Los seguimientos y las labores de inteligencia de los guardias del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), en las instalaciones de la Penitenciaría de Cúcuta, permitieron descubrir que hay una red de corrupción conformada por al menos ocho dragoneantes que se presta para ingresar drogas y hasta armas al centro de reclusión.
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El lunes se conoció que el dragoneante Jhonatan Quintero Martínez, quien prestaba la seguridad en la garita 4 del sector norte de la Penitenciaría, fue sorprendido con 5 kilos de marihuana y 1.2 de cocaína, además de tres celulares, trece cargadores y dos cables USB.
Quintero fue sorprendido por uno de sus compañeros, cuando estaba analizando los puestos de trabajo y notó la actitud sospechosa que él asumió al percatarse de la revisión.
“El dragoneante de la policía judicial estaba adelantando una revista y cuando le preguntó a Quintero si había alguna novedad en el servicio, este se puso nervioso y tartamudeó, por lo que se hizo una revisión al lugar y así encontró un bolso en el que estaban los elementos incautados”, explicó una fuente cercana a las pesquisas.
Jhonatan Quintero fue detenido de inmediato y al cierre de esta edición era presentado en audiencias de legalización de captura, imputación de cargos y medida de aseguramiento, a la espera de que un juez defina si debe ir a prisión.
‘Siguen las investigaciones’
Henry Mayorga, director regional del Inpec, aseguró que aunque no es gratificante reconocer que existen focos de corrupción en la Penitenciaría de Cúcuta, la reciente captura se debe a una investigación liderada por el mismo instituto, para sanear dichos hechos y detener a los responsables.
Por ahora el Inpec continúa con las investigaciones, para detectar los movimientos de los integrantes de esta red dedicada a ingresar drogas, celulares y armas en la Penitenciaría.
Cabe recordar que en octubre de 2019 también fueron capturados un inspector jefe, cinco dragoneantes y una civil, señalados de tener una red de tráfico de drogas en el centro de reclusión.
La investigación duró aproximadamente nueve meses tras recibir la información de un interno sobre cómo se traficaban las sustancias estupefacientes con la venia de algunos guardias, liderados por el inspector jefe, que aprovechaba su mando para ingresar la droga al complejo carcelario por encargo de los presos, jefes de patio o llamados ‘caciques’.
En ese momento, el Inpec descubrió que la misión del inspector era coordinar la ubicación de los dragoneantes en los puestos de control de ingreso al penal y las garitas de vigilancia por donde se iba a pasar la droga, para que no se presentaran inconvenientes y la ‘mercancía’ llegara a los patios, donde posteriormente el ‘cacique’ se encargaba de la venta entre los internos.
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