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¿Te pones en los zapatos de quién?
Ponerse en los zapatos del otro es un ejercicio, que quizá todos conocemos, pero que pocas veces hacemos.
Sábado, 6 de Marzo de 2021

Invitado por la casa editorial de La Opinión, en asocio con la USAID y otras ONG, participé en un “Taller de Sensibilización y Empatía por la Integración”, el cual tenía como consigna “Te invitamos a ponerte en los zapatos del otro”. El taller de manera práctica y amena, nos permitió experimentar y conocer las circunstancias de otros. En la administración pública tienes que participar de un gran número de actividades, sin embargo pocas veces se logra una compenetración con un ejercicio de manera amena y sencilla como el que tuvimos la oportunidad de experimentar quienes participamos.

Ponerse en los zapatos del otro es un ejercicio, que quizá todos conocemos, pero que pocas veces hacemos. El ser humano por excelencia tiende a mantener su posición de manera férrea, pues el firme convencimiento de sus ideas lo lleva de manera tozuda a defenderlas e incluso en muchos casos a imponerlas. Sin embargo, la manera más sencilla de lograr que una persona pueda entender la razón por la cual algo está sucediendo, es ponerse en los zapatos del otro y sentir la presión, el temor o incluso la desesperanza del otro.

Ponerse en los zapatos de otro invita por un instante a percibir de manera directa lo que la otra persona vive cada día y desde nuestra perspectiva nunca lo entenderemos. La construcción de una verdadera política pública para resolver cualquier problema del Estado, debería partir de un simple ejercicio de asumir de manera directa y real el rol de quien tiene la necesidad, y así dimensionar de manera cierta lo que realmente vive o padece la persona.

Por ejemplo, hablar de la falta de agua en los barrios subnormales, es fácil desde la comodidad de las casas que cuentan con el servicio, pues solo tienes que abrir la llave y ya está. ¿Pero qué piensa el que no la recibe?. ¿Qué piensa el que tiene que pagar recibo de agua mensual, pero su servicio es discontinuo y para poder cubrir las necesidades de aseo o cocción de alimentos debe buscarlas en carro-tanques o piletas y pagar doble? 

Estoy convencido de que la única forma de activar la solidaridad de los seres humanos, es permitiéndonos conocer la realidad de los demás y desde allí construir juntos la salida a dicha problemática. Deberíamos recordar que los días de nuestro calendario están contados y que si vivimos para ayudar a otros, nuestro paso por este mundo habrá valido la pena y muchas generaciones recibirán con creces lo que logremos sembrar. La ley de la siembra y la cosecha se activa sacrificando una semilla, y los frutos que se reciben por ese acto voluntario son incalculables.

La sociedad nace bajo el acuerdo de voluntades de trabajar irrestrictamente por el bienestar común, por ello no podemos seguir corriendo una carrera individual por satisfacer las necesidades, sino por el contrario, debemos procurar el bienestar común. La crítica destructiva, la envidia y el interés particular, deben ser reemplazados por el respeto, la solidaridad y el bienestar colectivo, si queremos cambiar la realidad social. La pregunta es: ¿te pones en los zapatos de quién?

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