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Editorial
La desatornillada
No podemos seguir siendo el ejemplo nacional de todo lo malo; es el momento del cambio, la transformación y el acatamiento de la Constitución y de las reglas que regulan la administración pública.
Viernes, 3 de Enero de 2020

Famoso se había convertido el término atornillado con una ‘jugada’ en la Empresa Industrial y Comercial, EIS Cúcuta, para perpetuar la permanencia del gerente Francisco Cortés y de quitarle la potestad al alcalde para removerlo por tratarse de un cargo de libre nombramiento y remoción, el cual mediante una maniobra novembrina, se intentó cambiarlo a inamovible.

Sin embargo, el funcionario fue  desatornillado del puesto por el alcalde Jairo Yáñez Rodríguez que lo declaró insubsistente, escribiéndose un capítulo más en la novela de las estrategias para perpetuar a los gerentes en esa entidad.

Viendo actuaciones como estas, en las que en una reunión extraordinaria se  modificaron los estatutos sin la presencia del socio mayoritario, que para el caso es el Ministerio de Hacienda, es  indudable que la corruptela debe atacarse de manera contundente.

Estas operaciones para mantener el poder tras bambalinas, bien sea porque el período constitucional haya terminado o porque ciertas castas politiqueras tercamente quieran seguir mandando a toda costa, así el electorado haya tomado una  determinación bien distinta, es urgente que sean neutralizadas.

Comportarse como corsarios llevándose por delante la institucionalidad y las normas aparte de tratar por todas las formas de mantener oculto lo actuado y moverse sigilosamente para conseguir la consolidación de unos hechos a todas luces non santos, desdice de los valores morales y éticos de los personajes que han pretendido burlar la ley con sus estratagemas.

¡Basta ya! Cúcuta merece respeto. No podemos seguir siendo el ejemplo nacional de todo lo malo; es el momento del cambio, la transformación y el acatamiento de la Constitución y de las reglas que regulan la administración pública. Esta es una lógica que se tiene que comenzar a dar en nuestra ciudad.

Los viudos del poder tienen que entender que les llegó la hora de retirarse temporal o definitivamente y permitir que la voluntad popular expresada en las urnas se materialice, ya sea para bien o para mal, pero lo obvio en democracia es permitir gobernar a los que ganaron en franca lid y no poner palos en la rueda para entorpecer o desde las sombras y por interpuestas personas, continuar ostentando dominio en ciertas áreas del gobierno.

Pero como no va a ser tan fácil que a las buenas se llegue a esa cultura, pues entonces queda el camino de una normatividad fuerte y dotada de dientes que les cierre las puertas a estos ‘dueños de la institucionalidad’, contra quienes la Procuraduría y la Fiscalía debería actuar sin contemplación alguna en la aplicación de sanciones ejemplares.

Es que no puede ser posible que en asuntos como el señalado pasen varios años para que se conozcan los resultados de los procesos, generando un mensaje equivocado a la población que observa impávida cómo se suceden estos estrambóticos hechos y al final todo sigue igual, porque nadie ni siquiera es sancionado.

En el poder local descansan los pilares para la construcción de un régimen democrático fuerte que para el caso cucuteño, con hechos como el referido, muestran gran debilidad y un socavamiento de todas las estructuras que se encuentran corroídas por el cáncer de la corrupción, que sin duda alguna es el enemigo número uno a combatir en una lucha sin cuartel para ponerle coto a asuntos como el de los atornillados.

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