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Norte de Santander: crisis, retos, reactivación y oportunidad
El área metropolitana de Cúcuta enfrenta un desafío titánico en el área económica y social.
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Lunes, 15 de Marzo de 2021

El año 2020 fue turbulento y caracterizado por la crisis en todos los sentidos, la pandemia tuvo implicaciones económicas y sociales en el mundo, bajas tasas de crecimiento económico, aumento del desempleo y la informalidad, lo que se traducirá en retrocesos importantes como la reducción de la pobreza.

Estas privaciones afectarán profundamente a personas que ya son pobres y vulnerables, y que  modificarán parcialmente el perfil de la pobreza mundial al generar millones de “nuevos pobres”; personas más urbana, con mayor nivel educativo y menos tendientes a trabajar en la agricultura y ganadería que las que vivían en la pobreza extrema antes de la pandemia (Banco Mundial, 2020).

En el año 2020 la pandemia COVID-19 arrastró a unos 100 millones de personas a la pobreza extrema. Por otro lado, la desigualdad en el caso de América latina se profundizará pues la CEPAL proyecta incrementos del índice de Gini de entre el 0,5% y el 6,0%.

En ese contexto Colombia no fue ajena a este marasmo económico y social generado por la COVID-19. Según los últimos datos del DANE el PIB registró una contracción del 6,8% el año pasado y cerró con una tasa de desempleo de 15,9%, un aumento de 5,4 puntos porcentuales frente al 2019. La afectación del mercado laboral se traduce en menos ingresos y precarización de las condiciones materiales de las personas (pobreza y desigualdad). 

Esta preocupación se encuentra en el CONPES 4023 donde se realizan unas proyecciones preocupantes pues el país pasa “de una pobreza estimada de 35,7 % a una pobreza de 45,13 %, lo que significa que cerca de 4,6 millones de personas caerían en situación de pobreza.” Y se “estima que en Colombia se pasará de una pobreza extrema de 9,6 % a una pobreza extrema mayor al 14,7 %, lo cual corresponde a más de 2,5 millones de personas”, además de los efectos negativos en la movilidad en las clases sociales.

Cúcuta y su área metropolitana se enfrentan a estos mismos desafíos. Antes de pandemia 4,5 de cada 10 habitantes eran pobres y uno de cada 10 vivían en la pobreza extrema, lo que se agravaría en el contexto de la COVID-19, además, el mercado laboral reflejó sus disfuncionalidades (en cantidad y calidad) expresadas en una tasa de desempleo que cerró el 2020 con un valor de 23,7%, superando el dato nacional en 7,8 puntos porcentuales.

Adicionalmente, hay una informalidad laboral superior al 70% que generan un entorno hostil y desesperanzador. Dado lo anterior el pesimismo toma fuerza, como lo presenta la segunda encuesta de percepción ciudadana ‘Mi voz, mi ciudad’ realizada en noviembre del 2020, donde el 65% de los encuestados dicen que la ciudad de Cúcuta (Núcleo central Área Metropolitana) no va por buen camino; frente al empleo, el 69,4% de los encuestados dicen que al menos una persona de su hogar perdió el empleo, siendo los niveles socioeconómicos bajos los de mayor afectación, 73,4%; por el lado de los rangos de edad son los de 36 a 45 años (el 74,8%) y más de 55 años (el 72%) los más sensibles.

Esta información guarda relación con dos preguntas más que dan razón de la importancia de las condiciones materiales de las personas, sus implicaciones en la calidad de vida y sobre todo las privaciones que inciden negativamente tanto la satisfacción de necesidades básicas, como en el desarrollo de las capacidades humanas de los hombres y mujeres de Cúcuta.

En la pregunta que hace alusión a la “reactivación” económica el 62,2% de los encuestados no tiene empleo aún, con mayor incidencia en los niveles socioeconómicos bajos, y más en mujeres (65,5%) que en hombres (58,7%), además las comunas más impactadas según la respuesta de los encuestados fueron la 3,4,6 y 7.  

Cuando a los encuestados se les pregunta por los ingresos actuales, 5 de cada 10 dice que no alcanza para cubrir los gastos mínimos, al igual que la anterior las comunas 3,4,6 y 7 son las de mayores implicancias en la carencia de ingresos (58%), también los niveles socioeconómicos bajos fueron los más sensibles con el 60%. Al mirar los datos por género, a las mujeres les fue peor con un 62%, mientras que en los hombres fue de 46,9%, una diferencia de 15,1 puntos porcentuales. 

La pandemia ha puesto en vilo gran parte de las economías modernas. El país y el área metropolitana de Cúcuta enfrentan un desafío titánico en materia de recuperación, reactivación y sostenibilidad económica y social, de ahí que la agenda pública, los recursos humanos, técnicos, la articulación y coordinación de instituciones y actores son vitales para la generación de políticas publicas efectivas.

En ese sentido la rutas señaladas por el Conpes 4023 son una oportunidad, pero también la necesidad a nivel territorial de aunar esfuerzos para incorporar, adaptar y priorizar acciones en materia de empleo y pobreza; se resalta la importancia del enfoque del Conpes en términos de interdependencia y complejidad de las dimensiones económicas, sociales y ambientales, y sobretodo los principios rectores que la caracterizan como la resiliencia e intersectorialidad, basadas en un horizonte temporal (corto y largo plazo) clave para la sostenibilidad. 

Esta crisis es una oportunidad como se expresa en una frase atribuida a Albert Einstein, “sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia”.

Redacción | Mario de Jesús  Zambrano Miranda | @marini1883

Economista y licenciado en ciencias sociales, magister en Gobierno y Políticas Públicas, docente Universidad Libre y coordinador del programa Cúcuta Cómo Vamos.
 

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