De la San Antonio del Táchira comercial, exportadora, textilera y marroquinera, poco o nada queda ya. La ciudad se ha convertido en el corredor de los inmigrantes hacia Colombia y fue forzada a reinventar su economía en torno a este fenómeno.
Según cifras de la Cámara de Comercio de esta localidad tachirense, el cierre de frontera que impera desde agosto de 2015 llevó al colapso económico a la región y generó la parálisis total del sector aduanero y del 95 % de la industria.
Isabel Castillo, presidenta de la Cámara de Comercio de San Antonio, explicó que grandes locales comerciales y galpones industriales se convirtieron en hospedajes temporales para personas provenientes de diferentes partes de Venezuela, la mayoría de ellos se han dedicado a la economía informal.
“Colocan una serie de colchonetas, algunas divisiones precarias, habilitan un baño y por eso cobran de $5.000 a $7.000 por noche a cada persona y así ponen a producir esos espacios que han quedado vacíos por el colapso económico de la frontera”, dijo Castillo.
En la economía formal han aumentado los restaurantes, se abrieron cuatro nuevos hoteles que mantienen altos niveles de ocupación. Las posadas también se incrementaron pasando de tres en 2015, a cerca de 40, ahora.
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William Gómez, alcalde de San Antonio, destacó que la población aumentó casi 70 %, por los que han migrado desde otros estados de Venezuela y que se han asentado en la ciudad fronteriza, así como las personas que parten hacia Colombia u otros países de la región y que son deportados o inadmitidos.
“Ellos son trasladados hasta el puente Simón Bolívar por los respectivos gobiernos involucrados y obligados a cruzar hacia Venezuela y al no poder continuar su viaje por sus propios medios se quedan en esta zona de frontera”, precisó.
“La economía se transformó de las industrias y fábricas hacia los servicios”, aseveró Gómez.
En transporte, de seis empresas que tenían rutas hacia San Antonio tres días de la semana pasaron a ser más de 30 empresas con oficinas dentro del terminal, que ofrecen salidas diarias a casi todas las ciudades del país para atender una demanda de 50.000 personas diarias.
