En el extremo norte de Colombia, se encuentra La Guajira, un rincón de contrastes y magia que cautiva a aquellos que buscan experiencias auténticas en sus viajes. Este territorio desértico, teñido por el dorado de sus arenas y bañado por el azul intenso del mar Caribe, se convierte en un lienzo perfecto para quienes desean explorar paisajes únicos y vivir momentos inolvidables.
El Santuario de Fauna y Flora Los Flamencos, un parque nacional que está entre el Mar Caribe y el bosque seco de Riohacha, es una visita obligada cuando se quiere tener ese encuentro con la naturaleza y disfrutar del avistamiento de aves acuáticas residentes y migratorias, siendo su gran atractivo los flamencos rosados.
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La comunidad que está en los alrededores de la laguna Navío Quebrado vive de la pesca y de las visitas de turistas. Laureno Iguarán, de la etnia Wayúu, es uno de los pescadores que alquilan lanchas o cayucos para transportar a los visitantes que se adentran en el parque Camarones, para ver la fauna. Mientras él impulsa la barca va contando historias del santuario a los turistas.
Para el general manager de la agencia de viajes Kaishi Travel, Andrés Delgado, La Guajira es cultura, porque no solo están los Wayúu; también tiene una tercera parte de la sierra nevada de Santa Marta, en donde habitan las etnias Kogui, Arhuaco, Wiwa y Kankuamos.
“Tenemos avistamiento de aves, gastronomía, folclor, raizales, paisajes espectaculares deportes acuáticos. Tenemos muchas cosas para mostrarle al mundo. El turismo está haciendo cosas interesantes por la población, porque es un derrame de dinero para toda la región y todos los sectores de la economía”, recalcó Delgado.
Comodidad en medio de la naturaleza
Pero si usted quiere pasar un momento rodeado de naturaleza con las comodidades de un alojamiento cinco estrellas, entonces ese sitio es el Hotel Waya, en el municipio Albania.
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La encarada de gestión social de la empresa, Xiomara Pedreros, indicó que este es un hotel mimetizado dentro del bosque, es sostenible y sustentable a largo y corto plazo, y uno de los restaurantes del lugar fusiona la alta cocina, como la italiana, con la gastronomía wayúu.
Explicó que ahorran el 30% del agua, a través de una planta de tratamiento de aguas residuales, y el 20% de la energía con paneles solares. “Tenemos una simbiosis muy bonita con todas las etnias, para que no solamente sean nuestros proveedores en artesanías, también de alimentos como huevos, chivo, camarones, chirrinche”, sostuvo.
Encuentro con los Wayúu
Una tarde de ranchería debe ser otra de las actividades que debe incluir en su itinerario al visitar La Guajira. En este espacio adecuada por la comunidad indígena se experimenta un encuentro familiar, en donde se recibe al visitante para contarle cómo es la vida dentro de la enramada.
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Allí, además de conocer la cultura de la etnia y comprar las artesanías que elaboran los indígenas, la autoridad recibe a los turistas con una degustación de chivo y su licor artesanal del desierto guajiro llamado chirrinche.
Además, algunos visitantes tienen la oportunidad de bailar al ritmo del tambor una típica danza de La Yonna. Todas estas experiencias se viven en la ranchería Divi Divi, que lidera Graciela Cotes Arpushana, empresaria guajira y autoridad de la comunidad en la que habitan 57 familias del clan Arpushana.
“Esta danza se hace cuando hay motivo especial, que puede ser cuando pedimos a Dios la lluvia, para dar un agradecimiento y por la llegada de ustedes”, les dijo Arpushana a los turistas que atendía en la ranchería.
El Cabo de la Vela, con sus atardeceres de ensueño, se erige como un punto focal del turismo en la región. El turismo en La Guajira se alza como una oportunidad para el desarrollo local, con emprendimientos sostenibles que respetan el entorno y benefician a las comunidades.
Sin embargo, se requiere un equilibrio para preservar la autenticidad de la región, protegiendo su ecosistema y cultura.
En resumen, La Guajira no solo ofrece a los viajeros la oportunidad de explorar exóticos paisajes, sino también la posibilidad de sumergirse en una cultura ancestral, convirtiéndose en un destino que promete descubrimientos inolvidables para quienes buscan una experiencia turística auténtica y enriquecedora.
Es de resalatar el papel de la Asociación Colombiana de Agencias de Viajes y Turismo (Anato), el Fondo Nacional de Turismo (Fontur), el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo y la Alcaldía de Riohacha para impulsar el sector en este departamento.
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