Entre las muchas posibilidades para entender el porqué de estos casos: “desde hace nueve meses no se comercializa coca en el Catatumbo”, “así se vive la crisis de la coca en el Cañon del Micay en Cauca”, el fentanilo podría ser el fuerte competidor que esté llevando a que esto ocurra.

Desde el punto de vista de recuperación de las tierras para los cultivos de pancoger y de sacar a los campesinos de esa economía ilegal, esto es algo muy llamativo y trascendente para blindarlos de los grupos armados y de los carteles internacionales de las drogas.

El fentanilo es un opiode sintético, cuya fabricación es muy barata y se está introduciendo con fuerza en el mercado ilegal de las sustancias psicotrópicas, el cual también oculta un alto riesgo para los consumidores. “Una persona que tome demasiado fentanilo perderá el conocimiento y dejará de respirar. En cuestión de minutos puede morir porque no respira y sus órganos no reciben oxígeno”, como lo advierte Leana Wen, profesora de la Universidad George Washington.

El mexicano cartel de Sinaloa, que en el Catatumbo ha tenido influencia en el tráfico de cocaína, ha empezado a mostrar su interés de dar el salto al fentanilo en Colombia, siendo la comprobación la detención de dos miembros de esa organización  por enviar a Estados Unidos más de 400 gramos de mezclas y sustancias que contenían esa droga sintética.

Y ese riesgoso consumo ya le ha quitado la vida a por lo menos 70.620 personas en  los EE. UU., porque sus efectos son hasta 50 veces más potentes que los ocasionados por la heroína.

Luego no se trata de un juego ni mucho menos, puesto que ahora los grupos narcotraficantes de Sinaloa y Cártel Nueva Generación, de acuerdo con los reportes de la DEA, lo mezclan con otras no menos riesgosas sustancias.

Se ha descubierto que, aproximadamente, el 23% del polvo de fentanilo y el 7% de las pastillas de fentanilo incautadas por la DEA contenían xilazina, conocida en las calles como “droga zombi” porque los consumidores parecen zombis.

 Estos opioides sintéticos ilícitos -más fáciles de producir y transportar que otras drogas- “presentan una amenaza para la seguridad nacional, la seguridad pública y la salud pública”, afirma la Casa Blanca en un comunicado que detalla el plan del presidente Joe Biden.

Biden ha pedido al Congreso que solvente las lagunas legales en la lucha contra la crisis de opiáceos y una inversión histórica de 46.100 millones de dólares para las agencias del Programa Nacional de Control de Drogas.

La crisis del fentanilo se ha convertido en un tema recurrente de los republicanos en el Congreso estadounidense, donde algunos han llegado a pedir que se declare organizaciones terroristas a los carteles mexicanos.

El fentanilo que se ‘alimenta’ de precursores  químicos procedentes de China, requiere de una estrategia global semejante a la emprendida contra la COVID-19, es ahora la consideración planteada por el gobierno estadounidense.

“Se tiene que unir el mundo, esto no es nada más de Estados Unidos y México. Los gobiernos de Europa están viendo lo que está pasando con el fentanilo. Sabemos que otros países en Latinoamérica ahora lo están viendo con muchísimo más interés porque es un veneno, porque es una droga que se produce mucho más fácil”,  fue la delicada notificación lanzada por el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar.

Ahora Colombia tiene que prepararse contra este nuevo enemigo y  evitar que sus traficantes nos conviertan en zona de producción y de punto clave en las rutas para su distribución internacional, porque  vendría a  ser otro combustible del conflicto interno.

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