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Cúcuta
La santa búsqueda para superar el déficit de monjas en Norte de Santander
En ese tema de las vocaciones a las jóvenes hoy en día les da miedo dar ese paso, esa entrega generosa y dispuesta al Señor, entonces han disminuido las hermanas en los conventos
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Eduardo Bautista
Eduardo Bautista
Categoría nota
Domingo, 17 de Septiembre de 2023

“Hay un déficit de religiosas, porque hay comunidades donde la mayoría de las hermanas ya son de edad avanzada, por lo que se está haciendo un llamado vocacional a las jóvenes de la frontera a que atiendan esta convocatoria”, señaló el padre William Aguilar, vicario de la Diócesis de Cúcuta, sobre el actual  poco interés de las mujeres para convertirse en monjas.

Aunque para el padre existe una mayor aceptación por parte de los hombres  reconoce que en el caso de las religiosas el tema es muy distinto. En la Diócesis de Cúcuta existen 23 comunidades religiosas y la mayoría de ellas hacen proceso con la institución de Pastoral Vocacional, donde se aprecia que son pocas las jóvenes que ingresan a esta vida religiosa.

“En ese proceso participan cinco o seis comunidades de las 23, porque las demás hacen como un trabajo más personal en los colegios, por ejemplo las Hermanas del Carmen Teresiano, que tienen su institución educativa y ahí mismo hacen promoción, así como las Hermanas del Santo Ángel”, dice.


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Hay otras comunidades como Nueva Vida y Madre Teresa de Calcuta que no tienen colegios y se unen a la Pastoral Vocacional de la Diócesis para hacer esa promoción, pero el número de candidatas que deciden iniciarse en la vida religiosa es muy poco, debiendo adoptar un trabajo más personalizado visitando los pueblos y las parroquias para buscar nuevas aspirantes, que es  más lento en el caso de las religiosas, reitera el padre Aguilar.

Explica que hay varios fenómenos que pueden incidir en la poca afluencia de mujeres que quieran ingresar a los conventos, uno es que si no se inculca desde pequeños el sentido religioso y vocacional, van creciendo los jóvenes sin ese sincretismo. Entonces no asisten a misa, pocos participan en los grupos  juveniles y demás actividades de sus iglesias,  y debido a esa situación en las familias no se ve favorecido el ambiente de sentido vocacional.

En los hombres es un poco más arraigado ese llamado por el trabajo que se hace en las parroquias, “porque por ejemplo el obispo de la Diócesis deja como tarea que cada parroquia debe buscar al menos dos candidatos para el seminario, y desde ahí el sacerdote va llevando un proceso directo con aquellos jóvenes que van aceptando el llamado de Dios, lo que ha dado buenos resultados”, agrega.

De dichas  comunidades religiosas la cantidad de monjas son más o menos 160 y se presentan comunidades que solo tienen cuatro, seis u ocho  hermanas, tanto en Cúcuta como los pueblos que pertenecen a esta Diócesis.

La hermana Nancy

“Hay quienes nacen con la vocación, hay quienes por el camino van sintiendo el llamado y es una respuesta que se da generosa a Dios”, es la reflexión sobre la motivación para tomar los hábitos y llevar la vida de clausura que hace la  hermana Nancy Esmeralda de la Santísima Trinidad, quien hace 18 años ingresó a la Orden de Santa Clara  y desde 2020 se encuentra en Cúcuta en “nuestro querido Monasterio del Ave María”.

La hermana Nancy, quien nació en Bogotá y fue criada en Boyacá, dice que siendo muy niña sintió el llamado, pero antes de hacerse religiosa estudió en la Normal Nacional Antonio Nariño para Señoritas de Villa del Leiva. Se graduó posteriormente como licenciada en preescolar y promoción de la familia y ejerció 10 años y 6 meses como docente.

Sin embargo otra sería su inspiración, porque “en el camino el Señor fue llamándome, hasta que por su gracia y  misericordia un día el llamado fue muy fuerte y  aunque pertenecía a la Renovación Carismática Católica de Colombia y dirigía grupos de oración, sentía que algo me faltaba para ser plenamente feliz, y ahí fue cuando el Señor me tocó para darle ese ¡sí generoso!”.


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La religiosa dice que las Clarisas se caracterizan por ser contemplativas, que su carisma es la vida de oración y contemplación, y en el caso específico de la Orden de Santa Clara, la vida de fraternidad en la relación con Dios y con las hermanas, lo que cumplen consuetudinariamente las 10 hermanas en su vida conventual, entre ellas 7 hermanas de votos solemnes, 2 novicias y 1 postulante. Los pilares del carisma son  vida de oración, la vida fraterna, la vida de clausura, vida de evangelización, estudio y vida de minoridad.

En ese tema de las vocaciones a las jóvenes hoy en día les da miedo dar ese paso, esa entrega generosa y dispuesta al Señor, entonces han disminuido las hermanas en la comunidad, al punto que cuando solo habían seis religiosas se pensó en cerrar el monasterio, ubicado en el barrio Circunvalación, en el occidente de la ciudad, dice la hermana Nancy.

Mediante la oportuna intervención ante la Santa Sede de monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid, quien fue obispo de la Diócesis de Cúcuta, se logró frenar esa decisión “cuando no habían esperanzas de vocaciones y el Papa le concedió la gracia de que no se cerrara este monasterio”.


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En 2019 por decreto pontificio llegó al monasterio la madre Luz Helena de Santa Clara, procedente del monasterio de Bello (Antioquia), y en 2020, también por decreto pontificio llegó la hermana Nancy Esmeralda de la Santísima Trinidad, venida de Bogotá. El  21 de noviembre de 2020 ingresó la primera vocación, y en 2021 otras dos personas, una se retiró pero ingresó otra. Por lo tanto ya son dos vocaciones, una ya es novicia y la otra está próxima a serlo, “lo que nos hace ver que el Señor ama este monasterio”, relata la religiosa.

El proceso

El proceso de formación de las Clarisas es de 9 a 11 años: un año de aspirantado, un año de postulantado, dos años de noviciado del cual el segundo es el año canónico que es de total aislamiento de la familia y seres queridos, y de tres a cinco años de votos temporales.

El llamado que las Hermanas Clarisas hacen a las jóvenes es a “que no tengan miedo a dar esa respuesta si sienten el llamado, a recordar siempre a la Santísima Virgen María y San José, quienes dieron un sí generoso y que a pesar de todas las dificultades que se presentaban, siempre estuvieron ahí. Invitación a dar ese sí generoso en libertad, porque es entregar el corazón a Dios y si ese corazón palpita por Dios es porque está la llamada”.

La vocación religiosa en Cúcuta

 

La vida religiosa sigue siendo una opción

La hermana María Salomé Giraldo, de la comunidad Hermanas Pías Discípulas del Divino Maestro, que hacen parte de la familia Paulinas, conformada por 10 instituciones fundadas por el Beato Santiago Alberione, el 10 de febrero de 2024 cumplen 100 años desde su fundación.


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La congregación nació en Italia y en la actualidad tiene presencia en 31 naciones de los cinco continentes, sumando unas 1.250 religiosas en total. Las hermanas llegaron a Colombia en 1955 para fundar sus comunidades y a Cúcuta en 1975, por lo que están próximas a cumplir 50 años de tener presencia en la frontera, instaladas en la esquina de la avenida 3 con calle 14 del barrio La Playa.

El número de hermanas Pías en Colombia es de 40 y en Cúcuta solo tres, quienes sostienen la casa de oración que contempla la eucaristía desde la celebración en la mañana hasta la celebración de vísperas, a las 5:30 de la tarde. Sostienen igualmente el Centro de Apostolado Litúrgico donde los sacerdotes encuentran artículos para sus celebraciones y culto religioso.

 

La vocación religiosa en Cúcuta
 

La Hermana María Salomé, natural de Granada (Antioquia), durante las visitas que las religiosas hacían a su colegio a “hacer propaganda vocacional”, sintió a los 17 años el llamado de Dios y su vocación le fue mostrando “cómo servirle al Señor y cómo ser también ayuda para el pueblo de Dios”, completando 58 años de vida religiosa. 

Considera que hoy en día hay crisis en la familia, que es fundamental para la vocación religiosa, lo que repercute en las jóvenes para que ingresen a las comunidades, aunque quedan quienes buscan esta vida, aquellos a los que les han inculcado valores humanos, valores cristianos, pero que eso se aprende en el hogar.


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Las novicias que ingresan a la comunidad cumplen un proceso de formación, que se imparte en la casa de promoción Bogotá, donde las jóvenes hacen experiencia en las actividades que la comunidad tiene, el tiempo de discernimiento donde empieza a conocer, a inquietarse y ver así si ese carisma es el que busca, es decir que la persona se encuentre así misma y una vez se decide hay una preparación en el campo de la misión que desarrollan, teología, sicología, lo espiritual  y ayuda a las personas.

La hermana  María Salomé dice a las jóvenes que “en la vida hay una opción por lo religioso, optar por Jesús, que hay tantos atractivos en el mundo pero que no llenan, que se necesita otro género de vida que reclama más hacia los valores cristianos. El Señor sigue llamando también hoy en medio de todas estas dificultades, su voz siempre ha sido y será y así como lo dijo a sus discípulos lo sigue diciendo a los jóvenes, a las jóvenes: Ven, sígueme”.

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