Se hizo público un concepto de la Universidad Nacional que se negó a convalidar los requisitos para que Moisés Ninco Daza fuera embajador de Colombia en México. Por el otro lado, se conoció un documento de la propia Función Pública que concluye que Andrés Camilo Hernández –actual cónsul de Colombia en México– no cumpliría los requisitos para asumir su cargo. Esta es la novela.
El pasado 10 de febrero hubo polémica porque el Ministerio de Relaciones Exteriores autorizó la “compensación de requisitos” a Ninco Daza para que –en lugar de un título de pregrado, experiencia profesional o trayectoria como funcionario de carrera–, pudiera asumir como embajador. Lo anterior, tomando como base la determinación de la comisión evaluadora de méritos de la Cancillería. Con ese aval dejó en firme su nombramiento como embajador extraordinario y plenipotenciario.
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Ante la ausencia del pregrado, esa comisión avaló la participación de Ninco en un simposio de la Universidad Sergio Arboleda, su asistencia al modelo de Naciones Unidas de la Universidad de la Sabana y la experiencia en la Unidad de Trabajo Legislativo del exsenador Gustavo Bolívar, además de su trabajo en la campaña de Gustavo Petro a la Presidencia. Todo esto, como prueba de conocimiento para ser representante diplomático de Colombia en el exterior.
Sin embargo, este martes se conoció que una de las integrantes de esa comisión –la actual rectora de la Universidad Nacional, Dolly Montoya–, se opuso a viabilizar el nombramiento de Ninco Daza. Según el acta de la reunión, la rectora se opuso al no encontrar “suficiente mérito en relación a los estudios profesionales que no ha terminado”.
Frente a la experiencia laboral del ahora embajador, Montoya concluyó que “no es indicada” para el papel que asumiría, teniendo en cuenta además la importancia de México “como aliado comercial, político, económico entre otros”.
Quienes sí dieron vía libre al nombramiento dentro de la comisión fueron César Augusto Manrique, actual director del Departamento Administrativo de Función Pública, y Arturo Luna, ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación. Ambos funcionarios de Petro.
Ante estas irregularidades, el abogado Daniel Briceño anunció que demandará el decreto que autorizó el nombramiento de Ninco Daza ante el Consejo de Estado: “Los requisitos para poder ser embajador son tener carrera profesional, tener algo de experiencia relacionada y no tener doble nacionalidad. Ninco no cumple con el requisito de la carrera profesional”.
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En 2011, Ninco Daza se refería en estos términos a los diplomas y estudios: “Pa’ saber que en el ámbito laboral el diploma de bachiller posee el mismo valor que un retazo de papel higiénico usado”.
El otro lío es contra el nombramiento del cónsul Andrés Camilo Hernández. En respuesta a una solicitud elevada por el canciller Álvaro Leyva –que por ley debe pedir este tipo de conceptos para avalar nombramientos de ese estilo–, el Departamento Administrativo de la Función Pública determinó que no cumplía con los requisitos para asumir en alguno de los cargos en provisionalidad de carrera diplomática.
En su solicitud, el canciller destacó que Hernández era profesional en comunicación social y periodismo, había hecho un diplomado y participado en foros y cursos. Además, en cuanto a su experiencia resaltó su papel como asistente de comunicaciones de Petro, periodista de RCN o asesor de Indepaz.
Sin embargo, Función Pública le recordó que no era apto para el cargo teniendo en cuenta que debía acreditar como mínimo 8, 6 o 5 años de experiencia profesional contada a partir de la terminación y aprobación de todas las materias que conforman el pensum académico de la respectiva formación profesional.
“Es obligatorio que las entidades únicamente posesionen en sus empleos a candidatos que cumplan a cabalidad con la totalidad de los requisitos exigidos en las normas que regulan la materia, así como en el manual específico de funciones y de competencias laborales y que éste se encuentre ajustado a la normativa vigente”, le respondió Función Pública. Sin embargo, Hernández terminó asumiendo el cargo.
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