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Editorial
Carné obligatorio
Exigirnos el documento de vacunas para asistir a los bailes que se organizan para retomar los tiempos de aquellos diciembres prepandémicos, es señal de que el Estado endureció su proceder, para evitar niveles de alto riesgo.
Viernes, 5 de Noviembre de 2021

Ir a tomar o a bailar no será tan fácil, porque al igual que a los menores de edad que le exigen la cédula, ahora es necesario presentar el carné de vacunación contra el coronavirus, o de lo contrario habrá que dar media vuelta y decidir vacunarse, o en cualquier momento se sorprenderá porque pudiera ser una exigencia hasta para montar en bus.

Cumplir el compromiso con nuestros semejantes, cual es el de aplicarnos las dosis requeridas para ayudar a enfrentar esta pandemia que ya en el mundo ha cobrado la vida de cinco millones de personas  desde cuando estalló a comienzos el año pasado.

Vayamos al caso de Norte de Santander. Otra vez el jueves estuvimos en los primeros lugares de contagios, compartiendo con regiones más pobladas, lo cual de por sí es un indicador de que el cuidado de nuestra salud debe de estar por encima de cualquier otro asunto.

Exigirnos el documento de vacunas para ir a ver nuestro artista favorito o asistir a los bailes que se organizan para retomar los tiempos de aquellos diciembre prepandémicos, es señal de que el Estado endureció su proceder, para evitar que aquellos renuentes a vacunarse o que no lo han podido hacer por equis o ye razón, lleven la situación sanitaria a niveles de alto riesgo.
 
La petición del certificado para entrar a un restaurante, al igual que para las otras actividades relacionadas con la diversión, el esparcimiento y el ocio, implica un doble mensaje: cuidarnos entre todos para derrotar por fin al virus y recalcarles a las personas que deben comprender que sus acciones generan unos efectos, los unos positivos, como son los de disfrutar sin problemas, y negativos como el de tener que quedarse en casa o asumir la responsabilidad y acudir al puesto de vacunación más cercano.

La nueva regla de regulación del comportamiento ciudadano consignada en el Decreto 1408 del 3 de noviembre de 2021, busca también ayudar a contener y reducir el número de personas contagiadas y fallecidas en el país.

Hasta el momento y como evidencia de que el coronavirus no es un juego o asunto de conspiración, unas 127.000 personas han muerto en Colombia por la COVID-19. En proporción a su población de 50 millones de habitantes, es el cuarto país latinoamericano con más fallecidos detrás de Perú, Brasil y Argentina. 

Recordemos, además, que en la encuesta Cúcuta cómo Vamos, adelantada en la ciudad, surgió un elemento que llama la atención, porque el 11,8% de los encuestados cree que la vacuna contra este mal tiene efectos secundarios y por tal motivo no se la ha mandado a aplicar.

¿Qué pensarán ahora después de conocer la orden nacional que rige a partir del 16 de noviembre, cuando los mayores de 18 años  vayan a entrar a todas las actividades de ocio como a bares, conciertos, casinos, escenarios deportivos y parques de diversiones? 

No faltarán las tutelas y hasta el intento de utilizar la objeción de conciencia para tratar de confrontar esta medida, aduciendo que por razones religiosas o esotéricas o estratosféricas de que nos encontramos en mundos paralelos y por tanto vacunarse no es la opción.

Sin embargo, el bienestar general de nuestros niños, ancianos, mujeres y hombres debe primar puesto que como lo ha expuesto la misma  Organización Mundial de la Salud,  la vacuna ayuda a reducir el riesgo de enfermar de forma grave y morir, pues se estará mejor protegido.


 

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