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Cultura
‘Le dedico mi silencio’, el último libro del Premio Nobel Mario Vargas Llosa
La novela del escritor peruano narra la historia de un hombre que soñó un país unido por la música, y enloqueció queriendo escribir un libro perfecto que lo contara.
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Colprensa
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Lunes, 30 de Octubre de 2023
Cuatro años después de “Tiempos recios”, Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, regresa a la novela con “Le dedico mi silencio”, donde la ficción y el ensayo se entremezclan en una obra en la que el autor peruano vuelve sobre un tema que le obsesiona desde hace años: el de la utopía, pero, en este caso, de una utopía cultural con la música peruana como núcleo y pretexto.
 
Una de las claves de la novela es el juego autoirónico que Vargas Llosa plantea desde las primeras páginas. Toño Azpilcueta, el protagonista, es un cultor del criollismo, y por lo tanto un naciona- lista cultural que repudia el cosmopolitismo y las influencias extranjeras, justamente todo aquello que ha defendido Vargas Llosa en sus debates públicos. 

Toño no sólo es un experto en todos los ritmos peruanos -los valses, las marineras, las polkas, los huainos-, también es un hombre que ha tenido una revelación. Una de esas noches criollistas tuvo el privilegio de oír a un nuevo talento de la guitarra, Lalo Molfino, que le produjo un enorme impacto.


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Ante semejante descubrimiento, Toño se propone seguir los rastros de ese guitarrista desconocido para escribir un libro que sería, a la vez, una biografía, un homenaje a su talento, una exaltación de la música criolla y algo aún más ambicioso e importante: una investigación histórica, sociológica y cultural de la identidad peruana.

Vargas Llosa afirma que el criollismo es una exaltación de la música peruana que tiene que ver con ciertos hechos históricos y sociales que en la imaginación popular cobran otra dimensión, se enriquecen, gracias a ella. Por ejemplo, es una música muy determinista de lo peruano que a veces se burla un poco de los extranjeros, de forma muy risueña, que presenta una caricatura del de fuera y así robustece eso que se llama el “alma nacional”.

El otro tema de gran relevancia, estrechamente ligado al de la música criolla y al sentimentalismo que destila, es la huachafería. Aunque no tiene una traducción precisa al español de otros países, este término se asocia a la cursilería y se parece a la horterada española y a la pava venezolana, aunque con matices.

La huachafería no es una deformación del gusto, sino una implantación de nuevos modelos estéticos, netamente urbanos, interclasistas, que se caracterizan por el triunfo de la sentimentalidad sobre la razón. Es exceso de forma y grandilocuencia, gesticulación exagerada, formas protocolarias y sensibleras que caen en la afectación.

Sobre la huachafería, el escritor comenta que es una exaltación de los valores intrínsecos de la peruanidad, para decirlo en huachafo… Es como una variante peruana de la cursilería, una caricatura de ciertas formas que están en la manera de hablar, de sentir, de informarse, de expresarse, y eso impregna todo: la política, la cultura, la sociedad…

Reseñamos apartes de la entrevista que compartió el grupo editorial Penguin Random House sobre la última novela del Premio Nobel de Literatura 2010, que ya está disponible en las librerías del país con el sello Alfaguara.


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La novela transcurre en los noventa, en medio de los ataques terroristas de Sendero Luminoso. Toño quiere unir al Perú, pero el Perú está más dividido que nunca. ¿El proyecto de Toño es una forma más de la utopía?

 

Sí, en cierta forma es una utopía, que es un tema que siempre me ha perseguido. Son utopías que terminan mal, pero que ayudan a vivir, y en este caso la utopía consiste en que la música criolla va a unificar al Perú de forma definitiva, que el Perú va a descubrir el extraordinario aporte de la «huachafería» peruana a la cultura universal, y que eso va a generar un orgullo nacional que integre por fin a todos los peruanos. Es una idea exagerada, un sueño ditirámbico, como todas las utopías, pero ayuda a Toño a vivir…

Siempre has sentido mucho interés por la cultura popular latinoamericana, sobre todo por esos productos culturales que, como el melodrama o la música criolla, están llenos de pasiones exacerbadas, de truculencia, de romanticismo llevado al extremo. ¿Qué te seduce de estas formas de expresión?

 

Sin ninguna duda, me seducen, pero guardando una cierta distancia, por supuesto. Hay una ligazón con esos excesos que quizá esté en la raíz de mi vocación de novelista, pero al mismo tiempo tengo una mirada crítica sobre ellos a la hora de reflexionar, pensar, etcétera.


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Uno de los compositores más importantes de la música criolla es Felipe Pinglo, sin duda. ¿Qué lugar tiene hoy este músico en la cultura peruana?

 

Él es una referencia, tiene mucho prestigio en el sector del criollismo. Su nombre resplandeció después de muerto, no tuvo en vida el prestigio que alcanzó después. Y es el caso también de la Guardia Vieja del criollismo en general, aunque él sea el más famoso. Hoy día esa primera generación musical, que probablemente en su momento no era muy valorada, es ahora reconocida como fundadora de toda una escuela y de la música criolla.

En la última página de la novela hay una nota que tus lectores no pueden leer sin pena. Dices que esta es tu última novela. La primera, “La ciudad y los perros”, se publicó en 1963, y “Le dedico mi silencio”, en 2023. Veinte novelas en sesenta años. Una obra descomunal, de miles de páginas y enorme coherencia. ¿Qué ha significado para ti entregar tu vida a la literatura?

 

Es, para mí, una de las cosas más hermosas. La literatura me ha dado enormes satisfacciones y he conseguido dedicar mi vida a ella, algo que jamás pensé, cuando era joven, que sería posible. Es una actividad que ha «comido» prácticamente toda mi existencia. He trabajado siempre en la literatura y cerca de la literatura. A menudo digo que yo no conozco discotecas porque cuando la gente iba a discotecas yo me dedicaba a la literatura, y aunque eso parezca una mera anécdota, en cierta forma lo dice todo. Ha sido una pasión, una entrega total, mi disciplina, mi dedicación, mi diversión, mi compromiso, todo.

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