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Entregaron en Cúcuta restos de desaparecida en toma del Palacio
Noralba García trabaja como enfermera jefe de una clínica de Bogotá y convivía con un integrante del M-19.
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Viernes, 2 de Marzo de 2018

En una sobria ceremonia, la Fiscalía entregó este viernes en Cúcuta los restos óseos de Noralba García Trujillo, desaparecida en los hechos de la toma del Palacio de Justicia, ocurridos entre el 6 y 7 de noviembre de 1985.

Los restos de la mujer, de 27 años, fueron entregados de manera equivocada a la familia de Libardo Durán, agente del F-2 y escolta del presidente de la Corte Suprema de Justicia, hace 32 años.

Noralba, para la época de los hechos se desempeñaba como enfermera jefe de una prestigiosa clínica de Bogotá, a la par convivía con William Almonacid, integrante de la guerrilla del M-19 y a quien había conocido desde que cursaba su carrera de enfermería en la Universidad Nacional. Ambos, participaron en la toma del Palacio y murieron en la misma.

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El cuerpo de García Trujillo, natural de Valle del Cauca, hace parte de los tres cuerpos de desaparecidos que serán entregados después de 33 años de investigación por parte de la Fiscalía

La ceremonia se llevó a cabo en la iglesia Centro Cristiano del barrio Los Pinos. 

Su hermano

Fernando García, hermano de la mujer y quien reside en el centro de Cúcuta, fue quien recibió en una pequeña urna de madera a Noralba.

Aunque no tiene todos los restos, él sabe que con ese pedazo de cadera y de fémur que le entregaron, arrancó el final de un calvario, cuando ese 8 de noviembre les confirmaron que su hermana, tres años mayor que él, había muerto en la toma.

Tanto era el anhelo que tenían Fernando y su hermano mayor Julián García Trujillo por encontrar a Noralba que perdieron hasta el sueño. 

Pero, después de tantos años de lucha, el pasado 25 de febrero Julián falleció a causa de un cáncer, pese a eso, él siguió con el último deseo de su hermano, de llevar los restos de ella hasta un osario del Parque Cementerio La Esperanza.

Guerrillera por amor 

Fernando recordó que su hermana terminó bachillerato en un colegio de Bogotá e ingresó a la Universidad Nacional. Tras conocerse con William Arturo Almonacid se fue a vivir en unión libre durante más de cuatro años.

La familia de Noralba siempre supo que él militaba en el M-19, por eso cada vez que podían le decían que tuviera mucho cuidado y hasta la mamá le rogaba que buscara la forma de sacarlo a él de eso y que ella no se fuera a meter en problemas.

“Él era un guerrillero del M-19, pero ella no. Sabemos que Noralba muchas veces le pidió a él que se saliera de eso, porque sabía que le podía pasar algo malo, pero él no le hizo caso. Por eso, hoy podemos decir que ella ingresó a ese grupo armado un mes antes de morir y lo hizo por amor. A ella le asustaba hasta la pólvora de diciembre, puedo decir con seguridad que jamás empuñó un arma”, sostuvo el hombre.

En las pocas indagaciones que su hermano Julián hizo antes de morir, conocieron que el M-19 la involucró en la toma del palacio porque no consiguieron algún médico que los acompañara y como ella era enfermera le pidieron que fuera con ellos. 

“Entonces él (William Arturo) le pidió que los acompañara y mi hermana entró al Palacio de Justicia, por amor. Él le dijo que no se retiraría nunca del M-19 y que estaba dispuesto a morir por el movimiento, y como ella no se sentía capaz de vivir sin él, decidió entrar”, señaló Fernando García.

Noralba y William no tuvieron hijos.

Cosas muy raras

Según Fernando, William fue uno de los primeros que murió en el sótano, lo extraño para él y el resto de familia, en ese entonces, fue que siempre creyeron que Noralba habría muerto a su lado, pero no fue así.

“Ahora nos salen con que a ella la encontraron muerta en el cuarto piso del Palacio de Justicia. Conociéndola como la conocí, si William murió en el sótano ella no se iba a mover de ahí, por eso digo que hay muchas inconsistencias”, recalcó el hermano de Noralba.

Fernando también conoció que su hermana murió al lado de otro guerrillero, pero como los cuerpos se calcinaron y quedaron compactados, pensaron que era un solo muerto. “A nosotros no nos entregaron los restos de nuestra hermana, porque resulta que como el guerrillero tenía puesto un reloj cuadrado y encontraron rastros de unos testículos, creyeron que se trataba del escolta de un magistrado y por eso entregaron los restos de mi hermana y el compañero a otra familia”. 

Perseguidos

Fernando García contó que desde el mismo instante que conocieron de la muerte y desaparición de su hermana, comenzaron a indagar para saber qué había pasado con el cuerpo, pero comenzaron a recibir amenazas y ser víctimas de seguimientos por parte de organismos del Estado.

En la capital nortesantandereana, en 1992 murió doña Olga Trujillo Bermúdez. “Pasamos muchas dificultades para salir adelante, pues mi madre murió esperando la entrega de los restos de mi hermana”.

La otra parte 

Durante muchos años Fabiola Hernández Guevara visitó una y otra vez la tumba donde creía que estaban sepultados los restos de su marido Libardo Durán. 

Pero el 18 de diciembre se enteró que los restos a los que ella les llevaba flores y les oraba, no eran los de su marido, se trataban de Noralba García Trujillo y Alfonso Jacquin, este último también del M-19. “imagínese, qué triste. Yo ¡yo! llevándoles flores y cuidando la tumba de los verdugos de mi esposo”, dijo la mujer.

Sin embargo, el cuerpo de Libardo está en poder de la Fiscalía, tras ser inhumado en una fosa común del cementerio del sur en Bogotá.

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