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Educación para hoy
Pero hay un debate internacional acerca de lo que deben ser los sistemas de educación en el siglo XXI.
Sábado, 1 de Febrero de 2020

Por estos días se lee en los periódicos, se puede ver en la televisión y oír en la radio que todos los  nuevos mandatarios se comprometen con programas de educación, construcción de escuelas y mayor presupuesto para las instituciones públicas. Esto ocurre cada cuatro años y podríamos trazar esta costumbre a la Ley del 6 de agosto de 1822 que establece nuestro primer sistema público de educación. En nuestro Norte de Santander, el gobernador Silvano Serrano le propuso recientemente a los alcaldes del departamento trabajar unidos hacia una educación para mejorar el talento humano, el desarrollo tecnológico y la infraestructura productiva. De la misma manera, el alcalde Jairo Yáñez ha expresado que uno de los ejes de su alcaldía será la educación con calidad.  Estas son promesas y propuestas honestas a las que todos debemos contribuir para que se materialicen en la realidad.

Pero hay un debate internacional acerca de lo que deben ser los sistemas de educación en el siglo XXI ante el cambio que se ha venido dando en el empleo y en la empleabilidad de los egresados. Times Higher Education (THE), hablando de lo que ocurre en el Reino Unido, analiza la situación actual en la que los jóvenes consideran que pueden obtener  y ofrecer por sí mismos nuevos desarrollos digitales sin necesidad de tener un entrenamiento formal y, por consiguiente, declinando su ingreso a la educación superior. 

Entre nosotros se está promoviendo por el Gobierno Nacional el desarrollo de startups que tienen más como fundamento la buena intención, pero sin conocimientos firmes en matemáticas, ni mercadeo, ni economía, ni la cultura ciudadana que permita éxito a nivel internacional.  Plataformas como Uber, no las entiende el mismo Gobierno, las confunde con compañías de servicio público y trata de legislar para ellas, como se desprende de las declaraciones ministeriales; ni las entendieron los funcionarios encargados durante los últimos años de hacer propuestas para resolver una situación ajena a nuestra cultura.  ¿Cómo, entonces, pretendemos saltarnos el conocimiento básico y social y promover startups de quienes no son graduados universitarios?

En los últimos años ha disminuido el número de estudiantes que se matriculan en la universidad y que prefieren crear sus propios negocios sin la preparación necesaria.  La forma como el estudiante debe enfrentar a la sociedad de la cuarta revolución industrial es objeto de debate en todas nuestras instituciones. Y es importante que consideremos una solución integral que comienza en el preescolar y termina en la universidad. En la etapa preuniversitaria, es fundamental que los estudiantes aprendan a leer críticamente y a escribir en forma clara sus pensamientos y que tengan los conocimientos básicos del lenguaje matemático y de sus operaciones. Que el sistema actual es inadecuado, lo demuestra el oprobioso puesto que obtuvimos en las últimas pruebas PISA.  

De acuerdo con estudios publicados hasta 2018, sólo uno de cada mil niños que comienzan la primaria llega a la universidad. ¿Cómo lograremos, entonces, que haya profesionales para el manejo de la economía 4.0, basada en el tratamiento de grandes masas de datos y su utilización con fines económicos, la inteligencia artificial que permite que las máquinas puedan dar el máximo de información y rendimiento y las demás herramientas necesarias para lo que viene del siglo XXI?

A nivel mundial, se han intentado varias estrategias. En los Estados Unidos, el pregrado es de tipo general y absolutamente individualizado, pero el egresado continúa su formación on the job, o sea, en el sitio de trabajo. En el Espacio Europeo del Conocimiento se usa una estrategia diferente; allí se ofrece un pregrado relativamente corto, de 3 a 4 años, y se  ingresa inmediatamente a una maestría que permite cambio de profesión, profundización en un área específica, reorientación profesional o cerca de otras diez modalidades aceptadas en toda la Unión Europea. Ninguna de estas opciones está contemplada dentro del Sistema de Aseguramiento de la Calidad del Ministerio de Educación Nacional. 

En la Universidad Simón Bolívar se entendió la necesidad de permitir una mayor especialización de los saberes en un tiempo más corto y aprobó un reglamento estudiantil que permite que actividades tales como los preparatorios, los trabajos de grado, etc., puedan hacerse en forma simultánea con el último semestre de la carrera de pregrado y sean orientados específicamente a un área particular del conocimiento profesional para que el estudiante que se gradúa, pueda ingresar a una especialización o maestría en el segundo semestre del correspondiente programa de posgrado. Esto requiere el incremento de opciones de especialización y maestría para que los estudiantes puedan ingresar en esta vía académica hacia el posgrado con un ahorro importante de tiempo y con la posibilidad de especialización en áreas requeridas por la región. Interesante ejemplo de solución a un problema nacional. 

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