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Sucesos
El juego de primos que terminó en tragedia
El pequeño Eduar Javier de 7 años se ahogó en el río Pamplonita.
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Jueves, 28 de Enero de 2021

“Dios mío, no”, fue lo primero que gritó desde sus entrañas Emily Mariana Maldonado al ver el cuerpo inerte de su hijo Eduar Javier Maldonado de 7 años. El pequeño fue encontrado 20 horas después de ser arrastrado por la corriente del río Pamplonita, cuando jugaba debajo del puente García Herreros en Cúcuta.

A las 11:40 minutos de la mañana de ayer, la mamá se acercó a reconocer el cuerpo de su hijo mayor, casi sin aliento, caminando por inercia y aferrada al impulso que le daba su compañero sentimental. Una vez  frente a su niño, estalló en llanto. Tuvo que enfrentarse a verlo sobre la arena sin vida. 

El cuerpo apareció unos 500 metros abajo del puente y fue un arenero, que labora en ese sector, que vio al niño bajar bocabajo.

“Corrí y lo saqué de un brazo, al tiempo que gritaba que lo había encontrado. También empecé a limpiarlo con el agua porque estaba lleno de barro. Luego, llegaron los rescatistas”, dijo José Contreras, quien lo sacó del río y se lo entregó a las autoridades.

20 horas antes

A las 3:25 de la tarde del martes, Eduar Javier y su primo de 9 años, estaban jugando a la orilla del río. Mientras uno lanzaba un balde al agua, el otro iba en su búsqueda. 

“Cuando el agua chocó con el muro de repente nos empezó a llevar la corriente. Él me agarró mientras yo trataba de salir, pero cuando sentí que me soltó lo miré y se lo llevó como un remolino. No pude ayudarlo”, le contó el niño a sus parientes.

Los gritos del pequeño alertaron a Sofía, hermana de Emily Mariana, ambas estaban cerca de los menores y aunque corrieron para sacarlo no pudieron hacer nada.

Desde ese momento el desespero para esta familia oriunda de Yaracuy (Venezuela) se apoderó de ellos.

Casi 20 minutos después, llegó la Policía Metropolitana de Cúcuta, al tiempo que el cuerpo de Bomberos, e iniciaron la tarea de hallar a Eduar.

La familia decidió llegar a ese punto del río para llevar unos palos que les permitirían levantar un techo en un lote que consiguieron en una invasión por San Gerardo.

“Nos dieron la oportunidad de tener algo propio y con mi marido decidimos ir por los palos. Eduar se había quedado conmigo y desde la mañana que supo que íbamos para allá se emocionó con la idea de bañarse en el río”, contó Sofía, la tía del pequeño.

Cuando todo ocurrió, el miedo dominó a las dos mujeres, mientras que los gritos eran más fuertes para que fueran escuchados por el esposo de Sofía, quien buscaba los palos a unos metros.

Pero, nadie las oía. Entonces Sofía se lanzó por su sobrino. De inmediato, vio una rama y cuando le quitó la mirada a Eduar, ya no lo volvió a ver más.

Un niño alegre

“Estaba pendiente de todo. Como niño mayor era juicioso. Ayudaba en todo lo que le pedíamos y se la pasaba mucho conmigo. Amaba montar bicicleta. Era un niño muy hiperactivo”, añadió la tía de Eduar.
Ambas familias son recicladores y desde hace cuatro años han subsistido en Cúcuta de dicho trabajo. 

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