La historia de La Castellana se remonta a los años 50, cuando fueron vendidos los lotes de la hacienda La Ceiba, pertenecientes a la familia Abrajim, al señor Giovanni Martín. Luego, los terrenos fueron comprados por la Sociedad Urbanizadora La Ceiba Ldta, hasta que, en 1976, los adquirió el arquitecto Enrique Cuadros Corredor, quien decidió legalizar los predios con la construcción de viviendas.
Cuarenta y cinco años después, el perímetro del barrio lo comprenden seis manzanas. Aunque la mayoría de sus calles están en buen estado, la comunidad pide mantenimiento de dos de ellas, la 0AE y la 3E, vías terciarias que no han recibido inversión municipal.
Residentes como Andrés Mauricio Torres, líder comunal, lo describen como un barrio tranquilo, a pesar de que en los últimos meses han sido tocados por la inseguridad, con el robo de espejos retrovisores de los vehículos y otros repuestos. Un problema que se remonta a las zonas oscuras generados por los árboles sin podar.
Sin Junta de Acción Comunal
Según los habitantes, La Castellana nunca ha contado con una Junta de Acción Comunal propia sino que siempre ha dependido de líderes comunales y de juntas de barrios aledaños, como Cámbulos o Ceiba. Sin embargo, esta última se disolvió y, por ahora, el barrio La Castellana cuenta solo con un líder que toma la vocería cuando se necesita llevar a cabo gestiones.
“Es necesaria la conformación de la Junta de Acción Comunal del barrio, porque con ella se puede ayudar a la comunidad o las personas que lo requieran. Esa es la razón de ser de una junta”, mencionó Torres.