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Política
Golpe a las EPS: la salida autoritaria de Petro
El Gobierno dio un golpe de mano e hizo por vía administrativa lo que no logró que le aprobara el legislativo.
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Colprensa
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Domingo, 7 de Abril de 2024

Más allá de las consecuencias que tendrá la intervención de Sanitas y La Nueva EPS, que no serán pocas, lo ocurrido esta semana con el sistema de salud también tuvo un impacto político importante: la actitud del presidente, Gustavo Petro, y su gobierno, lo mostró con una actitud de ataque, retaliatoria y cerrada al diálogo, que hace recordar salidas autoritarias de otros mandatarios del continente.

Luego de casi dos años de discusiones, el hundimiento de la reforma a la salud, esta semana, fue para muchos expertos el golpe político más fuerte que ha sufrido Petro en su gobierno.

“No solo la Comisión VII está a punto de hundir un esfuerzo de concertación de casi dos años, sino que replica que el Congreso no puede hacer verdaderas reformas en favor del pueblo, quizás porque los grandes contratistas se han vuelto dueños de la política", escribió Petro en su cuenta de X, vaticinando lo que venía.

Sin embargo, mientras esto ocurría en el Congreso, el Gobierno dio un golpe de mano e hizo por vía administrativa lo que no logró que le aprobara el legislativo: la Superintendencia de Salud intervino Sánitas el martes y La Nueva EPS el miércoles, con lo cual el sistema de salud, mayoritariamente, pasó a ser administrado por el Estado.

"El gobierno asume su función constitucional de reordenador del sistema de salud”, explicó Petro en su cuenta de Twitter, y, posteriormente, durante la instalación de la Asamblea Nacional Cafetera (que, entre otras cosas, fue otro golpe de mano a la Federación Nacional de Cafeteros), señaló: “ahora, nos toca resolverlo, lo que podía ser una concertación, ahora es de golpe".


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Señales de autoritarismo y de retaliación por parte de Petro

Lo ocurrido esta semana, tal vez como ningún otro hecho ocurrido en su Gobierno, mostró la cara más autoritaria de Petro: una decisión que tuvo un estilo mucho más confrontatorio, de retaliación y de cierre de cualquier posibilidad de diálogo. Eso incluyó también señalamientos, sin pruebas, contra parlamentarios, de quienes aseguró que eran pagados por las EPS.

Para varios expertos consultados, estas declaraciones no son precisamente de un jefe de estado, quien debería estar buscando conciliación y no actuar de forma poco democrática y hasta con desesperación, como lo explica Manuel Camilo González, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana.  

“Ciertamente la frase de golpe ya te dice que es una idea de ser rápido, pero ser también un poco antidemocrático. En ese sentido, sí se puede decir que es algo autoritario porque realmente estaba buscando una salida por fuera y obviamente más discrecional en términos de todo el juego institucional que el país”, asegura.

Gonzáles asegura que estas acciones del presidente son un acto de desespero, debido a que durante su campaña presidencial se comprometió a hacer cambios estructurales, pero que estos son muy difíciles de lograr si se tiene en cuenta que no tiene consensos ni tiempo. No obstante, expresa que lo más preocupante de estas acciones son la demostración de síntomas que pondrían en peligro a la democracia colombiana.


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“Lo que son estas declaraciones, lo que han sido los balconazos e incluso la crisis de gabinete, ya son síntomas, una señal de lo que podría pasar. Seguramente se podría colocar en peligro a la democracia en el que los controles institucionales se desequilibran y que de alguna forma favorecen al Presidente por sobre otras instituciones”, agrega.

Por su parte, el abogado constitucionalista Juan Manuel Charry asegura que el deber ser por parte de un jefe de estado es buscar consensos es el Congreso, pero que se equivoca al hacer estas intervenciones como una retaliación al hundimiento de la reforma, situación que sería ilegal bajo las leyes constitucionales.

“En el debate político queda la sensación de que, como no pasa la reforma, se toman medidas administrativas retaliatorias o alternativas para implementar una reforma que no se logró en el Congreso y eso sería Ilegal. Uno no puede implementar su reforma que no le aprueba el legislador, el legislador es el que decide y no se puede tomar medidas en contra de personas que no estuvieron de acuerdo con uno”, expresa.

Charry sostiene que el Estado colombiano tiene la posibilidad de intervenir a las Entidades Promotoras de Salud, pero "no tiene presentación jurídica que se haga como consecuencia de que no pasó una reforma en el Congreso, entonces se tome una medida administrativa contra los administradores del sistema y eventualmente contra quienes no estuvieron de acuerdo con la reforma”.

Asimismo, Enrique Serrano, profesor de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, califica las acciones del presidente como rabietas por no tener la razón en el Congreso por el tema de salud.


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“Él tiene como paradigma de su discurso la amenaza, la advertencia, la retaliación y el reproche. El pueblo y la gente que lo ha oído muchas veces. Ya está acostumbrado a que habla así cuando no le salen las cosas. Procede como un preadolescente, tiene esa lógica de un preadolescente, si no hacen las cosas como yo las propongo, pues entonces aguántense los resultados y las consecuencias”, explica.

Serrano asegura que es preocupante el panorama que se viene ya que no está claro lo que plantea el presidente, que “nunca ha asimilado la retórica propia de un Jefe de Estado. Debe ser esencialmente conciliador, incluyente e incluso con todas las voces disidentes de la suya. Nunca ha buscado caminos que no sean los de la confrontación, entonces esto es la llegada plena del discurso amenazante y de la idea de que él tiene unos poderes y los va a usar en contra de todos aquellos que pudieran torpedear sus reformas”.

El experto en ciencia política y relaciones internacionales asegura que estas acciones del mandatario son muy similares a lo que ya se ha visto en otros países como Cuba o Venezuela, donde hay gobiernos dictatoriales y con ningún tipo de consensos entre partidos opositores.

“El libreto ya se había visto en otros países, y particularmente es el discurso que hace ya décadas enarbolaba Fidel Castro, es el discurso de Daniel Ortega del año 79 y es el discurso que usaba (Hugo) Chávez en el año 99, 2000, 2001, 2002 para intimidar a todo aquel que pudiera marcar un disenso ostensible”, asegura.

Y agrega: “ese devenir de dictadura es un hilo muy sutil, respetando aparentemente las formas de un Estado democrático. Sin embargo, este tipo de reacciones son consideradas claramente dictatoriales; por eso hablo de una derivada autoritaria, una especie de ruta que él está siguiendo porque otros la caminaron hace 20 años o hace 30 o hace 50 y pudieron llevar a efecto sus propósitos imponiéndose de manera brutal sobre el pueblo”.


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A esto también se sumó Manuel Gonzáles, quien recordó ejemplos de la región como “por ejemplo en Venezuela, Ecuador e incluso lo que sucedió en su momento en Bolivia de que ciertas crisis generadas o no  por los presidentes les dan esa oportunidad para que asuman más controles de las instituciones”.

Sin embargo, aseguró que siendo de izquierda, de derecha o de cualquier ideología política, “todos los presidentes, siempre ven las crisis como una oportunidad para su beneficio, por lo que en este caso es concentrar mayor poder, pero también redunda un poco en mejorar, así sea a corto plazo, la difícil situación por la cual pasa a sus países”.  

Todos los expertos consultados llegan al consenso de que estas no son las formas correctas de un presidente de la República, al llegar a amenazar y a imponer a los que piensan distinto. Pero expresan que Gustavo Petro es un gobernante que se siente cómodo en “la plaza pública” y acude a ese espacio para fortalecerse políticamente y poder presionar otros espacios como la opinión pública, el Congreso y las demás autoridades.


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