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Editorial
¿Quién responde?
Millones de pesos enterrados de manera ofensiva en campos deportivos y parques entregados a la desidia.
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Miércoles, 5 de Octubre de 2016

Son millones y millones de pesos del pueblo enterrados de manera ofensiva en campos deportivos y parques entregados a la desidia y a la incuria oficiales sin explicación alguna.

Porque cuatro años después, ninguna autoridad ha explicado las razones por las cuales el estadio Centenario, un esperpento levantado en Atalaya, no puede ser usado para competencia alguna, ni siquiera para entrenamiento.

Y pensar que allí se enterraron unos 10 mil 800 millones de pesos…

Que ni siquiera tenga las medidas reglamentarias es producto de la desidia de los responsables de los III Juegos Deportivos Paralímpicos Nacionales. Tal vez les pareció que no era necesario reclamarles a los constructores, ¿para qué, si se trataba de un escenario para deportistas discapacitados y solo costaba 10 mil 800 millones de pesos?

Denunciar hubiera evitado que se consumara la chambonada de un enorme escenario que no se puede usar para competencias internacionales, porque no tiene ni medidas ni zonas reglamentarias.

Tampoco ha habido explicación oficial sobre lo sucedido con la pista de BMX de Cañafístolo, por la que alguien cobró mil quinientos millones de pesos y hoy está inservible, a menos de un año de haber sido inaugurada.

El estado del escenario es una enorme vergüenza: no le hicieron desagüe, y la lluvia destruyó la pista. Y ¿qué funcionario ha reclamado al constructor o llevado la queja ante los órganos de control? Ninguno. ¿Para qué, si es dinero del Estado?

Y mucho menos se ha dado razón que pueda explicar el estado deplorable del hasta hace poco flamante Parque Playa, un escenario recreativo y de salud de mostrar, sin dudarlo. Costó mil 800 millones y servía a miles de cucuteños que se lo disputaban para hacer ejercicio practicar deportes.

Da dolor verlo hoy, tragado por la maleza, con los campos deportivos, como los de volibol playa, destruidos, ruinas elocuentes de lo que la negligencia de las autoridades puede lograr en pocos meses.

Y, por donde se mire, en Cúcuta, las obras públicas son una fatalidad, y la indolencia de los funcionarios, de todos, sin excepción, es una norma imperativa e inapelable. Así, de lo que nada cuesta se hace fiesta, y más si se trata de obras que se pueden atribuir a una administración anterior.

Quizás en esa costumbre de no reconocer nada de lo que se hizo en el pasado radica la falta de una cultura oficial del mantenimiento y de la conservación: basta ver el conjunto del Templo Histórico, para entender lo que pasa con los parques y los escenarios deportivos.

Si el lugar sagrado de Villa del Rosario escapa por poco de ser un muladar, ¿qué se puede esperar de un parque dedicado a la buena salud o de una pista para que los muchachos hagan piruetas y salten en bicicleta?

Hace pocos días, el gobernador William Villamizar habló de un préstamo de 35 mil millones de pesos que gestiona y destinará para arreglo de los parques de barrio de Cúcuta. ¿Cuánto, de ese dinero, se irá por la alcantarilla del descuido y de la negligencia de los burócratas?

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