La problemática del transporte público de pasajeros en Cúcuta y su área metropolitana parece haber tocado fondo y lo más grave es que no se vislumbran posibilidades de una solución rápida y satisfactoria.
El caos que sufrimos hoy es responsabilidad de todos, pero en especial de las autoridades municipales de tránsito y transporte que a lo largo de los años dejaron crecer el problema y no fueron capaces de acertar en su tratamiento y soluciones.
La falta de una organización gremial que represente y vele por los intereses de las empresas del transporte formal también ha contribuido al descomunal despelote que nos agobia en materia de tránsito, transporte y movilidad.
Hace cinco años, de la organización Unibus hacían parte ocho empresas transportadoras y se tenían muchos planes para la modernización y mejoramiento del servicio. Hoy quedan cuatro, y sus directivos atribuyen esta situación a las políticas erráticas e improvisadas de las autoridades municipales que han favorecido a unas en detrimento de otras, en vez de trabajar y buscar en forma mancomunada su fortalecimiento y consolidación.
Este diario ha informado ampliamente sobre las gabelas dadas a una empresa, a la que sin estudios técnicos previos, se le entregó el servicio colectivo especial de taxis blancos importados de la lejana Asia.
A la vista se aprecia una gran contradicción entre los anuncios de impulsar el transporte masivo y la autorización de taxis colectivos, los que prestan también muchos otros de color amarillo y hasta particulares.
Según voceros de las empresas, éstas han registrado en los últimos años una disminución en su actividad del 70 por ciento. Muchos propietarios y conductores se declaran en quiebra.
Y atribuyen la situación a fenómenos como el mototaxismo, que en otras regiones del país también ha contribuido a la ruina de las empresas, y a todas las demás formas de piratería e informalidad.
Y ni para qué hablar del desmesurado incremento en el parque de taxis, al cual se dedicaron las administraciones municipales de toda el Área Metropolitana en los últimos años.
A lo anterior hay que agregar la falta de políticas claras en materia de costos y de tarifas. Además del embeleco de entregar todo lo relacionado con el servicio del transporte al Área Metropolitana, que carece del personal técnico y calificado para manejar tan compleja actividad.
Las secretarías y direcciones de tránsito de Cúcuta y de los municipios del Área Metropolitana parece que quedaron reducidas a poner y cobrar comparendos y fotomultas.
Con excepción de los taxis blancos, de los que tanto se ha hablado en los últimos días, a la ciudad no llegan vehículos nuevos para reemplazar a las busetas y buses viejos destartalados. Todo lo que nos llega son vehículos viejos que no sirven en otras ciudades y regiones del país.
Los gobiernos municipales de los últimos 20 años dejaron pasar la oportunidad de adoptar y poner en marcha el sistema de transporte masivo impulsado por el Gobierno Nacional. Los estudios y proyectos que se hicieron con financiación de la banca internacional por parte de Planeación Nacional y varias universidades del país deben estar cubiertos por el polvo en algunas dependencias oficiales. Recordamos que un alcalde de Cúcuta llegó a proponer un sistema de transporte masivo metropolitano entre Cúcuta y San Cristóbal. Todo se quedó en letra muerta.
Y en el entre tanto, los problemas fueron creciendo y complicándose hasta llegar a la situación en que nos encontramos postrados hoy, en la que no se ve muy clara una salida ni la luz al final del túnel.