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Corporaciones Autónomas Regionales se articulan para crear corredores biológicos
Parte del plan de acción indica que se requiere hacer inventario de las áreas protegidas. 
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Eduardo Rozo
Sábado, 4 de Noviembre de 2017

Hace cinco años Parques Nacionales Naturales de Colombia le dio un giro al manejo de los Sistemas Regionales de Áreas Protegidas (Sirap) y una alianza con las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) le permitió generar acciones conjuntas para la conservación de la biodiversidad, garantizar el suministro del agua y mantener en equilibrio los servicios ambientales que proveen zonas estratégicas del país.

Desde la regional Andes Nororientales de Parques Nacionales, que reúne a ocho de las áreas con figura de protección en Colombia, de las 59 existentes, se han dado avances significativos para la articulación de iniciativas con las CAR. 

Tras años de trabajo de cada corporación por separado y la declaratoria de áreas protegidas, ahora se inició la elaboración de un plan de acción a 10 años (2027) con las CAR.

“Parques administra las áreas protegidas nacionales pero además de ellas hay más, de carácter regional, municipal y de la sociedad civil. Todas ellas conforman el Sirap”, dijo Nancy Rivera, profesional de la territorial Andes Nororientales.

Como parte del plan de acción que construyen las CAR, dijo Rivera que se requiere hacer el inventario de áreas protegidas, declarar las que se prioricen, formular el plan de manejo y ejecutarlo.

Para que todo ello sea exitoso también se requiere de la generación de conocimiento con investigaciones que permitan dar a conocer la importancia de las áreas protegidas y vincular tanto a la sociedad civil como a las autoridades.

Para que esa apuesta sea exitosa se tiene como aliado al Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). De acuerdo con Carlos Mauricio Herrera, especialista en planeación de áreas protegidas, el apoyo que brindan al plan de acción es técnico y financiero.

“Hay una dificultad financiera para el sostenimiento del Sistema Nacional de Áreas Protegidas y lo que estamos haciendo es aportar recursos para este proyecto y enlazarlo con otras iniciativas como Herencia Colombia”, sostuvo Herrera. 

A continuación les damos a conocer el trabajo que ha hecho cada corporación vinculada a la región Andes Nororientales, en cuanto a conservación y retos para los próximos 10 años.

 

  • Sergio Iván Niño Hernández 

Coordinador de áreas de manejo especial de la Subdirección de Recursos Naturales - Corponor.

 

Desde 1995, la corporación inició un trabajo de investigación para definir áreas claves de conservación y producto de ese ejercicio se tienen cuatro parques naturales regionales en el páramo de Santurbán donde la minería no tiene cabida.

En su orden son: Sisavita en Cucutilla, declarado el 18 de junio de 2008, con una extensión de 12.131 hectáreas. Posteriormente vinieron los parques de Salazar (2013), con 19.088 hectáreas; Arboledas (2016), con 21.870 hectáreas y Mutiscua-Pamplona (2016), con 9.389 hectáreas.

Adicional a los parques, una alianza con la CDMB facilitó la creación del Distrito de Manejo Integrado en el páramo de Berlín, con 44.272 hectáreas.

En 2013, la corporación inició un estudio para incluir más áreas con proyección de protección y en ellas se trabaja. Son, un distrito de manejo para Pozo Azul, una zona del páramo de Almorzadero con posibilidad de ser parque natural y otra en el páramo Tamá.

En Chinácota, Toledo, Herrán y una parte de Pamplonita; se tiene al páramo Mejué, donde nacen quebradas que descargan las aguas en los ríos Pamplonita y Táchira. 

Para la Provincia de Ocaña se trabaja en el páramo Jurisdicciones, zona clave para la creación de una reserva forestal y también se incluyó en la lista una zona de El Espartillo, donde brota el agua para veredas de Salazar, una parte de Gramalote, Villa Caro y Lourdes.

Todas esas acciones buscarán ser incluidas en el plan a 10 años que se lidera desde el Sirap y con las demás corporaciones se planteó la importancia de contar con capital para responder con los compromisos que implica declarar zonas protegidas.

A la par de los planes de manejo se requiere de la restauración de áreas deterioradas, hacer un saneamiento predial y un acompañamiento a las comunidades para que manejen objetivos de conservación.

La premisa de Corponor no es desplazar a las comunidades que habitan en páramos, sino convertirlos en aliados por medio del mejoramiento de la productividad agropecuaria. Sin embargo, hay falencias por tanto se requiere del apoyo de ministerios como Agricultura y Minas que nunca hacen presencia. 

Desde la creación del Sistema Nacional Ambiental (hace 24 años), esas carteras debían fomentar agricultura, ganadería y minería sostenible, labor que no se cumple.

En el plan de acción también se incluirá el fortalecimiento de las capacidades institucionales en los municipios, para que se empoderen de las zonas estratégicas y no las vean solo como responsabilidad de Corponor o del Ministerio de Ambiente. La meta es que los municipios fundamenten el desarrollo desde la base del sustento natural.

 

  • Mauricio Otalora

Coordinador del proyecto de biodiversidad y ecosistemas estratégicos de Corpochivor.

 

En nuestra jurisdicción tenemos cuatro complejos de páramos delimitados y protegidos, como son: Rabanal, Cristales Castillejo Guachaneque, San Cayetano y Mamapacha Bijagual.

En este último nace un gran corredor biológico que cruza por Norte de Santander y va a Mérida. 

Por ello, uno de nuestros principales objetivos es afianzar esa conectividad por medio de un proyecto de áreas protegidas con el que las comunidades se sientan identificadas y como corporación podamos garantizar los servicios ecosistémicos y preservar la biodiversidad. 

Otras de las líneas de acción en las que nos debemos enfocar como parte del plan de acción a 10 años, son la generación de proyectos de visibilidad de la mano con la educación ambiental. Además de procesos de reconversión productiva, de pago por servicios ambientales que deben ser mejorados y vistos de forma regional.

Hay muchos procesos de conservación en curso, pero el éxito estará en que sean vistos como región Andes Nororiental y se logren las sinergias con las demás corporaciones.

 

  • Ricardo Villalba Bernal

Profesional de la Subdirección de Ordenamiento y Planificación Integral del Territorio de la CDMB.

 

La Corporación para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (CDMB) tiene un área de jurisdicción de 480.000 hectáreas, en las que tiene ocho áreas protegidas (cuatro parques naturales regionales y cuatro distritos de manejo integrado).

En ellos está Santurbán con 11.700 hectáreas, lo cual sumado a las delimitadas por el Ministerio de Ambiente, garantizan el suministro de agua para el Área Metropolitana de Bucaramanga.

En cuanto a las líneas de acción en las que deben enfocarse a 10 años, está la administración eficiente de las áreas protegidas y eso implica un trabajo con las comunidades para que puedan generar ingresos sin afectar el equilibrio ambiental.

“Entendemos que así como se generan restricciones al uso del suelo para favorecer la conservación, deben generarse proyectos productivos que orienten a la población para mejorar su calidad de vida”.

En las zonas de páramo de Santander habitan 5.000 familias en ocho municipios y la dificultad ha radicado en que ancestralmente ha existido la minería, especialmente en Vetas, California y Suratá.

Así, el reto es lograr ejercicios que no sean de escritorio y que faciliten el trabajo con las comunidades, para que surjan proyectos de común acuerdo que permitan conservar.

Otras de las situaciones que se deben trabajar son el control al cultivo de cebolla en Tona (4.000 hectáreas) y la ganadería extensiva en California y Suratá.

 

  • Hugo Armando Díaz Suárez

Coordinador de áreas protegidas y páramos de Corpoboyacá.


Boyacá es un departamento estratégico al tener el 18.3 por ciento de los páramos de Colombia (de los 37 que existen). Siete de ellos son compartidos con otras corporaciones y en hectáreas suman 537.823. La mayoría de dichos páramos son estrellas fluviales.

Corpoboyacá tiene 12 áreas protegidas, de las cuales siete son parques naturales regionales, cuatro reservas forestales y un distrito de manejo integrado.

En 2012, se inició la formulación de los planes de manejo y se ha vinculado a las comunidades para mermar el impacto causado por el hombre y el cambio climático.

En los páramos de Boyacá se estima que habitan 70.000 personas y se necesitan alternativas, por tanto la visión a 10 años es hacer conservación desde la sostenibilidad del territorio, y sin desconocer que en esas zonas habita gente que requiere de un cambio de pensamiento.

En los páramos hay problemas sociales, minería, productores agrícolas y tenencia no formal de la tierra. El Sirap ha servido para integrar a las corporaciones, pero también es una esperanza para gestionar recursos, que es una limitante.

Aparte de ello, la corporación creó el Comité Regional de Áreas Protegidas, experiencia exitosa que agrupa a 190 personas de la sociedad civil organizada para buscar salidas que permitan conservar las zonas de selva húmeda, tropical, el bosque andino, altoandino y los nevados. 

 

  • Erika Paola Ortiz Gómez

Profesional de la Subdirección de Gestión Ambiental de Corpoguavio.


La corporación tiene 28 áreas protegidas en Cundinamarca, entre reservas forestales y un distrito de manejo integrado. Todas suman 9.000 hectáreas y están en los municipios de Guasca, Fómeque, Medina, Gama, Gachalá y Ubalá. 

En los últimos años la corporación se ha enfocado en crear un corredor estratégico que se conecte con el Parque Nacional Natural Chingaza, como estrategia de conservación para salvaguardar los páramos y crear corredores de biodiversidad. 

Actualmente Corpoguavio elabora los planes de manejo de las áreas protegidas y la meta es tenerlos listos en 2019. En ese proceso han surgido choques con las comunidades por el uso del suelo.

En los ocho municipios con figuras de protección se estima que habitan, en cada uno, entre 10 y 15 familias que desarrollan actividades agropecuarias y en su universo ellos son los más afectados, por tanto es difícil imponer el cambio de actividad.

Además de la reconversión productiva que debe darse, se tienen problemas con familias que ocasionalmente han tenido encuentros con el oso andino, especie en vía de extinción y por el temor a que ataquen al ganado, los agreden.

En la parte social se tienen diferentes complejidades para cada familia y no se puede hacer una reconversión laboral similar. Ese es el reto para los próximos 10 años y se espera articular todas esas acciones al Sirap.

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