El individualismo y el egoísmo nublan el ser y convierten a la sociedad en un conjunto de intereses sin una sola gota de unidad, dejándola convertida en una masa en donde el fin justifica los medios.
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Mirando lo que acaba de suceder con el bloqueo por parte de la mancha amarilla, se advierte que los cucuteños y nortesantandereanos son individualistas que al momento de buscar sus reivindicaciones justas o desacertadas, no reparan en el efecto que sus acciones generan sobre los demás.
Así es en todo. Al buscar la palabra egoísta en la Real Academia de la Lengua (RAE) pareciera que se tratara de una descripción de las cotidianas situaciones que vivimos en la ciudad. “Egoísta: que antepone el interés propio al ajeno, lo que suele acarrear un perjuicio a los demás”.
Pequeñas acciones como colarse en la fila o la arbitraria de pasarse en rojo el semáforo, acarrean consecuencias de comportamiento, puesto que se cree que ser audaces es ‘robarle el turno’ al débil, y en el segundo caso se está fortaleciendo el caos vial.
Ya está bueno que en la capital de Norte de Santander cada uno quiera ‘ser el alcalde’ pero con el propósito de comportarse y actuar en favorecimiento propio sin reparar en que los consensos son necesarios y en que simplemente siendo un buen ciudadano es mucho lo que se aporta en beneficio de todos.
Al volver la mirada al tiempo de los abuelos se pregunta si no sería interesante rescatar la enseñanza de la urbanidad y la cívica, por ejemplo, en los colegios y escuelas, con los correspondientes talleres de evaluación y lectura.
Paralelo, sería bueno auscultar la posibilidad que las juntas comunales, las universidades en coordinación con las secretarias de Educación y Desarrollo Comunitario hicieran ‘escuelas ciudadanas’ para que en los barrios, veredas y comunas se hable y estudie sobre los valores, deberes y derechos ciudadanos.
Desde todas las órbitas del acontecer local, resultaría un ejercicio interesante admitir, reconocer y empezar a dejar atrás aquellas acciones que no nos dejan pensar en los demás, muy especialmente las surgidas desde los egoísmos.
Ahora vamos a leer consenso en el mismo diccionario de la RAE: “Acuerdo o conformidad en algo de todas las personas que pertenecen a una colectividad”. Antes de seguir, debemos admitir que este es un elemento muy escaso en nuestra región.
A eso es lo que tenemos que empezar a apuntarle aquí en Cúcuta, porque no se puede ni pasar por encima de los demás para obtener las pretensiones propias, bien sea económicas, políticas o de otra índole ni tampoco afectar a los otros con las manifestaciones de hecho para un beneficio individual.
Las sociedades basadas en estructuras del egoísmo, la egolatría y falsos mesianismos no tienen un norte definido ni un plan de vida económica y social común por desarrollar y por eso en su devenir, siempre los intereses grupales e individuales chocarán, impidiendo que la unidad y el bien común sean la mínima meta a la que por ellos nunca llegará.
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