Una fuerte lluvia desde tempranas horas de la mañana, sumada a fallas en el sistema de soporte en línea para las transacciones en taquilla, ralentizaron la puesta en circulación del nuevo cono monetario en Táchira.
La nueva familia de billetes, que elimina cinco ceros a la moneda venezolana, solo estuvo disponible en la entidad a través de cajeros automáticos, cuyos montos máximos diarios por transacción es de unos 50 bolívares soberanos (5 millones de bolívares fuertes, correspondientes al como monetario anterior), aunque la cifra varía de acuerdo a los criterios de cada institución.
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Entidades como Provincial y Bicentenario entregaban hasta 50 bolívares soberanos mientras otros como Banesco informaron que sus cajeros dispensarán un máximo de 10 bolívares soberanos, es decir mil bolívares fuertes, lo que no representa mucho, en una economía dolarizada, cuyos precios se incrementan a diario.
No están claros los montos permitidos para transferencias y compras electrónicas, los cuales también son variables para cada entidad financiera.
Tampoco los usuarios tienen claridad sobre el manejo de la nueva moneda, sobre todo las personas de la tercera edad, quienes mientras esperaban su turno en la fila pedían ayuda a los más jóvenes para intentar entender las implicaciones de las nuevas denominaciones monetarias, que convierten en unidades o decenas lo que hasta la semana pasada se manejaba en torno a miles y millones.
En las estaciones de servicio, el viejo precio del combustible -cuyo incremento fue retrasado por el gobierno venezolano-, resulta impagable con la moneda ahora en circulación, por lo que rige un aumento no decretado de un bolívar soberano por tanqueada, es decir mil bolívares fuertes.
Lo llamativo del caso es que el valor real de un tanque de 40 litros, no excede los 40 bolívares fuertes.
Actividad comercial aletargada
El comercio, paralizado durante la jornada del lunes, ayer comenzó a abrir sus santamarías, aún con recelo, en medio de una convocatoria a paro general hecha por algunos sectores de la oposición y la sociedad civil, que no tuvo la contundencia que sus organizadores esperaban.
Un rápido recorrido por la ciudad, mostraba actividad en aproximadamente 40% de los establecimientos comerciales, y en lo que respecta a supermercados y bancos abrieron a 100%, aunque la banca experimentó dificultades en su sistema operativo, que impidió que algunos establecimientos realizaran transacciones por taquilla.
Sin embargo, el transporte público pareció plegarse a la paralización, pues sus unidades no circularon por las calles de San Cristóbal, lo que obligó a los pocos usuarios que salieron a la calle, a caminar, o movilizarse en transportes improvisados.
