El equivalente al presupuesto anual de Cúcuta es indispensable para invertir en Norte de Santander en la recuperación de la malla vial departamental que aunque no es la suficiente ni la adecuada para las necesidades de la región, tiene que ser rescatada de los fuertes daños provocados por la torrencial oleada lluviosa.
En caja hay que tener un billón 300.000 millones de pesos, la misma cuantía que a lo largo del presente año se ejecutó en la capital nortesantandereana para atender los requerimientos de gastos e inversiones en la municipalidad.
Es urgente buscar esta billonaria cuantía para volver a dejar la red vial en las mismas condiciones en que se encontraba antes del crudo tiempo de fuertes aguaceros que según los pronósticos puede extenderse hasta el primer trimestre de 2023.
Es decir, esa plata no es para abrir un metro más de carreteras, sino para rescatar y arreglar lo que las inundaciones, deslizamientos y remociones en masa destruyeron en varios sectores del departamento.
¿Cómo y de dónde saldrá esa cantidad de dinero? Ahí está el dilema, pero lo cierto es que se debería hacer un esfuerzo continuo y de gestión contante, porque de lo contrario significará retroceder varios años y generar mayúsculos hechos que impactarán negativamente la economía y condiciones de vida de cientos de comunidades.
Lógicamente, las finanzas nortesantandereanas no cuentan con las capacidades para enfrentar semejante desafío porque, por ejemplo, su presupuesto anual es de 1.7 billones de pesos, que si hiciéramos una cuenta, significaría que en un hipotético caso se tendría que gastar en más del 90 por ciento para enfrentar una emergencia de estas dramáticas características.
La complicación se materializa en más de 470 tramos viales del departamento afectados permanentemente. “El secretario de Vías y su equipo de trabajo me entregaron un informe de cuánto nos cuesta poner al día las afectaciones que han tenido las vías de Norte de Santander. Necesitamos $1.3 billones para recuperar la normalidad en las vías del departamento. Es una situación completamente difícil”, admitió el gobernador Silvano Serrano.
Lo urgente en este momento es reponernos y actuar rápidamente para entablar diálogos con el Gobierno del presidente Gustavo Petro que, precisamente, al reconocer la peligrosidad, decretó la situación de desastre nacional, porque las lluvias han llevado a 21 departamentos y 390 municipios al estado de calamidad pública.
Es urgente que la bancada de la región en Senado y Cámara apoye en la presentación del plan para el rescate de esas vías regionales que en estos instantes podría llegar a servir de paliativo al agudo problema del desempleo que nos afecta.
Sin temor a equivocarnos hay que decirles a las autoridades centrales que estamos atravesando una situación igual o peor que aquella sufrida en diciembre de 2010, cuando también el cambio climático le pasó factura a Norte de Santander, al destruir varia vías importantes de la región y el casco urbano de Gramalote que debió ser reubicado.
El costo de aquella reubicación fue asumida en su totalidad por la Nación, algo que en esta oportunidad es indispensable que se repita porque se necesita desarrollar los trabajos de manera sostenida y no como ‘paños de agua tibia’ o de reparaciones temporales, porque de lo contrario la conectividad entre los municipios y veredas tenderá a empeorar, pues son indispensables las denominadas obras de mitigación del riesgo de desastres.
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