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Editorial
La otra Ecopetrol
En otras regiones, los habitantes no tendrán el mismo apoyo de Ecopetrol para mitigar la sed.
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Miércoles, 6 de Diciembre de 2017

No se trata, como lo dicen nuestros medios locales y regionales, que Ecopetrol ratifique que tiene el dinero que prometió para el Acueducto Metropolitano; tampoco es un gesto de generosidad de la petrolera el que haya incrementado de 188 mil a 251 mil millones de pesos su aporte.

En primer lugar, todas las autoridades locales y regionales y la empresa han afirmado siempre que el dinero ha permanecido a disposición de las necesidades del proyecto. Y, en segundo, lo que parece generosidad es apenas lo equivalente a los sobrecostos del proyecto en seis años de espera, de la que esa compañía tiene poco que ver, valga la verdad.

Así que lo anunciado el martes no es nuevo; y si lo fuera, no se trataría más que de un acto de justicia con esta ciudad, la sexta del país, que tendrá acueducto para su área metropolitana.

Qué clase de acueducto no se sabe, pero si nada más readecuar los muelles del aeropuerto Eldorado costó 420 mil millones de pesos, garantizarles a un millón y más de personas la infraestructura necesaria para que no tenga sed durante unos buenos años se nos antoja algo de mucha más envergadura, importancia y costos.

Pero, mientras en Cúcuta la empresa petrolera estatal cumple como cree con los habitantes a los que dejó sin agua por unos cuantos días, en otras regiones, los habitantes no tendrán el mismo apoyo de Ecopetrol para mitigar la sed, pese a que por el petróleo se lo han dado todo.

Es el caso de Tibú, donde los ruegos de muchos años no han sido escuchados por la petrolera, quien pareciera no reconocer en su historia, los beneficios que ha recibido de la explotación en esa región.

Recientemente, Ecopetrol cerró un pozo de agua que completó casi siete años sin funcionar, y lo hizo pese a las reiteradas solicitudes de la comunidad y de sus autoridades, para que abriera otro que pudiera satisfacer las inmensas necesidades de agua de esa población.

Según la empresa, el pozo estaba seco y lo cerró para evitar accidentes. Pero la réplica del alcalde, Jesús Escalante, revela incomodidad y disgusto: ‘Es Ecopetrol la que debe ayudar a resolver los problemas de agua potable’ que se generan cuando, tras fuertes y frecuentes aguaceros, fluyen iridiscencias derivadas de los incidentes con el oleoducto.

‘Quien debe evitar que el crudo lo derramen y se lo roben es Ecopetrol, porque esto afecta el servicio de agua’, se quejó Escalante. ‘Para las ferias recientes, duramos ocho días sin agua, porque llovió y nos llegaron los rastros del crudo’.

Y reclamó: ‘Lo hicieron en Cúcuta, por un incidente, pero no nos han ayudado, y si bien el problema no lo causa Ecopetrol, se deriva de una actividad en la que se lucra esa empresa’.

Más claro, nada.

A la queja del agua de Tibú, hay que agregar otra, viejísima, relacionada con las carreteras de la zona petrolera. Por ella ha salido, y sale, una riqueza incalculable que, sin embargo, no ha servido para dotar a esa región de una vía decente. La vía que hay, que le ha servido a la petrolera para hacerse inmensamente rica, es una vergüenza y una ofensa.

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