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Editorial
Ni de bolsillo…
A las diferentes vertientes políticas del Concejo de Cúcuta les corresponde pensar más en las víctimas.
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Miércoles, 23 de Septiembre de 2020

Lo que está  ocurriendo con la elección de personeros y lo sucedido con el mismo proceso de contralores, llama a la necesidad de hacer un revolcón tanto en los procedimientos como en las prácticas por parte de los grupos políticos para entrar a dominar los organismos de control en los territorios.

Ni de bolsillo, porque un flaco servicio se le presta a la democracia local con la designación de funcionarios que  lleguen a esos cargos para ejercer la muy particular misión del ‘tapen tapen’, pero tampoco convertirlos en una especie de ‘guillotina’ para no dejar títere con cabeza, en la administración contraria.

Además, una entidad municipal que tiene que ver con la vigilancia y cuidado de los derechos humanos en una ciudad capital como Cúcuta que este año ha sido escenario de tres masacres, de verdad que necesita tener un titular para que defienda la vida y active cuando sea necesario, las alertas tempranas que les competen a las personerías.

Luego a las diferentes vertientes políticas del Concejo les corresponde pensar más en esas víctimas, en los corregimientos y en los ciudadanos que se encuentran en estado de indefensión ante la oleada violenta que nos impacta, y parar esas ‘jugaditas’ buscando llevar a alguien determinado en beneficio de ciertos intereses.

Ya el pandémico 2020 entró en la etapa final, restándole un trimestre para su finalización, y es muy difícil de entender para el cucuteño de a pie que todavía en la corporación sigan enfrascados en el traumático procedimiento para elegir el personero, que sigue envuelto en situaciones muy curiosas.

La última que acaba de ocurrir es la de que la mesa directiva del cabildo ‘rajó’ en la entrevista al único candidato que  había pasado todas las pruebas anteriores y había hasta derrotado al expersonero Herrera, hecho que lógicamente provocó situaciones que llevarán a impugnaciones, explicaciones y aclaraciones, ante los órganos respectivos.

Lo cierto de todo es que espectáculos de esta naturaleza deben llegar a su fin. Ese juego de intereses y de repartijas  con propósitos finamente delineados que en este caso particular parecieran conducir a que ciertos sectores que fueron gobierno se niegan a perder el manejo de los hilos municipales y a  toda costa luchan por sobrevivir en el panorama seccional.

Como lo estamos viendo, esto ocasiona es daño, desprestigio y pérdida de identidad de la institucionalidad local frente a las ciudadanías, que empiezan a sentirse huérfanas y desconocidas por entidades como la Personería que por su propia naturaleza están llamadas a tener una empatía con el ciudadano.

Ojo, porque la gente hoy ya no traga entero. Ojo, porque los jóvenes ya se están erigiendo como defensores de la Constitución. Ojo, porque en medio del debilitamiento generado por querer tener un personero ajustado a las necesidades de equis casa política, ha debilitado la misión y acción que a la Personería le compete en momentos tan delicados como los que vivimos.

La politiquería, los intereses de grupo y las ansias desbordadas de quererse seguir haciendo notar, no llevan a nada bueno, sino a que el elector comience a sentir esa fatiga frente a actuaciones de esa naturaleza y de pronto decida un voto castigo que lleve a muchas sorpresas.

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