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Editorial
El primer año de Duque
En lo que respecta a Cúcuta y Norte de Santander, tenemos que destacar el interés y la preocupación permanentes del presidente.
Miércoles, 7 de Agosto de 2019

El presidente Iván Duque llegó ayer a su primer año de Gobierno y si bien todas las cosas no le han salido a la perfección, los colombianos tienen que celebrar y destacar su patriotismo, su entereza, su capacidad de trabajo y su compromiso por el logro de un país más justo y equitativo.

Como siempre que se trata de hacer balances o cortes de cuenta, algunas metas prioritarias que se trazaron se han podido cumplir o se están cumpliendo, otras no, y no son pocas las que han quedado pendientes. 

Desde el día de su posesión, el presidente Duque planteó la necesidad de dar un vuelco a las relaciones del Ejecutivo con el Congreso, lo cual no ha sido fácil por la multiplicidad de las fuerzas políticas allí representadas. 

La atomización y fragmentación de los partidos, el surgimiento de nuevas alternativas y la carencia de liderazgos no contribuyen a la formación de una nueva relación sólida y constructiva, lejos de los vicios y malas prácticas que han imperado en los últimos años. 

Al propio presidente Duque le ha tocado padecer la incomprensión de la bancada de Gobierno. Un hecho importante para destacar es que su primer discurso ante el Congreso – hace exactamente un año – coincidiera con la llegada por primera vez de excombatientes de las Farc al Senado y a la Cámara como consecuencia de los acuerdos de paz del gobierno de Juan Manuel Santos con esa guerrilla.
 
También, el hecho de que en medio del prevaleciente clima de confrontación, las polémicas y discusiones sobre las objeciones a la Justicia Especial para la Paz, y los incumplimientos o fallas de parte y parte, el Gobierno se la está jugando por sacar adelante y consolidar este proceso, con el acompañamiento de la comunidad internacional. 

Lamentable, que la persecución criminal y la matanza de líderes sociales y excombatientes no se hayan podido contener, pero el Gobierno ha reiterado su propósito de garantizar su total protección y seguridad. Para alcanzar el objetivo, el Gobierno necesita el apoyo y la colaboración de todos los sectores del país y de sus comunidades.

Muy lamentable también, que en este primer año de gobierno del presidente Duque no se hubiera avanzado nada en la lucha contra la corrupción y en la necesarísima reforma a la Justicia. 

En materia económica, hay que destacar el control de la inflación y el cumplimiento de los programas y políticas de la llamada Economía Naranja, pero quedamos en deuda en lo que respecta a la generación de empleo. 

En lo que respecta a Cúcuta y Norte de Santander, tenemos que destacar el interés y la preocupación permanentes del presidente y sus ministros por los problemas y situaciones calamitosas que se registran en la zona de frontera. 

Después de cerca de 10 años de luchas, gestiones y promesas, por fin está en camino de convertirse en realidad el Acueducto Metropolitano de Cúcuta, que permitirá el abastecimiento de agua potable, durante las 24 horas y por los próximos 30 años, para nuestra ciudad capital, Villa del Rosario y Los Patios. 

La financiación de este proyecto está garantizada por Ecopetrol y hay que reconocer el apoyo que siempre tuvo en los gobiernos del presidente Santos. 

Tenemos que seguir lamentándonos de los mismos problemas de violencia y narcotráfico, especialmente en El Catatumbo y la provincia de Ocaña. 

Cumpliendo su palabra, el presidente Duque hará mañana en Cúcuta importantes anuncios sobre  la Zona Económica Social Especial, el mecanismo ideado por su administración para hacer frente a la crisis económica, social y humanitaria que afrontan desde hace varios años las zonas de frontera, como consecuencia de la penosa situación de Venezuela, agravada en los últimos meses por el creciente fenómeno migratorio. 

La peor crisis migratoria que registra nuestro país en toda su historia es también un asunto que ha sabido manejar con tino el presidente Duque y su canciller Carlos Holmes Trujillo por el tremendo impacto que tiene en las zonas limítrofes. Su decisión de las últimas horas de otorgar la nacionalidad colombiana a 25.000 niños de padres venezolanos nacidos en territorio colombiano, es un acto valeroso de enorme contenido humanitario y social que igualmente merece el apoyo de nuestro país y de la comunidad internacional. Es un ejemplo para el mundo, precisamente ahora que los migrantes son tratados en muchas partes como ciudadanos de segunda.

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