Cúcuta 2050 se encuentra a 324 meses, pero las percepciones, consideraciones y vivencias de cada hogar, de puertas para adentro, nos indican que estamos a años luz de cambiar para bien nuestra dura y complicada realidad local.

Los resultados de la encuesta Cúcuta Cómo Vamos en la mayoría de asuntos consultados ratifica la preocupación ciudadana en los asuntos económicos, de inseguridad, desempleo, movilidad, pobreza, y hasta de la acechante hambre.

Todo está dicho. Ahora llega el momento de actuar para procurar enderezar el rumbo de una ciudad en la que el 41,95 por ciento no se siente contento por vivir en ella, mientras que el 49,67 por ciento se siente nada orgulloso de la capital nortesantandereana.

Esto no se debería de pasar tan alegremente sino ser objeto de reflexión por los centros de análisis y llevarlos a debate público, porque cuando alguien no se siente a gusto dónde vive, le da igual si ese lugar mejora o empeora, neutralidad que se vuelve negativa en materia de civismo y comportamiento ciudadano. Incluso, no sería raro que muchos de ellos estén pensando en irse de aquí.

Quienes aspiren a gobernar tanto a Cúcuta como a los municipios metropolitanos tienen ahí en esa reciente medición de percepción ciudadana, los puntos más trascendentales sobre los cuales deberían fundamentar sus estrategias de gobierno para el próximo cuatrienio.

Pero eso sí, deben tener cuidado en no caer en populismos de carácter punitivo, tratando de posar como el superagente que todo lo puede contra la delincuencia ni vendiéndose como el salvador de todos los males, porque esas no son las salidas  de este callejón.

Lo mismo debe pasar con aquellos que desean ser coadministradores desde el Concejo, porque lo que sí están requiriendo cada uno de los municipios metropolitanos es un equipo que se eche al hombro la región y enfrente adecuada y decididamente todos sus problemas.

Si no lo hacen y vuelven a uno más en la lista de alcaldes y concejales, quedarán condenados por haber desoído el clamor del pueblo que en la citada medición un 43,71 por ciento dijo que lo más probable es que en cinco años Cúcuta va a estar peor que hoy, y el 26,26 por ciento opinó que las cosas seguirán como en el presente.

Dura responsabilidad la que les espera a los aspirantes y movimientos o partidos políticos que los avalen porque  las promesas de ríos de leche y miel, y de soluciones sacadas del cubilete se están quedando sin margen de maniobra en una región afectada en las últimas décadas por la informalidad y crecientes índices de pobreza.

En esta temporada electoral los principales protagonistas no deberían ser las grandes reuniones y los regalos, las hallacas y los refrescos, sino los programas de gobierno para desmenuzarlos, contrastarlos y confrontarlos con el día a día para medir qué tan adecuados son para resolver la problemática de ciudad en todos los órdenes.

Hay que aprovechar todos esos datos que provienen del clamor ciudadano, que reclaman seguridad, empleo, estabilidad económica y buena movilidad dentro de  una ciudad incluyente con espacio público para su disfrute y una real y tenaz lucha contra la corrupción.

Construir un mejor presente no es mucho pedir ni nada extraordinario, es algo inherente a una sociedad que debe estar en la constante búsqueda de un mejor vivir, ya que Cúcuta y los municipios metropolitanos lo merecen.

Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en:  https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion