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Instrucciones para afrontar el bisiesto
Cualquiera se descuadra con un día de más en sus cuentas.
Martes, 2 de Enero de 2024

Y nos cayó el bisiesto. Hacía ya cuatro años que no venía. Pero nos llegó y debemos atenernos a las consecuencias. De los años bisiestos se dicen muchas cosas, todas trágicas, todas negativas, todas peligrosas. Quizás porque se trata de un año deforme, al que le salieron veinticuatro horas más,  es decir, mil cuatrocientos cuarenta minutos de sobra, los que, mal sumados, dan un total de ochenta y seis mil cuatrocientos segundos. Mucho tiempo.

Cualquiera se descuadra con un día de más en sus cuentas. Es como si alguien naciera con once dedos en las manos. No sólo se ve repugnante, sino que debe arrastrar con ciertas graves consecuencias, como no poder usar guantes, y tener que pagarle a la manicurista una uña de más.

De los bisiestos dicen que son años difíciles, de guerras, hambrunas, pestes, muertes masivas. Y no es por defender a este bisiesto que está empezando, pero los últimos años han sido de guerras, hambrunas, pestes y muertes masivas, como si estos años hubieran sido bisiestos todos. En Colombia nuestro bisiesto será de cuatro años y hasta ahora llevamos año y medio. Dios nos tenga de su mano.

Ayer, 1  de enero, me encontré con un buen amigo que, a pesar de ser petrista, se me vino con los brazos abiertos a saludarme. Me abrazó, nos abrazamos, y me dijo al oído, casi con vergüenza: “Feliz año”. Lo miré a los ojos y le pregunté:

-¿En serio, Ud. me desea feliz año?

Agachó la cabeza, dio la vuelta y se marchó. No entendí su actitud, pero por algo sería. Y es que a veces uno no entiende a la gente. Ese es uno de mis propósitos para este año que está apenitas comenzando: Tratar de entender a los demás, aun sabiendo que no tienen la razón o que están equivocados.

Y hablando de propósitos esta columna se ha propuesto brindar algunas ayudas que pueden ser útiles para afrontar las vicisitudes que se nos presentarán este año de febrero largo.

En primer lugar, hay que estar bien con el de arriba. Es importante tener activo el chat con el cielo. Problemas, dudas, metidas de pata, heridas, desilusiones, debemos comunicarlas de inmediato, en busca de ayuda. El departamento celestial para casos difíciles trabaja las veinticuatro horas del día y está siempre dispuesto a brindarnos la ayuda necesaria. A veces toca esperar turno o hacer cola porque todo el mundo pide y los ángeles no dan abasto para despachar todos los pedidos, o a veces, como también ocurre aquí en la tierra, los domiciliarios se entretienen en el camino y se demoran. Pero el auxilio llega.

Esto va ligado con otro punto importante: la fe. La fe mueve montañas, dicen que dijo san Pablo. Hay que ponerle fe a la solución de los problemas por graves que sean. ¿Y qué es la fe? Es la seguridad de que todo va a salir bien. ¿Recuerdan el caso de los habitantes que salieron en procesión a pedir que les lloviera porque el verano era insoportable? Se llenó la iglesia, se llenó la calle. Todos salieron orando y pidiendo por la lluvia. Pero un niño, sólo un niño, llevó paraguas. Eso es fe.

También san Pablo dice: “La fe sin las obras es muerta” (Gálatas, o efesios, o tesalonicenses, no recuerdo muy bien). Hay que hacer cosas para que se den resultados. Hay que llevar paraguas.

Dice un refrán que no hay mal que dure cien años. Todo mal tiene un final. Y después vendrá lo bueno.

(Esta homilía continuará. No se la pierda).

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