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Regresó por más café y terminó arrollado por una camioneta
El accidente, en el que murió un vendedor, ocurrió frente al comando de Policía de Atalaya, en Cúcuta.
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Viernes, 6 de Noviembre de 2020

Eran las 10:25 p.m. del jueves, cuando Aladín Guevara Rodríguez, de 61 años, intentaba cruzar la autopista de la ciudadela Juan Atalaya, a la altura de la avenida 9, del barrio Comuneros, justo al frente del Comando de Policía de ese sector de Cúcuta, pero sus pasos fueron interrumpidos por un vehículo que lo atropelló.

A esa hora, llovía levemente. Aladín se disponía a atravesar el carril derecho para llegar al sector Natilán, llevaba su coche con los termos de café, el cual pensaba vender por esos alrededores, pero de repente un vehículo blanco de servicio público, de placas TJP856, que era conducido por Diego Andrés Palacio Estrada, de 20 años, lo arrolló y tras el golpe, lo expulsó unos 30 metros, desde el punto del choque.

La víctima quedó con múltiples fracturas en su cuerpo, mientras que el coche, con los termos, la canasta plástica donde guardaba unos panes y los vasos, quedaron atrás.

Guevara Rodríguez murió de manera inmediata. Su cuerpo quedó bocarriba y el bolso negro donde tenía sus pertenencias, estaba junto a él.

De inmediato, las autoridades que llegaron al lugar cerraron la vía para que la unidad de criminalística de la Policía de Tránsito inspeccionara y levantara el cuerpo.

Regresó

Guevara salió a las 6:30 p.m. con sus termos y antes de las 10 de la noche, llamó a su esposa para decirle que la venta estaba buena y por eso le pidió que le preparara más café.

“Cinco minutos después de salir con su nuevo café, un hermano de él nos llamó a darnos la mala noticia y salimos para allá”, contó la compañera sentimental.

Lo que algunos testigos le dijeron a la familia de la víctima, fue que cuando intentaba cruzar, había otro vehículo parqueado y le quitó visibilidad y no logró ver que el otro carro venía y finalmente lo atropelló.

“Antes de irse me pidió perdón por todo lo malo. Me dijo que un policía le había dicho que cuando una mujer habla, hay que quedarse calladito para no perderla. Me abrazó y me dijo que él sabía que tenía muchos errores, pero que me quería mucho”, recordó la mujer.

Guevara Rodríguez era un hombre servicial, le gustaba colaborar a quienes se lo pedían, en Atalaya lo conocían porque hacía mandados para obtener algo de dinero y también por ser el que cuidaba carros y motos en un parqueadero que tiene un restaurante conocido en la zona por donde se presentó el accidente.

Era el mayor de seis hermanos, de los cuales hoy solo quedan dos.

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