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El escándalo mayúsculo de 1924
Durante todo el año fue la comidilla de los grupos que se reunían en los cafés tradicionales de principios de siglo.
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Sábado, 4 de Noviembre de 2023

Uno de los escándalos que tuvo la mayor trascendencia en los primeros años del decenio de los veinte fueron los incidentes sucedidos entre el Cónsul de Venezuela y el señor Roberto Fossi, hechos que desencadenaron la prisión de este último y el traslado del primero.

En el mes de marzo de 1924, se produjo un incidente extensamente divulgado por los dos periódicos de la época, Comentarios, diario  simpatizante de las ideas liberales y El Trabajo, interdiario de clara ideología conservadora; cada uno con sus propios intereses políticos, en una época de gobierno conservador, donde el uno defendía sus posiciones mientras que el otro, no perdía oportunidad para atacarlas.

Durante todo el año fue la comidilla de los grupos que se reunían en los cafés tradicionales de principios de siglo, donde se mantenían actualizados de las incidencias, tanto locales como foráneas.

Antes de darle cabida a los datos publicados, muy brevemente veamos lo sucedido pero advirtiendo a mis lectores que para la época de los sucesos no se presentaba la espectacularidad que en los momentos actuales son tan comunes y frecuentes, así que la sencillez de entonces es una de las características que se verá en el desarrollo de un escándalo que dio para mantener una audiencia expectante durante varios meses.

Todo salió a relucir cuando el señor Cónsul de Venezuela, general Martín Matos Arvelo, según dicen las malas lenguas, había urdido la “ridícula farsa que el señor Fossi pretendía asesinarlo”. A partir de ese momento se empiezan a publicar en los medios, noticias como “Los temores del Cónsul” o “la prisión del señor Roberto Fossi”, lo que despertó aún más el interés por el desarrollo de la noticia. Por esta razón, la intervención del señor Ramón I. León, secretario del Cónsul venezolano en esta ciudad, coprotagonista de toda esta trama, aclara en carta enviada al director de El Trabajo.

Transcribo fielmente la nota remitida el 7 marzo del año antes citado, que servirá para que juzgue el lector la veracidad o no de los hechos en ella relatados y saquen sus propias conclusiones: “… en el periódico Comentarios hay un ‘Suelto’ (noticia breve) titulado ‘La prisión de Fossi’ y ‘Los temores del Cónsul’ donde se afirma que el señor Cónsul ha urdido la farsa de que Fossi pretende asesinarlo.

Nada tan falso como esa aseveración pues conozco el asunto a fondo y voy a relatárselo para que se imponga el público de los procedimientos rastreros  del citado Fossi. Ayer en la mañana, como a las 11:30, tuve la necesidad de ir al establecimiento de pulpería ‘La Rosa Blanca’ a comprar media botella de cerveza para mi señora esposa y estando allí llegó Roberto Fossi y al preguntarle el tendero qué novedad había, le dijo: que me ordenan desocupar a Cúcuta, debe ser por orden del Cónsul o por cuenta de este…, yo nada le contesté y al salir me profirió palabras amenazadoras; inmediatamente entré a mi hogar que queda al lado de la casa donde está situado este establecimiento, volví a salir y fui a la oficina de la Permanencia, y puse el denuncio de lo que acababa de sucederme, al señor Castro, Jefe de dicha Oficina, quien tomó la debida nota y me ofreció llamar a Fossi para arreglar el asunto; volví a mi casa, pero antes de llegar me encontré con mi sirvienta que me dijo, no vaya a la casa porque allá está buscándolo un hombre, y la señora está muy afanada; ante semejante relato no podía de ningún modo quedarme y seguí precipitadamente a mi casa, pues se me ocurrió que era Fossi quien me buscaba en mi casa; efectivamente llegué y al entrar encontré a mi señora aterrada con lo que Fossi acababa de decirle, la inquirí de todo y me contó que Fossi había llegado y había dicho: ¿usted es la señora de Ramón León, secretario del Cónsul?

A lo que ella le contestó, sí señor; pues bien, dígale que salga, que vengo a matarlo, que no se me esconda, a mí me han ordenado desocupar a Cúcuta y esas no son cosas sino del sinvergüenza de su esposo, pero antes de las cinco de la tarde, quedará usted viuda, señora porque lo que soy yo lo mato hoy y usted se morirá de hambre y quedará viuda; su esposo es un imbécil, un sinvergüenza, un intrigante que no más se la pasa intrigándome con el …del Cónsul y de los Gómez, vergüenza debería darle y vergüenza tenemos todos los venezolanos de que su esposo sea venezolano, pero ya usted verá lo que le va a pasar, lo voy a matar antes de desocupar a Cúcuta, antes de las cinco de la tarde, así que prepárese para que se lo metan muerto a su casa y al Cónsul también lo mato para que no sigan intrigando a los venezolanos que están aquí y si a mí me ponen preso ahora, quedan mis hermanos y otros tantos amigos que lo harán al decírselo yo, así es señora que usted queda viuda hoy porque yo mataré a ese sinvergüenza intrigante de su esposo y al Cónsul también lo mataré.

 Ante semejantes y ruines amenazas, estaba mi pobre señora toda aterrada, pero yo previendo que el caso era del todo grave, ocurrí inmediatamente donde el general Martín Matos Arvelo, Cónsul de Venezuela y quien es mi inmediato superior y le puse en conocimiento de todo lo que había pasado, diciéndole que ya había puesto el denuncio en la Permanencia de lo que personalmente me había sucedido. El señor Cónsul de ordenó que volviera a la Permanencia y diera cuenta de lo que acababa de suceder en mi hogar, así lo hice y el señor Castro procedió inmediatamente.

 El señor Cónsul comunicó también todo esto al general José Joaquín Villamizar, Jefe Militar de la Frontera. Tal es la relación exacta de este asunto y que juzgue el público ahora si era o no mi deber dar cuenta de esto, tanto al señor Cónsul de Venezuela, como a las autoridades y si éstas han cumplido o no con su deber de arrestar un individuo cuya conducta es bien reconocida de ambos lados de la frontera, que ha ido a mi hogar a aterrar a mi señora esposa con amenazas de muerta  tanto para mí como para el señor Cónsul de Venezuela.

El general Matos Arvelo, no es hombre que levanta falsa imputación a nadie porque no es ejecutoria de los hombres de su talla, acostumbrados a combatir al enemigo frente a frente. Como verá usted señor director, Fossi, además de insultarme y amenazarme primero comete el muy craso abuso de irme a busca a mi hogar con la intención de quitarme la vida e insultarme a mí y al señor Cónsul en la persona de mi esposa. Tales cosas no pueden sino calificarse de un atentado criminal que no se consumó por no encontrarme en mi casa”.

Redacción
Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com

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