“Hemos tomado la iniciativa de contar nuestras historias a través de diferentes procesos artísticos que sirven de catarsis de este nuevo relacionamiento y concepción de la sociedad, las nuevas formas de vida y de sostenimiento son impulsadas mediante el empoderamiento de nuestro ser como mujeres capaces de generar un alto impacto”, se plasma en el sitio web de las guerreras.  

En el evento se puede encontrar múltiples realidades y opiniones,  como es el caso de Jaqueline Duque, quien personifica la canción ‘la última flor’ haciendo referencia a una de sus parejas amorosas quien la maltrataba físicamente  y  le pedía perdón con dulces y flores.  

“Mi esposo era un borracho, me insultaba y los golpes cada día eran peores,  recibí amenazas de que me iba a matar y tirar al río Medellín, tenía que hacer algo, ya que las órdenes de protección no me iban a proteger de él”, expresó  Duque. 

Otro es el caso de Mariluz López, quien desde las letras, quiere hacer memoria para que las mujeres que han sufrido violencia en el marco del conflicto armado, sean escuchadas y se les ayude.

“Al principio hablaba en tercera persona por vergüenza, poco a poco, el grupo me fue dando fuerza y entendí que si yo quiero lograr que  se escuche la voz de todas las personas que están invisibilizadas, tengo que empezar a dar la cara”, dijo. 

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La Corporación 

Después de una de sus presentaciones, Melissa Toro, diseñadora de modas, se reunió con las guerreras y logró que tuvieran otras opciones aparte de su performance para generar ganancias e incluso pensar en dejar la prostitución. 

Así surgió la corporación Guerreras del Centro, conformada por mujeres que por múltiples razones ejercieron la prostitución y ahora buscan remover los prejuicios y mala fama que tienen en la sociedad.

“Dicen que somos mujeres de la vida fácil pero en realidad esto no es tan fácil, toca ‘guerreársela’ y salir adelante por nuestras familias y por nosotras mismas,  no era lo que queríamos pero fue lo que nos tocó”,  relata Gladys Restrepo, una de sus integrantes. 

Las expresiones culturales y artísticas son sus principales aliados, ya que por medio del baile, actuación, poesía y tejido,  encuentran una forma de conectarse con sus realidades mientras cuentan sus historias.

“La idea es, por ejemplo,  tejer chisme y suelen asistir desde jóvenes hasta adultos curiosos, ya que mientras se trabaja contamos nuestras historias nocturnas y damos consejos, la idea es romper todo tipo de mal pensamiento que se tenga de nosotras”.  

Su arte llegó a la frontera  por medio del Festival Internacional Del Norte Bravos Hijos, llenando por completo el auditorio principal del Centro Cultural  Torre de Reloj  y dejando su mensaje de paz y esperanza por todo lo alto.

Por: Gerson Correa
Practicante de periodismo