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Frontera
Venezolanos se tomaron nuevamente el comercio cucuteño
Debido al paro camionero, en algunos supermercados se limitó la compra de productos como el azúcar y la harina pan.
Lunes, 18 de Julio de 2016

Dos días de viaje decidió emprender Pedro Miranda desde el estado Aragua, al norte de Venezuela, hasta Cúcuta con un único propósito: abastecerse del alimento que hoy escasea en su país.

Sin mucho dinero en los bolsillos, pero con la inmensa necesidad de llevar comida para su familia, este hombre fue uno de los miles de venezolanos que, ayer, decidió aprovechar la apertura peatonal de los pasos fronterizos, cerrados hace once meses, para comprar arroz, aceite, harina, azúcar, panela, café y algunos productos de aseo que hoy le son esquivos en su propia nación o que los deben adquirir a elevados costos por intermedio  de los bachaqueros (contrabandistas).

Aunque los $70.000 en los que quedaron reducidos los fajos de bolívares que reunió durante los últimos días fueron insuficientes frente a la carencia de alimentos que sufre su hogar y el largo viaje que atravesó, este venezolano se fue más que satisfecho con las tres bolsas de mercado que compró en Cenabastos, haciéndole juego a los precios que hoy no son los mejores en Colombia, como consecuencia del paro camionero.

Otros de los primeros en llegar al centro de Cúcuta fueron Ana Rivera y su hijo Alexander Rolón, provenientes de San Cristóbal, quienes no se cansaron de agradecer a “los hermanos colombianos” por permitirles llevar algo de comida para sus casas.

Con $90.000 en mano, estos venezolanos le dieron prioridad a la compra de elementos de primera necesidad como el papel higiénico, los jabones, desodorantes, crema de dientes, así como azúcar, harina pan, aceite, mantequilla, entre otros productos que, años atrás, eran adquiridos, en gran demanda por los colombianos en el vecino país.

Sin embargo, ellos, al igual que la mayoría que cruzó la frontera, se encontraron con la falta de algunos alimentos por los que principalmente venían: el azúcar y la harina para hacer arepas.

De ahí la cara de sorpresa de muchos que llegaron a los supermercados y lo primero que se les advirtió es que solo podían llevar uno o dos paquetes por mercado, escena que por momentos les hizo recordar a Venezuela.

No obstante, algunos se las ingeniaron para comprar estos mismos productos en diferentes puntos de la ciudad y no regresar con las manos vacías, así tuvieran que pagar un poco más.

La leche para niños, los pañales y las toallas higiénicas también hicieron parte de la lista de mercado de la mayoría de compradores extranjeros que ayer se tomó, nuevamente, las calles de la ciudad. 

La reventa en las calles

En vista de lo ocurrido el domingo pasado, cuando se produjo el primer paso masivo de venezolanos hacia Cúcuta, y luego de que se anunciara que el ejercicio se repetiría este fin de semana, muchos aprovecharon para improvisar negocios y sacarle partido a la jornada.

Fue así como el centro de la ciudad se vio inundado de vendedores ambulantes ofreciendo los productos más apetecidos por los vecinos.

Llamó la atención que mientras que en los grandes mercados algunos estantes estaban vacíos o conservaban muy pocas existencias de aquellos alimentos que los venezolanos venían a buscar, en las calles estos abundaban, pero a precios mucho más elevados. Este es el caso de la harina pan, que en los mercados legales se cotizó entre $2.950 y $3.200 y en la calle a $4.000 o $4.500.

Aun así, la necesidad fue mayor y algunos optaron por someterse a estos valores.

En las calles se apreciaron, igualmente, vendedores que días antes adquirieron productos en oferta en las grandes cadenas de mercado y aprovecharon para revenderlos.

Medicinas, la otra necesidad

Otros negocios que recibieron en masa a los habitantes de la vecina república fueron las droguerías.

Desde San Cristóbal, Ana Cacua decidió pasar el puente internacional Simón Bolívar, que comunica a San Antonio con Villa del Rosario, no solo para abastecerse de alimentos, sino para comprar los medicamentos que le permitan controlar el asma de su hijo.

Y es que, según la mujer, desde hace varios meses ha tenido que implorar al cielo que los ataques que dejan sin respiración al menor no sean frecuentes, puesto que en su país ya no consigue los inhaladores que le permiten controlárselos.

“En Venezuela yo compraba a nada este medicamento. Pagaba 250 bolívares (menos de $1.000). Hoy (ayer) tuve que pagar $16.000, pero lo tengo que llevar”, aseguró la mujer.

Como ella, personas procedentes de Barquisimeto, Rubio, Mérida y otras zonas de Venezuela, con fórmulas médicas y calculadora en mano, hicieron un recorrido por las droguerías del centro de la ciudad, para buscar el precio que más se ajustara al presupuesto que trajeron para mercar.

Al final de la jornada se dibujaron las caras de satisfacción entre los miles de visitantes que lograron su objetivo, pero también las de preocupación de muchos cucuteños que fueron testigos de cómo los estantes quedaron vacíos y a la suerte de lo que pueda ocurrir con el paro de transportadores, aunque el Gobierno garantizó, ayer, el abastecimiento de la capital nortesantandereana.

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