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Cúcuta
Juegos sanadores en pediatría del hospital de Cúcuta
En el Erasmo Meoz, el salón sensorial Pintando Sonrisas es un espacio para la mejoría de los pacientes fuera de las habitaciones.
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Keila Vilchez
Keila Vílchez B.
Sábado, 4 de Agosto de 2018

La pequeña Ithamar García, de 10 meses, tiene 12 días recluida en el Hospital Universitario Erasmo Meoz. Llegó a urgencias con una fiebre muy alta; sin diagnóstico, es vista diariamente por el equipo médico y el hematólogo. Sin embargo, y a pesar del sinnúmero de puyas que le han colocado, su sonrisa se agranda cuando entra y ve la multiplicidad de colores que tiene el salón sensorial Pintando Sonrisas, ubicado a escasos metros de su habitación en el tercer piso.

Ella, con su catéter y su suero, entra en brazos de su mamá, Coraima Patiño. En ese instante, la aguja que está en su diminuta vena se olvida, solo le queda espacio para el juego y la sonrisa. “La siento relajada, a pesar de que no me puede hablar”, afirma Patiño, quien llegó con Ithamar desde el poblado venezolano de Colón, estado Táchira.  

La sienta en la colchoneta y la rodea de juguetes. La niña solo atina a balbucear y dar muestras de felicidad a pesar de su dolencia. Junto a ella juega María Elena Duarte, de 12 años, que llegó a las emergencias del Meoz desde Pamplona, luego de sufrir una serie de convulsiones. A pesar de la diferencia de edad comparten el espacio armónicamente, ambas están allí dando muestras de lucha para sanar.

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La evolución de María es enorme, dice su madre Nidia Villamizar, quien relata que los terribles episodios de conmociones se olvidaron para María en ese pequeño espacio de juego, que fue inaugurado en febrero de 2016 por el Despacho de la Gestora Social del departamento, Cecilia Soler.

“Esto ha sido maravilloso para María, porque la hace olvidarse del tratamiento, de las agujas, y su respuesta a los medicamentos ha sido favorable a pesar de ser fármacos tan fuertes para su edad”, dijo. 

La ansiedad de ambas desciende en caída libre cada vez que ponen un pie dentro del salón. Los miedos bajan y el estrés cae por el simple hecho de estar en un ambiente distinto al de la fría habitación del hospital.

Hengie Ramírez, de 10 meses, gatea por toda la sala. Su cuidadora Genny Scala asegura que desconocía que existía este tipo de apoyo adicional a la recuperación de los pacientes infantiles en el Meoz. 

En el ambiente de armonía del salón la pequeña se distrae mientras le pasan a gotero el antibiótico que necesita para la fuerte infección que tiene. “En los hospitales de Venezuela no hay este tipo de atenciones. Es una bendición para ellos estar recibiendo ayuda adicional que no sean las puyas, los medicamentos, los vendajes, las limpiezas de heridas”, señaló Scala, quien viene de Ureña.

Desde 2016 hasta la fecha han atendido a más de 7.800 niños, de los cuales 2.335 son de la primera infancia, y de ellos, 1.104 de nacionalidad venezolana.

Beneficios 

Alexandra María Chanagá Soto, terapeuta ocupacional y asesora del despacho  de la Gestora social del departamento, explicó que la experiencia que tienen los pacientes en la sala junto con sus cuidadores, es única.  “Nuestro propósito es humanizar el servicio pediátrico de la estancia hospitalaria de los niños que llegan a urgencias”, dijo.

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Detalló que cada niño explora la sala y se concentra en el espacio que más le interesa, siempre direccionado y supervisado por las madres, las cuidadoras, y la misma terapista. Explicó que ellos están promoviendo los juegos individuales y grupales con el apoyo de los estudiantes de las universidades de los programas afines. “Los niños interactúan con materiales lúdicos, recreativos, que permiten estimularlos para así fortalecer a través del juego su desarrollo integral, que abarca el área psicomotora, afectiva y escolar”, dijo.

Dentro de los beneficios que obtiene el paciente que recurre a este tipo de terapia, están: el fortalecimiento del sistema inmunológico, la canalización de sus emociones, pueden bajar los niveles de estrés propios del espacio hospitalario, les ayuda a sanar heridas físicas, les permite aliviar tensiones, y mejora su convivencia con el personal médico, incluso, con sus propios familiares.

Este pequeño espacio dentro de la gran estructura del hospital les permite a los pacientes pediátricos desarrollar una convivencia sana en medio de un ambiente de juegos.

(En el salón se desarrollan cuatro programas de atención.)

Programas 

Chanagá Soto, terapeuta ocupacional y asesora del despacho de la Gestora social del departamento, explicó que dentro del salón sensorial desarrollan cuatro programas: el primero de ellos, el de estimulación temprana, que está dirigido a niños con retrasos psicomotores.

Estos son atendidos por los estudiantes de la terapia ocupacional y fisioterapia a partir de un diagnóstico base. 

El segundo programa es el del aprovechamiento constructivo del tiempo libre, para infantes a partir de los 2 años, a través del cual los menores hacen pinturas, brindándoles un acompañamiento en la psicomotricidad fina. Esto para que el niño pueda ir desarrollándose como si estuviera en casa o en su colegio.

El tercer programa se desarrolla para aquellos infantes que no pueden acudir hasta la sala de espera por su diagnóstico. Cuando esto ocurre los voluntarios de las universidades y del Sena trasladan los escenarios hasta las salas de espera para aquellos que tienen movilidad reducida, y hasta las habitaciones para darles alegría a los niños que no pueden salir de ellas.

Y el último programa está dirigido a los padres y cuidadores. Se les brindan las capacitaciones para que ellos obtengan las herramientas necesarias para atender a los niños en sus hogares. “Con esto hemos permitido mejorar situaciones como la convivencia intrafamiliar y las relaciones interpersonales. Las madres están aprendiendo a jugar con los niños”, dijo.

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