En la vorágine de tiempos tumultuosos, donde la mezquindad de la demagogia y la polarización amenazan la esencia informativa, los medios tradicionales se erigen como pilares fundamentales. En este contexto, recordamos la valentía de Eustorgio Colmenares Baptista, fundador de La Opinión, cuyo legado resuena como un recordatorio vital de la importancia de la prensa en la defensa de la verdad y la resistencia ante las adversidades.

En nuestro compromiso como nuevos custodios de este legado, reafirmamos la necesidad imperante de medios de comunicación que trasciendan las divisiones, llevando consigo la antorcha de la objetividad y la integridad periodística.

Son 31 años de la partida abrupta y violenta de quien puso el periódico al servicio de la comunidad nortesantandereana y fronteriza, como un faro de la verdad, la protección y defensa de los valores e intereses regionales.

Esas enseñanzas y empeño suyo porque la nortesantandereanidad estuviese reflejada en las páginas de La Opinión se ha mantenido y perdurará en las plataformas de este medio informativo que se alimenta de la visión y rumbo fijados por Eustorgio Colmenares Baptista, nuestro director emérito, asesinado por la guerrilla del Eln en marzo de 1993.

No desfallecer en la labor informativa, tener presente que nos debemos a la gente, ejercer la tarea de ser contrapoder, denunciar y sacar a flote hechos y situaciones que atentan contra la moral pública y el interés general, se han convertido en un mandato inquebrantable.

Esa ha sido y será la mejor forma de mantener viva la llama del recuerdo de Colmenares Baptista, quien fue alcalde y congresista, y que enamorado por el mejor oficio del mundo colgó la bata de odontólogo para dedicarse de lleno a las lides periodísticas.

Y hablando de lo que dijera Gabo sobre  nuestra profesión, no nos equivocamos si decimos que las investigaciones y  accione judiciales en torno a este asesinato parecen una novela de Macondo.

Lo único que se ha logrado es la declaratoria, en 2013, como crimen de lesa humanidad lo ocurrido ese viernes de hace 31 años cuando dos pistoleros lo asesinaron en su casa del barrio Los Caobos.

De esa manera se evita que el velo de la impunidad lo sepulte en el olvido este golpe a la libertad de prensa y expresión. Pero nos encontramos en un momento que debe aprovecharse  para que esta absurda muerte en medio del conflicto armado no se quede solamente en recordatorios anuales.

 Esta guerrilla, que en ese momento alegó razones de “parcialidad informativa a favor de la oligarquía” para fundamentar el por qué ordenó el aleve asesinato de Colmenares Baptista, hoy se encuentra en conversaciones de paz con el Gobierno Nacional.

 Y aunque después esa organización armada presentó excusas, el Eln tiene una gran deuda con la sociedad por el asesinato de alguien que estaba prestando un servicio social desde La Opinión con los fundamentos  de informar y ser informados.

¿Cómo saldará el Eln esa deuda? ¿Y las  órdenes de captura por un crimen que no prescribe, contra Antonio García y Pablo Beltrán, máximos dirigentes del Eln, qué camino tendrán en la eventualidad de un acuerdo de paz? ¿Cuál fue realmente el motivo? ¿Por qué intentar acallar a un medio regional de esa manera?

La Quinta Yesmín, donde ha funcionado y desde la que La Opinión continuará informando, tiene un recuerdo vívido del fundador, que en el editorial de  1960, cuando empezó a circular como diario, escribió en el editorial: “La Opinión será hecha con intransigente responsabilidad en la información, la crítica y los planteamientos. Nuestros lectores saben que nos enredamos en resentimientos ni en vaguedades ni en indirectas, porque consideramos ese estilo contrario a la ética del periodismo democrático y moderno”.

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