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Históricos
Conflicto en el Hospital de Cúcuta
Esta historia data del año 1942, cuando era médico director de esa noble institución el célebre y reconocido político liberal Miguel Roberto Gélvis Sáenz.
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Sábado, 24 de Septiembre de 2022

Esta historia data del año 1942, cuando era médico director de esa noble institución el célebre y reconocido político liberal Miguel Roberto Gélvis Sáenz. El doctor Gélvis venía ejerciendo su profesión desde comienzos de la década de los años treinta y se había posicionado como un excelente galeno, además de su inclinación a la política partidista que lo llevó a ser uno de los líderes de su agrupación en el contexto local, una especie de caudillo, como bien lo describía don Antonio García-Herreros en una de sus publicaciones: “…en el doctor Gélvis hay una tremenda incongruencia; el doctor Gélvis profesional, es  abnegado, simpático, cuidadosamente interesado en sus clientes y estudioso de cada una de sus intervenciones; como político, lo hemos visto desafiante, pálido con palidez de vigilia, con el alma en estado de subversión, a la cabeza de una chusma que conserva el corazón lleno de represalia y de vindicta, cualquiera diría que, entonces, el doctor Gélvis buscaba contra quién conspirar… así sucede con los hombres que una vez anclaron en el corazón del pueblo; a él lo incineraron simbólicamente en el Parque principal de la ciudad creyendo que con esta simbólica incineración volverían cenizas el movimiento “gelvista” o “maguista”, como despectivamente llamaban su movimiento”. Esto lo escribía, seis años después de sucedido el caso que paso a contarles.

A mediados del año de la cita se desató una agria disputa entre algunos médicos vinculados al Hospital San Juan de Dios de Cúcuta y su médico director Miguel Roberto Gélvis, pelotera que se extendió a los medios, en particular, al interdiario El Trabajo, y que tuvo que dirimirse en las altas esferas de la profesión médica en la capital de la república.

En junio de 1942, el médico Gélvis dirigió una nota al presidente de la Directiva Nacional de la Federación Médica Colombiana en la que decía: “…en mi condición de médico federado, convencido que esa directiva no puede mirar con indiferencia al cuerpo médico de Cúcuta, creo cumplir con un deber  el hacerles conocer el desaliento de la mayoría de los médicos de esta ciudad, para continuar sirviendo en forma activa nuestros ideales federativos”.  En el mes de mayo anterior, Gélvis, el director del Hospital recibió una carta de uno de los médicos en la que escribía: “…desde hace varios años viene presentándose entre los médicos que ejercemos en Cúcuta una situación de pugna y enemistad, fomentada por cinco colegas, que en grupo compacto y con métodos muy astutos, han ido batiendo y tratando de anular a los demás colegas, uno por uno, para adquirir ellos una situación de privilegio, de dominio y de superioridad, la cual como es natural, habría de traducirse en beneficio de toda clase para ellos, con excepción de todos los demás. Usted sabe cómo ese grupo ha logrado conquistar en varias ocasiones a los médicos indiferentes y despreocupados pintándoles halagüeños virajes los cuales se harían realidad al lograr dominar, vencer y anular a determinado colega”. Termina el médico diciendo que varios de ellos tuvieron que retirarse del Colegio Médico por no soportar la animadversión de ese grupito que también se había apropiado de ese centro que debiera ser ‘el lazo de unión y de confraternidad de todos los colegas’. Termina el doctor Gélvis, su misiva a la Federación expresando que “… interesado por la suerte del Colegio Médico del N. de S. y por las obras de asistencia y previsión social de los filántropos esposos  Soto Meoz, me permito pedir a la Directiva Nacional, un supremo esfuerzo para que todos los médicos que ejercemos en Cúcuta podamos continuar con gran entusiasmo en el movimiento gremial de la Federación, unidos por el más puro idealismo”.

El 17 de junio, Benjamín Otálora, Secretario Tesorero de la Federación  le respondió que no habían recibido ninguna información sobre incidentes entre colegas de la ciudad de Cúcuta y hacía votos porque las diferencias se arreglaran ‘con verdadero espíritu de camaradería’. Solamente en agosto, la Federación comunicó al doctor Gélvis que habían recibido la documentación y que se había comisionado a dos colegas para estudiar el caso y dar su concepto.

Mientras tanto, en el mes de julio, el grupo de médicos opositores al director Gélvis, solicitó al Tribunal de lo Contencioso Administrativo la suspensión del cargo del Médico Director, noticia que fue divulgada en primera página y en grandes titulares por El Trabajo, uno de los periódicos de mayor circulación de la ciudad. Pasaron así los meses, sin que hubiera alguna clase de pronunciamiento al respecto y el 10 de noviembre, el mismo periódico publicó la noticia que el Colegio Médico Nacional había ‘expulsado o suspendido’ al doctor Miguel Roberto Gélvis.

Esta noticia llenó de ira al mencionado médico quien de inmediato escribió al director: “…a manera de rectificación y para que la opinión sana del Departamento y del país vayan informándose de actuaciones propias y ajenas, va la presente que usted deberá publicar en el mismo lugar del aludido comentario, respetando así la legislación colombiana sobre prensa”. Como la epístola es bastante extensa, abreviaré su contenido exponiendo sólo los puntos principales. Dice Gélvis que “por lo que se refiere a la Federación Médica Nacional, quiero acompañarle  las copias de cartas cruzada con ella, que desvirtúan categóricamente el fundamento de una expulsión o suspensión temporal en mi contra como miembro de ella, resolución que tan solo pudo ser tomada meses después de haber  renunciado yo a ser miembro de ella”.

En cuanto a su gestión como Director explica: “…mi obra en el Hospital de Caridad de esta ciudad está sometida al análisis de cuantos lo quieran hacer, tengan o no el ánimo prevenido…pero ya que se me hace comparecer ante la opinión general, es preciso que  se haga también un balance de los procederes y responsabilidades de mis enemigos…” Por ello cita los nombres de los doctores Pablo E. Casas, tesorero del Colegio Médico y Rafael Lamus Girón director de la campaña antituberculosa, para que expliquen los manejos que le han dado a los recursos por ellos manejados y finaliza solicitando al periodista que le “pase la cuenta por el exceso que haya en la publicación que haga como rectificación al comentario aludido”.

El hecho es que a pesar de los sarcasmos utilizados tanto en las solicitudes de rectificación al periodista como en sus respuestas, las rencillas entre los profesionales de la medicina siguieron y sólo vinieron a apaciguarse con el tiempo y la renovación del personal médico.

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